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Vivir sin apegos según las enseñanzas de Jesucristo

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Natalia_Lebedinskaia | Shutterstock

Yohana Rodríguez - publicado el 28/09/23

Al investigar sobre el apego podemos encontrar distintas opiniones sobre el tema. Sin embargo, Jesucristo, el verdadero Maestro, nos dejó lecciones que podemos aplicar para evitar aferrarnos en esta vida

En la actualidad, es común escuchar que no debemos aferrarnos a las cosas terrenales porque estamos de paso en este mundo. Es importante que tengamos en cuenta que todo es temporal, lo único eterno es Jesucristo.

Es por ello que te presentamos los apegos más comunes que tiene el ser humano según la tendencia al pecado, que en este caso se engloba en el apego al dinero, a la comodidad, a las personas terrenales, a los bienes materiales, a vivir en el futuro y la búsqueda de reconocimiento excesivo.

1dinero

Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes y dáselo a los pobres; así tendrás un tesoro en los cielos. Luego ven y sígueme” (Mt 19, 21).

Jesucristo nos enseña, desde el Evangelio, que ninguna riqueza va a satisfacer el corazón. En esta cita se refiere a que hay ocasiones que se pone en primer lugar los recursos monetarios, cuando, en realidad, podríamos vivir una vida más sencilla para seguirle. Tener solo lo que es necesario, sin vivir de la codicia y las excentricidades.

Es por ello que el Señor nos invita a seguirlo de una forma simple, sin aferrarse al dinero. En la vida hay ocasiones en las que te puede ir mejor que en otras, lo importante es que ante estas tribulaciones no se pierda de vista a Jesús. 

Por cada moneda que recibas, agradece a Dios y busca la forma de distribuir un poco de ese dinero a su servicio, puede que otra persona lo necesite más que tú. 

2comodidades

“Y dirigiéndose a sus discípulos, añadió:Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la conservará”. (Mt 16, 24-25)

En la actualidad, se puede percibir que las personas buscan evadir los sufrimientos. Buscan la comodidad antes que tomar decisiones o acciones que les cuesten porque generan dolor. 

El sufrimiento es una lección misma para aprender de ella. La Virgen María cargó con su cruz al vivir el dolor de entregar a su Hijo a una muerte de crucifixión. Pero ella, a diferencia de nosotros, amó la cruz a pesar del sufrimiento que le generaba, amó a los pecadores que golpeaban a su hijo, porque sabía que todo era parte del plan divino de la salvación. No puso resistencia, sino que tomó la suya y dio ejemplo.

“Y no solo en esto, sino que hasta de los sufrimientos nos sentimos orgullosos, sabiendo que los sufrimientos producen paciencia; la paciencia produce virtud sólida, y la virtud sólida, esperanza” (Romanos 5, 3-4).

Una fe que no se pone a prueba ante los tropiezos de la vida es una fe que realmente no ha sido reforzada. Necesitamos vivir el dolor, aceptar el sufrimiento y amar a toda costa. De esta forma es que podremos desprendernos con mayor facilidad de lo terrenal, recordando que es parte del humano vivir, sufrir, pero sobre todo amar. Recibiremos una mayor gloria al dejar esta vida.

Cuando lleguemos al cielo, podremos decir “fue muy poco lo que sufrí, porque tanto fue lo que gané”.

3Relaciones terrenales

“No todo el que me dice: ¡Señor, Señor! Entrará en el Reino de los cielos, si no el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mt 7, 21).

En primer lugar, siempre estará Dios, nadie más. Cuando ponemos a una persona terrena en el lugar del creador, es cuando el hombre pierde el sentido de la relación divina, aferrándose a un ser que jamás le podrá satisfacer completamente.

“Confíen siempre en Él, pueblo suyo, desahoguen con Él su corazón: ¡Dios es nuestro refugio! Los hombres no son más que un soplo, los poderosos, una apariencia: puestos todos en la balanza, pesan menos que un soplo” (Salmo 62, 9-10).

La única persona a la que debes apegarte en todo momento es Cristo. Si puedes observar que en tu realidad hay alguien que está recibiendo el lugar equivocado en tu corazón, ya sea tu cónyuge, tus padres, tus amigos u otras personas, es momento de que ordenes tu vida. Saber que solamente Dios puede sostenernos es un acto de entrega, amor y confianza. 

4bienes materiales

“Nosotros que hemos puesto la esperanza, no en las cosas que se ven, sino en las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4, 18).

Gracias a Dios, esta vida es temporal. Nada de lo que generemos materialmente nos lo llevaremos al Reino de los Cielos. Lo que encontremos aquí en la tierra debe ser con el único propósito de seguir en el camino de la santidad.

En el caso de la propiedad privada, se explica en el Catecismo de la Iglesia Católica, que Dios la permite porque: 

“(…) La apropiación de bienes es legítima para garantizar la libertad y la dignidad de las personas, para ayudar a cada uno a atender sus necesidades fundamentales y las necesidades de los que están a su cargo. Debe hacer posible que se viva una solidaridad natural entre los hombres” (CIC 2402).

Entender que los bienes están para dignificar la vida del hombre nos hace voltear la mirada hacia Cristo para agradecerle por las gracias trabajadas y recibidas.

5futuro

“El Señor te guiará y estará contigo, no te dejará ni te abandonará; no temas ni te acobardes” (Deuteronomio 31, 8).

Vivimos en un cambio constante de todo lo que nos rodea. Cada etapa en la vida es un nuevo inicio que puede resultar agobiante, porque significa pensar en el mañana y olvidarnos lo que tenemos en el presente.

Es esencial tener en cuenta que Dios no nos abandona, Él siempre nos sostendrá en cualquier momento de nuestras vidas. No debemos de aferrarnos a querer controlar todas las situaciones porque al final, aunque hagamos nuestros planes, Él señor siempre marcará el camino correcto. 

Lo mejor que podemos hacer es dejar todo en las manos de Dios, ofrecerle nuestras aspiraciones y que Él haga con ellas lo que mejor le sirva. Nosotros solo confiemos en que Dios está resguardando lo más valioso: nosotros.

6SOBERBIA  

“Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: El que quiera ser primero, que sea el último de todos y el servidor de todos” (Marcos 9, 35).

Jesucristo es el perfecto ejemplo cuando hablamos sobre servicio y humildad. A todo lugar al que iba siempre estaba en disposición para ayudar a sus hermanos. Expulsó demonios, le lavó los pies a sus apóstoles y realizó milagros que fueron un cambio trascendental en la vida de muchas personas. Sin embargo, a pesar de haber hecho estos grandes actos, nunca estuvo en busca de un reconocimiento relacionado con la soberbia. 

Él era prudente en su actuar, porque sabía que la sencillez es el mejor camino para la santidad. ¡Siendo el Hijo de Dios, era un simple carpintero, un simple nazareno, un simple hombre!

Disminuir esos apegos

La solución más certera es que nuestra vida se guíe en la oración. Si mantenemos una comunicación constante con Dios, podremos llenar las necesidades de nuestro corazón y no buscaremos aferrarnos a otras cosas que no sean Él con su infinita misericordia.

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