En el Evangelio Jesús enseña algo importante sobre la misión cristiana a través de tres cosas que conocemos bien porque forman parte de nuestra vida cotidiana: la sal, la ciudad y la luz:
Vosotros sois la sal de la tierra
La sal, en la época de Jesús, se consideraba esencial para la vida. Es lo mismo hoy. Da sabor a los alimentos y los conserva.
La sal se usaba en el Templo de Jerusalén para las ofrendas de comida. En el pasado, comer sal juntos significaba confirmar un acuerdo importante, llamado pacto de sal con el Señor.
La sal es, por tanto, algo que no puede faltar en la vida humana en todas sus dimensiones: en las necesidades de la vida cotidiana, en la gloria de Dios y en la relación con los demás.
Jesús relaciona la sal con nuestra misión en el mundo, que es dar el sabor de Dios a nuestras vidas y a las de los demás.
Vosotros sois la luz del mundo
Se necesita luz todos los días. Sobre todo cuando cae la noche.
En la antigüedad se utilizaban, entre otras cosas, lámparas de olivo. En comparación con la luz eléctrica actual, daban una luz bastante débil, por lo que había que exponerlas.
La luz también desempeñaba un papel importante durante las fiestas judías. Las velas encendidas en el Templo de Jerusalén, en las sinagogas o durante el Sabbat en los hogares traían alegría y eran un signo de la guía de Dios.
Jesús subraya la función de la luz: iluminar, hacer visible, mostrar el camino y ser un punto de referencia.
Esta es precisamente la misión de los cristianos en el mundo: mostrar los caminos de Dios, ser una luz en las tinieblas de este mundo.
La ciudad en una colina no puede ser escondida
La ciudad en la montaña es Jerusalén, y en ella estaba el templo más alto. La Biblia describe repetidamente a Jerusalén como la ciudad elegida donde Dios quiere estar y que ha de ser un buen ejemplo para otros pueblos y atraerlos hacia Dios.
Asimismo, los cristianos deben llevar a otros a Dios. Así como Jerusalén es una ciudad santa, los creyentes en Jesús deben brillar con santidad de vida.
¿Cómo llevar a cabo esa misión?
Jesús nos da a cada uno de nosotros la tarea de ser sal, luz y ciudad en la montaña para las personas que encontramos todos los días en la vida.
Él está con nosotros y siempre podemos preguntarle cómo hacerlo, pedir ayuda. ¿Cómo queremos cumplir nuestra misión esta semana?