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Mary´s Meals proporciona comidas escolares para cambiar la vida de los niños, que viven en algunas de las comunidades más pobres del mundo. Con esta acción la ONG lleva a miles de niños hambrientos a las aulas, allí pueden formarse y tener la oportunidad de un futuro mejor. Aleteia ha tenido la oportunidad de entrevistar a su fundador, el escocés Magnus MacFarlane-Barrow.
Esta misión nació unida al santuario mariano de Medjugorje, donde su fe se renovo por completo cuando tenía 15 años.
"Fui a Medjugorje con 15 años, y tuve una gran experiencia: renovó mi fe católica y la de toda mi familia. De hecho, aquello llevó a mis padres a convertir nuestra casa en un centro de retiros. Diez años después, en 1992, durante la guerra en Bosnia, hicimos una colecta en Escocia para llevar a campos de refugiados allí… y la cosa creció de forma inesperada".
Aleteia: ¿Cómo nació Mary’s Meals?
Magnus MacFarlane-Barrow: Realmente, nació otros diez años después. Estábamos haciendo una campaña de alimentación de emergencia en Malawi, allí me encontré con un joven de 14 años, Edward. Le pregunté por sus sueños y esperanzas, y me dijo que le gustaría tener suficiente comida, y ser capaz de ir a la escuela algún día. Mary’s Meals se convirtió en una respuesta a aquello, reconociendo que hay millones de niños atrapados en este cielo de pobreza, perdiéndose la escuela por el hambre. Queremos romper ese círculo.
¿De qué forma actúa Mary´s Meals?
La belleza de Mary’s Meals es que hace dos cosas a la vez: por una parte, atiende la necesidad inmediata del niño hambriento, y a la vez afronta las causas subyacentes de la pobreza, llevando a los niños a clase, donde pueden recibir educación. Muchos millones de niños hambrientos están trabajando o pidiendo limosna, y otros muchos van a la escuela, pero están demasiado hambrientos para aprender. Con la alimentación, todo cambia para ellos.
¿Cuáles son los desafíos actuales de Mary's Meals?
Tenemos muchos. Escogemos trabajar en los lugares con una necesidad más aguda; por eso fuimos a Sudán del Sur, Etiopía o Haití. Son lugares muy inestables, con guerras y conflictos, pero encontramos la manera de avanzar, a menudo gracias a nuestros colaboradores locales. Por ejemplo, en Etiopía nos apoyamos en las Hijas de la Caridad: estas monjas se quedan allí, sin importar que haya guerra.
Sí podemos hacer algo significativo en la vida de otra persona"
Estamos tristemente acostumbrados a ver por televisión y redes sociales situaciones injustas, uno puede anestesiarse contra este dolor. ¿Cómo nos podemos quitar esta indiferencia?
Puede ser complicado, especialmente cuando hay tanta necesidad en el mundo, incluso en nuestras propias comunidades. Puede ser abrumador, y uno puede tener la sensación de que no se puede hacer nada. Entonces se genera esa barrera, ese no querer saber nada. Creo que un modo de atravesarla es entender que sí podemos hacer algo, cada uno.
No estamos llamados individualmente a resolver la situación global, pero sí podemos hacer algo significativo en la vida de otra persona. E incluso si pensamos en las grandes cuestiones globales, como el hambre, no es cierto que no haya comida suficiente en el mundo, es un error verlo así. Tal vez no individualmente, pero son problemas solucionables. Hay esperanza.
Mary’s Meals recibió en octubre el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2023. ¿Qué ha supuesto para ustedes?
Es un gran honor muy inesperado. Un auténtico regalo para Mary’s Meals. Esperamos que, a través de él, mucha gente nueva conozca nuestro trabajo y se una a esta misión.
Pienso que el camino espiritual trata a menudo de esas cosas pequeñas, que en el momento no parecen importantes"
Habla de Mary’s Meals como una «misión». Como cristiano, ¿ha sentido que Dios le acompañaba en este camino?
Este no era mi plan de vida, nunca planeé hacerlo. Además, de joven era muy tímido, me faltaba confianza… ¡Dar una charla en un congreso habría sido aterrador! Y me habría reído si alguien me hubiera dicho que dedicaría mi vida a ello.
Ha sido muy interesante ver cómo Dios trabaja en nuestra vida: nunca nos pide hacer algo imposible. Yo le agradezco que haya sido tan tierno conmigo, pidiéndome hacer solo una cosa cada vez, una pequeña cosa. Y permitiéndome crecer y aprender. Pienso que el camino espiritual trata a menudo de esas cosas pequeñas, que en el momento no parecen importantes, más que de un momento dramático.