“¡Ay de mí si la evangelización no me evangeliza a mí!”, dijo el Papa Francisco citando a Madeleine Delbrêl (1904-1964) en la Audiencia General celebrada en la Plaza de San Pedro el 8 de noviembre de 2023. Continuando su ciclo de catequesis sobre “testigos de la pasión por el anuncio del Evangelio”, el Papa se centró en la figura de esta mística francesa que vivió en los suburbios obreros de París durante una treintena de años.
“Tras una adolescencia agnóstica -no creía en nada-, hacia los 20 años Madeleine encontró al Señor, impresionada por el testimonio de amigos creyentes”, relató el Papa Francisco. Esta trabajadora social, empleada de un alcalde comunista, partió entonces “en busca de Dios, dando expresión a una sed profunda que sentía en su interior”.
La escritora francesa vivía en Ivry-Sur-Seine, un suburbio obrero y comunista de París. Tras enamorarse de un hombre que había optado por la vida religiosa, Madeleine Delbrêl permaneció laica y célibe. Creó una fraternidad de mujeres dedicadas a la evangelización del mundo obrero, en asociación con los sacerdotes de la Misión de Francia.
Sus libros se han reeditado muchas veces desde su muerte, y varios movimientos eclesiales se han inspirado en ellos. Madeleine Delbrêl es objeto de un proceso de beatificación desde 1990. El Papa autorizó el reconocimiento de sus virtudes heroicas en enero de 2018, y tiene el título de “Venerable Sierva de Dios”.
“La alegría de la fe la llevó a madurar en una opción de vida enteramente entregada a Dios, en el corazón de la Iglesia y en el corazón del mundo, compartiendo sencillamente en fraternidad la vida de la gente de la calle”, explicó el Papa Francisco.
Citando su libro Humor en el amor, el Pontífice habló de su “espiritualidad de la bicicleta”: “Más bien como una bicicleta, que no puede mantenerse en pie sin rodar […], nosotros solo podemos mantenernos en pie avanzando, moviéndonos, con espíritu de caridad”. El Papa recordó que “el equilibrio de la fe” es también un “desequilibrio”. “Si os detenéis, no lo conseguiréis”, advirtió.
Un modelo de atención al “grito de los pobres”
“El corazón de Madeleine estaba en constante movimiento, y se dejaba interpelar por el grito de los pobres. Sentía que el Dios vivo del Evangelio debía arder en nosotros hasta llevar su nombre a quienes aún no lo han encontrado”, explicó Francisco. Se sintió llamada a “vivir plenamente y al pie de la letra el amor de Jesús, desde el aceite del Buen Samaritano hasta el vinagre del Calvario”, dijo el Pontífice, citando su libro La vocación de la caridad.
Evangelizando somos evangelizados”
“Por último, Madeleine Delbrêl nos enseña una cosa más: evangelizando somos evangelizados. Por eso dijo, haciéndose eco de San Pablo: ‘Ay de mí si la evangelización no me evangeliza’. Es una hermosa doctrina”, insistió el Papa.
El Pontífice argentino señaló también que Madeleine Delbrêl “nos enseña que incluso los ambientes secularizados son útiles para la conversión, porque el contacto con los no creyentes provoca en los creyentes una continua revisión de su modo de creer y un redescubrimiento de la esencia de su fe”. Por ello, invitó a inspirarse en Madeleine Delbrêl para vivir cada acto de fe como un “acto de caridad en el anuncio del Evangelio”.
La audiencia en imágenes:
Hoy celebramos a...