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"En un tiempo en que la sociedad y las redes sociales acentúan la violencia de las palabras, abracemos la dulzura de la Palabra que salva", exhortó el Papa Francisco en su homilía de la Misa del Domingo de la Palabra de Dios, celebrada el 21 de enero de 2023. El Pontífice pidió a los cristianos que lean la Biblia con regularidad, describiéndola como una fuente de inspiración para la misión y un remedio para una forma de egocentrismo que puede existir en la Iglesia.
Iniciativa internacional que tiene lugar en numerosos países, el Domingo de la Palabra de Dios es una jornada decretada el 30 de septiembre de 2019 por el Papa Francisco en su exhortación apostólica Aperuit illis. Su objetivo es movilizar a la comunidad cristiana y a los sacerdotes para ayudarles a encontrar "soluciones prácticas" para hacer vida la Palabra de Dios.
La Misa fue presidida en la Basílica de San Pedro por el Papa y celebrada por Mons. Rino Fisichella, Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, en presencia de cinco mil personas -según la Santa Sede-. Los fieles presentes recibieron un ejemplar del Evangelio según San Marcos.
Durante la ceremonia, el Papa nombró personalmente lectoras a dos mujeres de Jamaica y Brasil, entregándoles simbólicamente una Biblia. A continuación, el Pontífice envió en misión a nueve catequistas procedentes de Corea del Sur, Chad, Trinidad y Tobago, Brasil, Bolivia y Alemania, entregándoles una cruz.
En enero de 2021, el Pontífice argentino decidió abrir a los laicos el ministerio de lector -junto con el de acólito- instituido por el motu proprio Spiritus Domini. El ministerio de catequista fue creado en mayo de 2021 con el motu proprio Antiquum ministerium. Estos ministerios son distintos de los ministerios sacramentales de los diáconos, presbíteros y obispos ordenados.
No ser sordos a la Palabra
En su homilía, el Papa subrayó cómo la Palabra de Dios, transmitida en la Biblia, tiene la capacidad de trastornar las costumbres, cambiar los corazones y abrir "horizontes insospechados" a quienes entran en contacto con ella. Destacó el impacto repentino que las palabras de Cristo tuvieron en sus discípulos en el Evangelio de hoy, impulsándoles a abandonar sus redes de pesca y seguirle.
También recordó lo "decisiva" que había sido la Palabra de Dios para los santos, inspirando a San Antonio al monacato, convirtiendo a San Agustín y revelando su vocación a Santa Teresa del Niño Jesús y a San Francisco de Asís. "Vidas transformadas por la Palabra de vida", dijo.
En un momento en que la sociedad y las redes sociales acentúan la violencia de las palabras, abracemos la dulzura de la Palabra que salva"
Para dejarse transformar por la Palabra en la estela de los santos, los cristianos no deben, sin embargo, ser "sordos", insistió el Pontífice. De hecho, con demasiada frecuencia "la oímos, pero no la escuchamos; la escuchamos, pero no la guardamos; la guardamos, pero no nos dejamos provocar al cambio", explicó, instando a combinar la lectura con la oración para no dejar que el poder de la Palabra de Dios "se deslice" sobre nosotros.
"Leemos constantemente palabras sobre la Iglesia", prosiguió el Pontífice, pidiendo que estas palabras "nos ayuden a redescubrir la Palabra de vida" en lugar de "hablar más de nosotros mismos que de Él". Deploró la existencia dentro de la Iglesia de un discurso en el que "nuestros pensamientos y problemas permanecen en el centro, en lugar de Cristo". "En un momento en que la sociedad y las redes sociales acentúan la violencia de las palabras, abracemos la dulzura de la Palabra que salva", insistió.
Lamentando que "muchos creyentes" no hayan leído nunca un Evangelio entero, el Papa les instó a encontrar un lugar para la lectura de la Biblia en su vida cotidiana. Les animó a tener siempre una Biblia "a mano" en casa, y a llevar consigo un Evangelio "en el bolsillo, en el bolso, en el móvil". Por último, les pidió que leyeran al menos uno de los cuatro Evangelios en su totalidad.