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Se cumple un año de la invasión rusa a Ucrania. Del 24 de febrero de 2022 en que, de madrugada, los rusos comienzan el ataque por tierra, mar y aire. Bombardeos que destruyen edificios enteros y sobre todo vidas. Rompen familias.
Ayuda a través de la parroquia
En medio del dolor y la destrucción toda ayuda es poca. Aquí entran en juego los sacerdotes como Pedro Zafra.
Aleteia le entrevistó por primera vez hace 10 meses, en abril de 2022. Poder hablar de nuevo con él y mantener una conversación no ha sido fácil. La conexión es inestable y la situación en Kiev es ahora muy tensa. Pero explicar lo que ocurre forma parte de su testimonio de vida.
Él lleva en Kiev más de 10 y la guerra le ha pillado allí, sirviendo a los demás y llevando a cabo su misión, la de anunciar a Jesucristo.
"Nosotros, desde el principio, abrimos la parroquia a los parroquianos y a todos los que necesitaran ayuda. Distribuíamos la ayuda humanitaria que nos llegaba procedente de diferentes países".
"Vienen todos aquellos que no pudieron escapar o que han decidido quedarse en el país."
El miedo no impedía que la gente acudiera
Los primeros días seguían celebrando sus misas y ofreciendo los sacramentos a todos aquellos que lo solicitasen. Lo hacían en un búnker, bajo el edificio. Allí acudían cuando sonaban las sirenas para protegerse de los bombardeos. El miedo no impedía que la gente acudiera, incluso, en estos momentos en los que sus vidas corrían peligro.
La gente se acerca a la Iglesia
Consolaban a todos los que llegaban y no sólo les ofrecían ayuda material sino espiritual. "Nosotros seguimos llevando a cabo nuestra misión aquí, que es evangelizar. Dios ve el sufrimiento en el pueblo ucraniano. No es ajeno", explica Zafra.
En medio del dolor, la gente se acerca a la Iglesia, mira al cielo y busca consuelo. Se hace casi imprescindible. "En todo este año hemos visto cómo la gente que no era de Iglesia, que no era creyente, se ha acercado a la Iglesia. Venían a buscar ayuda material, que nosotros les dábamos, pero después se han ido quedando, han encontrado el consuelo."
"Muchos de ellos ahora asisten a misa y miran a Dios. Reciben los sacramentos. Comprueban como Él está presente y no les ha dejado en medio de esta situación."
Un año después
El día a día en el país es muy duro. Los ataques continúan y el combate entre rusos y ucranianos es diario. Rusia ataca y Ucrania no se rinde. Ha plantado cara al ejército de Vladimir Putin. 365 días de conflicto que dejan, según la ONU, más de 8.000 civiles muertos, 300.000 soldados rusos y ucranianos heridos o asesinados.
El éxodo de refugiados ucranianos es el mayor en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Seis millones de desplazados internos y más de ocho millones de refugiados, la mayoría en Polonia y Alemania.
"Pasado este tiempo la gente ve que Dios no les ha abandonado. Dios está presente en medio de nosotros y lo vemos."
"Damos gracias a Dios cada día por el don de la vida."
Pero "no solo reciben los ucranianos, las familias que vienen a la parroquia", sino también los sacerdotes que allí trabajan. Como explica Pedro Zafra, "nosotros también recibimos ayuda, lo hacemos a través de las personas que se han solidarizado con la causa y que han aportado su granito de arena."
"Seguimos con nuestra misión que es anunciar a Jesucristo."