A sus casi 88 años, el Papa Francisco se prepara para realizar su 45º viaje internacional, el más largo de su pontificado, con 12 días fuera de Italia. En total, le esperan 44 horas de vuelos en avión y helicóptero sobre un itinerario de 32 mil km. Un desafío físico impresionante para el Pontífice, cuya movilidad es limitada, lo que le obliga a desplazarse en silla de ruedas o con la ayuda de un bastón.
Los países del itinerario están situados en una gran zona marítima, la del archipiélago de Sunda. Este inmenso territorio se extiende a lo largo de miles de kilómetros, desde la ciudad insular de Singapur, en el extremo de la península malaya, hasta las innumerables islas de la Sonda, el mayor archipiélago del mundo, que incluye Indonesia, Papúa Nueva Guinea y Timor Oriental.
En esta región existen grandes disparidades entre países ricos -como Singapur- y países pobres -como Timor o Papúa Nueva Guinea-, así como dentro de un mismo país. Los problemas también difieren mucho entre zonas densamente pobladas -como Singapur o Java- y otras en las que a veces la naturaleza sigue siendo virgen, como en la isla de Papúa. La cuestión del desarrollo económico y el papel de la tecnología, omnipresente en la muy urbana ciudad-estado de Singapur, son algunos de los temas que se espera que plantee el Pontífice.
En el frente espiritual hay igual diversidad: el Papa visitará el mayor país musulmán del mundo, Indonesia, y se reunirá con la población con mayor proporción de católicos del mundo después del Vaticano, la de Timor Oriental. El mayor grupo religioso en Papúa Nueva Guinea es el protestantismo, y el budismo en Singapur. Y las religiones tradicionales, como el animismo y el confucianismo, con su gran diáspora china, desempeñan un papel importante en la región. Por ello, el diálogo interreligioso será uno de los temas principales del viaje, con dos reuniones con representantes de otras religiones en Indonesia y Singapur.
Por primera vez, el Papa argentino pisará Oceanía cuando visite Papúa Nueva Guinea. Se espera que se reúna con representantes de las pequeñas naciones del mayor océano del mundo. Se espera que sus palabras versen sobre cuestiones a veces vitales para estos países, como las desastrosas consecuencias del calentamiento global sobre sus ecosistemas, especialmente ricos pero también frágiles.
La escala en Timor Oriental también es importante: a diferencia de la visita de Juan Pablo II en 1989, el país que visitará Francisco está libre de la ocupación indonesia desde 2002. El viaje será una oportunidad para recordar la sangrienta historia del país, pero también para mirar hacia el futuro en un momento en que el país atraviesa una nueva crisis económica.
Por último, el Papa, que cree que la Iglesia tiene mucho que aprender de Oriente, se esforzará por animar a los católicos y misioneros locales a vivir su fe más intensamente.