Como una madre paciente y cariñosa, la Iglesia se dirige a nosotros -a través de su deslumbrante calendario litúrgico- con preguntas de "oportunidad de crecimiento" expresadas con ternura, con días y estaciones que, parafraseando a san Juan Pablo II, "revelan al hombre a sí mismo".
Con la solemnidad de la Santísima Trinidad, quizá la pregunta reveladora de la Iglesia sea: "¿Puedes hablarme de tu relación con las Personas de la Trinidad y cómo se manifiesta en un día normal?".
Y aquí, muchos de nosotros podríamos hacer una pausa... preguntándonos cómo conectar el misterio más grande con nuestras vidas ocupadas, largas listas, horarios, adolescentes malhumorados, preocupaciones financieras, adicción a la pantalla, o el último malentendido con nuestro cónyuge...
La comunión trinitaria
Para ayudarnos, en el Domingo de la Trinidad, la Iglesia nos invita a recordar que nuestra comunión con la Trinidad y con los demás es algo que desarrollamos mediante nuestra cooperación con la gracia de Dios. Pero esta responsabilidad viene acompañada de una gran noticia: hay un fuerte sentido en el que ya hemos recibido este don incomparablemente bello e inmerecido. Estamos cooperando con Dios en la profundización de esta relación con las personas de la Trinidad, y ya la poseemos.
Para empezar, cada uno de nosotros ha sido creado en la "imago Dei", la imagen de un Dios Trinitario. La comunión trinitaria es nuestro sistema operativo por defecto. La relación y la comunidad están inscritas en lo más íntimo de nuestro ser. Y con nuestro bautismo, esta imagen se vivifica con una morada divina en nuestras almas.
E igual de sobrecogedor: la Trinidad es el sistema operativo por defecto de toda familia. Como dice el Catecismo:
La familia cristiana es comunión de personas, signo e imagen de la comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo" (2205).
Tu familia es una "pequeña Trinidad", y tu hogar una iglesia doméstica, una "Casa de la Trinidad", una morada de nuestro Dios trinitario.
¿Cómo se manifiesta eso para ti en un día normal?
En la Comunidad de la Casa Trinitaria, aseguran que la respuesta a esta pregunta es quíntuple, reflejando una comunión creciente y luego desbordante con la Trinidad a medida que nos movemos a través de cinco "niveles" de vida doméstica y familiar.
Veamos aquí el Nivel 1: Vida de Fe ( los Niveles 2-5, Persona y Relaciones, Economía Doméstica, Cultura Familiar, y Hospitalidad y Servicio están disponibles en su página web, donde puedes acceder a un taller gratuito de 60 minutos.
Nivel 1: Vida de Fe. En este nivel de la planta baja de tu vida familiar, recibes de Dios la comunión de tu familia. ¡Qué alivio! ¡No necesitas crear esto desde cero! Recuerda que ya tienes esta comunión de manera fundamental en virtud de los sacramentos y de tu participación en la Misa.
Y sí, puedes desarrollar esta comunión. He aquí algunos pasos prácticos para empezar:
1recupera un sabático sagrado
Demasiados de nosotros permitimos que el ajetreo y las distracciones nos roben lo que Dios tiene reservado para nosotros cada domingo: adoración santa y renovadora; cese del esfuerzo; descanso dulce y profundo; conexión profunda con nuestros seres queridos; ser refrescados por Su vida dentro de nosotros. Da un pequeño paso esta semana para ser más intencional con respecto al domingo.
2Crea un hermoso altar doméstico
Un altar doméstico atractivo -quizá con una estatua, flores, un crucifijo, una Biblia y devocionarios- le dará a tu familia un punto focal, un centro de gravedad espiritual y un lugar para reunirse en oración diaria.
3Practica la entrega en la vida cotidiana
Todos sabemos lo propensos que somos a caer en la autosuficiencia, en nuestro "proyecto de autojustificación" y en "satisfacer mis necesidades". Para contrarrestar este poderoso vestigio del pecado original, necesitamos rendirnos diariamente al Señor, invitando a su gracia a fluir a través de nuestra "Casa de la Trinidad", en nuestros matrimonios, familias, amistades y trabajo.
Y así como nuestra vida familiar puede reflejar la amorosa comunión de la Trinidad, también pueden hacerlo nuestras vidas en comunidad, en relación con otras familias de nuestras parroquias.
Para lograrlo, la Comunidad de la Casa Trinitaria puso en marcha los Grupos Comunitarios de la Casa Trinitaria: familias que se reúnen periódicamente para aprender juntos a llevar el "sabor del cielo" a sus hogares y comunidades.
Como un joven padre describió una reunión del Grupo Comunitario de Trinity House: "Es como una noche de cita, una noche familiar y un estudio bíblico, todo en uno". Y como dijo un párroco participante, el Padre Michael Weibley, O.P., "Una de las cosas que realmente se llevan es el estímulo que reciben de otras parejas y familias para vivir la fe. Hablan de las cosas en común y luego las ponen en práctica en casa. Les ayuda a ser grandes maridos y esposas y grandes madres y padres".
Si es verdad lo que dice un poeta -que "el amor nos llama a las cosas de este mundo"-, ¿cuánto más el amor de Dios, que vislumbramos de modo tan especial el Domingo de la Trinidad, nos llama de nuevo a la comunión en la amistad, el matrimonio, la familia y la comunidad? ¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!