Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
El pasado 10 de mayo hubo una misa de acción de gracias por la fundación del Instituto Técnico Santa Luisa de Marillac ubicado en San Sebastián de Yalí, Jinotega. «La educación debe ser fuerte y tierna», se recordaba en aquel entonces a través de las redes sociales.
Detrás de esta institución se encuentra la potente figura de santa Luisa de Marillac, quien fuera –además de esposa, madre, viuda y religiosa francesa conocida como patrona de los cuidadores- cofundadora (junto a Vicente de Paúl) de las Hijas de la Caridad.
En ese sentido, un día antes, el 9 de mayo, se celebró a esta fundadora con el siguiente mensaje:
«Hoy la Iglesia celebra a Santa Luisa de Marillac, mujer fuerte y generosa. Formadora de catequistas, maestras y enfermeras. "Estamos llamadas a tratar a los pobres exactamente como lo haríamos a Jesús: con capacidad, amabilidad, compasión y generosidad", enseñó que nuestra forma de servicio es tan importante como el servicio en sí».
Toma y expulsión de religiosas
Sin embargo, todo esto -cargado de espíritu de servicio y amor a los más necesitados- contrasta con lo acontecido recientemente vinculado a este instituto.
Según reseñaron diversos medios locales como Despacho 505, en la noche del 29 de mayo, la Policía leal al régimen de Daniel Ortega se tomó con violencia el sitio educativo, algo que también fue difundido por la abogada Martha Molina, la autora del trabajo de investigación titulada «Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?».
Junto al accionar del régimen con respecto a este instituto (toma y confiscación), también se informó de la orden de expulsión de tres religiosas.
«Horas de terror» y en la madrugada
«Fue en la madrugada, llegaron al colegio, unos entraron y otros rodearon el lugar. En minutos tenían todo rodeado».
Estas palabras, reproducidas por otro medio local como Artículo 66, pertenecen a una madre que tiene hijos en el centro educativo religioso. Su testimonio da cuenta de cómo ha sido la toma del colegio de parte de la Policía y civiles armados en horas de la madrugada.
En ese informe se indica también que las religiosas que administran el centro educativo, con décadas de servicio en esa zona de Nicaragua tal cual confirma la reciente celebración, vivieron momentos de terror.
Un miedo similar se apoderó de varios de los pobladores de la zona. «Sentí mucho miedo y me alejé rápido de ahí. No sé qué va a pasar con las monjitas, ni con el colegio, pero afecta a todos», dijo en una primera instancia uno de los habitantes del lugar, añade Artículo 66.
Por su parte, el medio nicaragüense Confidencial, en base a EFE, recuerda que la semana pasada también fue intervenido el colegio Susana López Carazo. En ese caso, un sitio perteneciente a las Hermanas Dominicas de la Anunciata en el departamento de Rivas (sur de Nicaragua). Tres religiosas de esa comunidad también fueron expulsadas.
Cuentas bancarias de la Iglesia congeladas y palabras que calan hondo
Esta nueva arremetida del régimen contra la Iglesia en Nicaragua es tan solo una «perla» más de todas las acciones emprendidas desde hace varios años –en especial desde la rebelión de abril de 2018- y que tuvo en los últimos días otro capítulo llamativo cuando trascendió que el régimen sandinista ha ordenado cerrar cuentas bancarias de varias diócesis acusadas de «malversación de fondos» como «parte de una red de lavado de dinero», tal cual publicó Aleteia a través de un reporte de Jaime Septién.
En tanto, la salida de más religiosas –lo propio con respecto a la detención de sacerdotes como sucedió también recientemente en Matapalga y Estelí- no hace más que confirmar un éxodo que debe llenar de dolor a los cristianos en América Latina.
Es en este duro contexto donde estas palabras con referencias al servicio, curiosamente también difundidas en las redes sociales de las Hijas de Santa Luisa de Marillac, cobran vigor:
«La vida fraterna en común es una condición absoluta de nuestra vida comunitaria. Alimenta y fortalece la misión de cada una, en ella se rehacen de continuo las fuerzas. El servicio es el que da sentido a la vida comunitaria, que sin Dios no tendría razón de ser».