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Este sacerdote se convierte en el “Hermano camión” una vez por semana

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Capture d'écran Facebook/ Frère Truck

Anne-Sophie Retailleau - publicado el 18/04/24

Matthieu Le Merrer, párroco de Poitiers, ha puesto en marcha el Hermano camión, una crepería móvil que recorre las calles de la ciudad. Este proyecto solidario es, ante todo, una obra de evangelización a través del encuentro

Un camión y crepas para Cristo. Esta es la insólita idea del padre Matthieu Le Merrer, párroco de la parroquia Santa Inés de Poitiers. El sacerdote de origen bretón acaba de poner en marcha “Hermano camión”, una crepería ambulante en beneficio de la comunidad, que ahora emplea a una decena de voluntarios.

A bordo de una pequeña caravana, salen al encuentro de los habitantes de los barrios populares de Poitiers una tarde a la semana. Evidentemente, Hermano camión toma su nombre del Fraile Tuck, el famoso monje de la leyenda de Robin Hood que era un buen viviente que se ocupaba de los pobres. Así que ahí lo tienen, el programa completo de Hermano Camión.

“El primer objetivo es salir al encuentro de la gente, tomarse el tiempo de escucharla de forma sencilla y directa”, explica el Padre Matthieu Le Merrer con voz dulce. “Hay barrios con realidades sociales difíciles, o barrios donde la gente no ve a mucha gente”.

Fue al celebrar su 10º aniversario de sacerdocio en 2022 cuando a este sacerdote de 39 años se le ocurrió la idea del proyecto. “Me pregunté cómo veía mi ministerio como sacerdote en los próximos años”, añade.

“El Hermano Camión nació del deseo de no limitar mi ministerio al culto, sino también de salir al encuentro de la gente, sin barreras. Un encuentro desde el que discutir los grandes temas de la vida y la fe”.

Tiempo y fidelidad

Para el padre Matthieu, el medio de este encuentro era bastante obvio: una sencilla especialidad bretona, las crepas. “Es lo único que sé hacer”, sonríe. “No creo que sea el rey de las crepas, ¡pero creo que las mías son bastante buenas!” Baratas, se prestan bien a un ambiente de convivencia.

“La idea es que todo el mundo pueda comerse uno, así que utilizamos el sistema de crepas colgantes. La gente puede adelantar el precio de una crepa para alguien que no pueda permitírselo”.

La versión de mantequilla con azúcar cuesta 50 céntimos de euro (nueve pesos mexicanos), y la de caramelo, mermelada o chocolate, 1 euro (18 pesos mexicanos). El Hermano camión está totalmente equipado, incluida la imprescindible crepera bretona, siempre a mano durante las excursiones.

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La aventura está aún en sus inicios: la primera visita tuvo lugar el domingo 8 de abril, en el barrio de Trois-Cités, al sur de la ciudad. “La gente seguía yendo y viniendo, y ya se han concertado citas para la semana siguiente”, explica el Padre Matthieu.

“La gente se limita a observar por el momento; no ha habido preguntas sobre la dimensión espiritual”. Pero el joven sacerdote no tiene prisa. “Conocer a la gente requiere tiempo y fidelidad”, afirma. “No sucede en dos minutos, hay que acostumbrarse. Y menos mal, porque la fidelidad es una hermosa realidad de nuestra fe”.

Porque detrás de las crepas, los voluntarios del Hermano camión se han embarcado ante todo en una aventura de evangelización. “El primer acto de evangelización es escuchar y conocer a los demás. Algunos de los grandes santos ya lo han mencionado”, afirma el Padre Matthieu.

“Para mí, el reto no es recitar el credo cuando alguien llega delante del camión, sino tener un encuentro con una persona, y mientras hablamos, en función de lo que nos contemos de nuestras vidas, podemos hablar de fe”.

El objetivo de mi vida de sacerdote no es hacerme valer, sino hacer valer a los demás”.

Frente a su crepera, el padre Matthieu ha cambiado el cuello romano por un delantal naranja chillón. Solo su cruz de madera, bien visible en el pecho, da a los transeúntes una pista de su vocación.

“Si me apresuro a señalar que soy sacerdote, puedo crear una especie de originalidad: es interesante, pero en el fondo no muy profunda”, dice. “El objetivo de mi vida como sacerdote no es ponerme a mí mismo por delante, sino poner a otro por delante. Tiempo y paciencia, siempre. Hay pequeñas pistas que se deslizan en el camión y que pueden provocar una discusión, pero no necesariamente a la primera”, añade el sacerdote.

“Me gusta bastante esta actitud de dejarse llevar por el encuentro. En el Evangelio, Jesús no sale por la mañana diciendo: ‘¡Hoy vamos a hacer curaciones!’ Camina y ve a la gente que le hace preguntas, a los ciegos o a una mujer que le toca el manto”.

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El hermano camión saldrá los días 17 y 24 de abril por el barrio de Trois-Cités. En mayo está prevista una salida semanal, antes de la pausa estival. Pero aún queda trabajo por hacer antes de volver a la carretera: aparte de los detalles técnicos, el tema espinoso sigue siendo la gestión de las provisiones, dice riendo el Padre Matthieu. “El domingo nos faltó una crepa”. Esto puede anunciar un gran éxito. Ahora solo falta que la furgoneta se vista con la flamante pintura del Hermano Camión, antes de ser bendecida oficialmente en junio.

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