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El Ébola gana la batalla al misionero Miguel Pajares

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Alvaro Real - publicado el 12/08/14
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Fallece el misionero que dio toda su vida por los enfermos de Liberia
El sacerdote y misionero de la Orden de San Juan de Dios, Miguel Pajares ha fallecido esta martes en el Hospital Carlos III de Madrid, tras su traslado el pasado jueves desde Monrovia a causa de encontrarse infectado por Ébola en Liberia. Pajares ha sido el primer español y europeo afectado por esta dolencia, para la que por el momento no existe vacuna, si bien desde el pasado sábado estaba recibiendo la administración del suero experimental, el ZMapp, el medicamento que se está administrando en EEUU a los enfermos de ese país.

La orden de San Juan de Dios confirmaba la triste noticia: “en el día de hoy se nos ha comunicado desde el Hospital Carlos III de Madrid, donde estaba ingresado el Hno. de San Juan de Dios Miguel Pajares, su fallecimiento” y continúan agradeciendo el apoyo que ha recibido “desde las administraciones púbicas, de la sociedad en general y particularmente el buen hacer de los profesionales del hospital que han atendiendo al Hno. Pajares”.

El hermano Pajares luchó contra la enfermedad de Ébola, primero como médico y enfermero en Liberia donde cuidaba al director del Hospital San José, Patrick Nshamdze. Luego como enfermo en el mismo hospital y tras su traslado, desde el Hospital Carlos III, pero al final la enfermedad que ya se había llevado a sus compañeros Chantal y George Combey le ha ganado la batalla. 

Miguel Pajares, natural de La Iglesuela (Toledo) partió hacia África en la década de los 60, hace 54 años. Realizó su labor en Ghana y más adelante se trasladaría a Liberia, país donde ejerció como director espiritual y responsable de la Pastoral de los enfermos desde 2007. Fue allí, en ese hospital, donde contrajo el virus del ébola.

Meses luchando contra la enfermedad

La noticia del Ébola y de sus consecuencias están llegando ahora a Europa, pero el Hermano Miguel Pajares, junto con otros misioneros españoles destinados en Sierra Leona o Nigeria llevaba meses luchando contra la enfermedad.

«Tenemos muchos problemas. Han fallecido dos personas y 13 se niegan a venir a trabajar, quieren quedarse en cuarentena. Yo he ido cada día y he saludado a todos, me meten miedo, la muerte ronda. Se sospecha de algún caso más de ébola. Esperamos resultados. Es penoso pero hay que estar. Lo comparo a la guerra, aunque esto es más peligroso. El enemigo en casa. Estamos encomendando a Dios que haga su parte, todo, y nosotros a sus órdenes», escribía el día 11 de julio desde el Hospital de San José en Monrovia.

El Padre Miguel Pajares de 75 años acababa de volver a Monrovia tras ser intervenido en junio en España de una dolencia cardiaca. Le habían puesto un stent para ensancharle la arteria y evitar coágulos. Eso no pudo pararle en su labor de atender a las riadas de enfermos que llegaban.

Durante semanas, junto a Patrick Nshamdze, director del hospital en Liberia, se afanó en atender a los que llegaban con diarreas y vómitos y recibió ayuda de familiares y amigos que le enviaron un contenedor repleto de mascarillas, guantes, batas, apósitos, medicinas. Nada pudo parar el Ébola.

En la madrugada del 1 al 2 de agosto, su compañero Nshamdze fallecía y el padre Miguel comenzaba a sospechar que él también estaba infectado. Había bajado la guardia la cuidar de su amigo y compañero y ello le costó el contagio y la vida.

Desde la Orden de San Juan de Dios se pidió su repatriación a España y el pasado jueves embarcaba rumbo al Hospital Carlos III, junto a la monja hispanoguineana Juliana (de momento no contagiada por el virus) y dejando allí a sus hermanas en la fe Chantal y Paciencia. Chantal falleció el fin de semana y el religioso George Combey, también en el hospital, fallecía en el día de ayer.

El Ebola finalmente ha vencido la batalla al Hermano Miguel Pajares. Sus fuerzas han fallado. Su corazón no pudo más y el sufrimiento por todos aquellos que han quedado en Monrovia han hecho mella en su delicado estado de salud. La Orden de San Juan de Dios se encuentra consternada y ahora sólo queda luchar por todos aquellos que en Liberia, en Sierra Leona, en Nigeria y en el resto de países afectados puedan ganar ya no batallas, sino la guerra a la epidemia. Esa guerra peligrosa que tiene el enemigo en casa. El ejemplo de entrega y solidaridad con los más necesitados de Miguel Pajares es el único camino para ganar esa guerra.

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