“En las redes sociales, parece más fácil compartir malas noticias que noticias de esperanza”, deplora el Papa Francisco en su mensaje para la 38ª Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará el 26 de noviembre de 2023. En este texto, publicado el 14 de noviembre, invita a los jóvenes a “compartir cada día una palabra de esperanza” y a convertirse en “sembradores de esperanza” a su alrededor.
La Jornada Mundial de la Juventud, una celebración anual fijada para el domingo de Cristo Rey, no debe confundirse con la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), un evento que cada tres años, aproximadamente, reúne a jóvenes católicos de todo el mundo en torno al Papa en un lugar elegido para la ocasión.
En su carta, el Papa Francisco recuerda la última JMJ, celebrada en Lisboa el pasado mes de agosto, describiéndola como “una verdadera experiencia de transfiguración, una explosión de luz y de alegría”. En previsión de la próxima JMJ, que se celebrará en Seúl (Corea del Sur) en 2027, el Pontífice invita a los jóvenes católicos a prepararse para el Jubileo que se celebrará en Roma en 2025 reflexionando durante los próximos dos años sobre el tema de la esperanza.
El Pontífice les animó a reflexionar sobre la expresión del apóstol Pablo “Alegres en la esperanza” este año y sobre la del profeta Isaías “Los que ponen su esperanza en el Señor […] caminan sin cansarse” el año siguiente. Meditando sobre el origen de la alegría que embarga a quienes están llenos de esperanza, recordó las palabras pronunciadas por Benedicto XVI en 2011: “La fe nos hace felices desde dentro”.
Deploró que en nuestro tiempo la esperanza parezca ser la “gran ausente” para muchas personas, especialmente los jóvenes, afectados por “la guerra, la violencia y el acoso”. Reiteró su alarma por la depresión que afecta a quienes se sienten “encerrados como en una oscura prisión”, señalando que la tasa de suicidios entre los jóvenes de algunos países es “una prueba dramática” de ello.
Como ejemplo de que la alegría puede nacer incluso donde parece imposible, el Pontífice citó al protagonista de La vida es bella (1997, Roberto Begnini), en la que un padre utiliza una gran imaginación para ocultar a su hijo el horror de los campos de concentración. También cita los sacrificios de los “testigos de la esperanza”, como los santos Maximiliano Kolbe, Josefina Bakhita y la beata familia Ulma.
Citando al poeta francés Charles Péguy, el Papa reconoce que la esperanza tiene un “carácter humilde”, pero afirma que es la esperanza la que “mantiene a todos en pie”. “La esperanza es la sal de la vida cotidiana”, insiste.
La esperanza no es un “placebo para crédulos”.
“La esperanza cristiana no es optimismo fácil ni placebo para crédulos”, advierte el Papa Francisco. Al contrario, “es la certeza, enraizada en el amor y en la fe, de que Dios nunca nos deja solos y de que cumple su promesa”, actuando Cristo como “brújula en nuestra noche”.
Por último, el Pontífice anima a los jóvenes a alimentar la esperanza en la oración, a salir de la “espesa niebla del miedo” y a adoptar un “estilo de vida basado en la esperanza”. En particular, invita a los jóvenes a “compartir cada día una palabra de esperanza” en sus redes sociales para evitar contribuir a un mundo en el que solo dominan las malas noticias.
Por último, comparó la luz de la esperanza que aporta Cristo con la luz de la linterna del smartphone que los jóvenes utilizan para ver en la oscuridad o para iluminar un concierto. “Por Él, por su resurrección, nuestra vida se ilumina”, explicó el Papa, pidiendo a cada joven que se convierta en “una pequeña antorcha de fe” para los demás.
Hoy celebramos a...