Quien en pocos años sería San Enrique fue hijo del duque de Baviera, nacido en Bamberga, en el año 973. Desde niño recibió una profunda formación cristiana, educado por los canónigos de Hildesheim y por el obispo san Wolfgango en Ratisbona.
Muerto sin descendencia, su primo Otón III, el primero de enero de 1002 se convierte en rey de Alemania y dos años después, también de Italia. Su hermano Bruno es hecho obispo de Augusta, una de sus hermanas entra en la vida monástica y la otra se casa con el futuro san Esteban de Hungría. Por sus servicios y la defensa que hace del Papa Benedicto VIII, Enrique y Cunegunda son consagrados por él como Emperadores del Sacro Imperio Romano el 14 de febrero de 1014.
Reforma en el clero y la Iglesia
Preocupado por la situación de la Iglesia, apoya la reforma moral en la vida monástica, que afectó a toda la Iglesia porque ayudó en el combate de la simonía (la adquisición de cargos eclesiásticos por dinero) y en devolver la centralidad al celibato de los sacerdotes.
Entre los consejeros de Enrique II estuvo San Odilón, abad de Cluny, cuya reforma apoyó el monarca. En el 1022, Enrique preside junto al Pontífice el Concilio de Pavía del que emanan 7 cánones en contra del concubinato de los sacerdotes y en defensa de la integridad de los patrimonios eclesiásticos.
Restaura también sedes obispales, construye monasterios, funda la diócesis de Bamberga y hace edificar la catedral donde están sepultados él y su esposa. Su interés por los aspectos litúrgicos se hace patente porque solicita la introducción de la recitación del credo en la Misa dominical.
El amor y fidelidad a santa Cunegunda
Sin duda, uno de los aspectos que más impactan de su vida fue la profunda unión con su esposa, santa Cunegunda. No lograron tener hijos, aunque no se sabe si fue por una elección de castidad de los cónyuges o por alguna otra causa.
Sin embargo, contrario a las costumbres de la Alta Edad Media ante casos similares, Enrique se negó a repudiar a Cunegunda, decisión que contribuye a su fama de santidad y que, probablemente, tenía su origen también en los comportamientos de sus predecesores: los Otones observaron siempre una estricta monogamia, no tuvieron hijos ilegítimos, ni repudiaron a sus esposas.
Una elección que testimonia, sin lugar a dudas, un profundo respeto por el sacramento del matrimonio y amor por su esposa. Enrique II murió el 13 de julio de 1024 y fue canonizado en 1146 por el Papa Eugenio III.