Luego se formó en una escuela de variedades, Les Studios Alice Dona, el antecesor de Star Academy, y participó en una clase magistral de composición musical con Francis Cabrel.
Poco a poco, sin dejar de formarse con profesionales del oficio, se fue dando a conocer al público. Será en particular una velada en el cabaret Aux Trois Mailletz de París la que lanzará su carrera.
Así, en el año 2000, se encuentra en los estudios de Sony Music y firma un contrato con el sello Epic, que la proyecta en una larga colaboración de al menos cinco álbumes.
Epic es el mismo sello que produce Michael Jackson. Muy rápidamente Stéphanie, bajo el nombre de artista Lauren Faure, lanzó su primer álbum Regards de Femme.
Comenzó a cantar con artistas ya establecidos, como Patrick Fiori e Isabelle Boulay, a abrir conciertos, a aparecer en programas de televisión y a aparecer en la radio.
Tras estos prometedores comienzos, la joven cantante siente que su carrera por fin despegará. Sin embargo, aquí es donde todo cambia.
Todo estalla, todos mis hitos, sobre un suelo que ya estaba enfermo y sufriente.
"La crisis del mercado discográfico está llegando a Europa y Francia. Hay una caída en las ventas, nuevas formas de acceder a la música, descargas ilegales. Esto sacude por completo a la industria discográfica, que no había previsto para nada esta crisis", confía a Aleteia.
Los que más sufren esta crisis son los artistas que aún no están muy consolidados. Grandes empresas de la industria musical comienzan a fusionarse, como Sony Music con BMG, y pierde su contrato, como muchos otros artistas en desarrollo.
A sus 29 años, "es como un despido, un gran revuelo y por lo tanto el final de un sueño", dice.
Al mismo tiempo, su madre enfermó de una enfermedad neurodegenerativa, sin tratamiento: la enfermedad de Charcot. Es un pasaje doloroso para la joven cantante: "Todo estalla, todos mis hitos, en un suelo que ya estaba enfermo y sufriente."
Su conversión espiritual
Este punto de inflexión fue una gran decepción para el joven artista. Fue después de esta difícil ruptura que se volvió hacia Dios y llamó a la puerta de la Catedral de Senlis.
Aunque bautizada de niña, Stephanie había crecido en un ambiente poco fervoroso, con una madre rebelde a Dios y un padre que creía por "conveniencia". Sin embargo, el Miércoles Santo de 2007, se vuelve hacia Dios y comienza a ver el camino. Durante aquel año se hizo cristiana, pidió los sacramentos e hizo la primera comunión un año después, en el momento de la Vigilia Pascual.
"Nunca llegamos tarde con Dios. Nos atrapa cuando lo necesitamos."
Dos días después, el Lunes de Pascua, su madre, que había seguido su camino y experimentado una reconciliación con Dios, fue llamada de regreso al Cielo.
"Fue una experiencia fundamental para mí, de muerte y resurrección, en torno a la Pascua", confiesa.
"Nunca llegamos tarde con Dios. Él se apodera de nosotros en el momento en que lo necesitamos y fue en este preciso momento de mi vida que necesitaba esta fuerza y este signo que viene de Él, a través de la Eucaristía."
Su reconversión profesional
Stéphanie experimenta así una fuerte conversión espiritual, pero al mismo tiempo se pregunta qué sentido le va a dar a su vocación de música.
Unos años antes, durante las Victoires de la Musique, había escuchado a la cantante Zazie, en el escenario, hablar sobre un proyecto entre un hospital y una discográfica.
"Escuché la palabra musicoterapia y ahí se produjo una especie de revelación", le dijo a Aleteia.
En ese momento, la palabra resuena muy fuerte en ella. Entonces decidirá seguir una formación en la escuela de musicoterapia.
"La música y el canto siempre han representado para mí un medio de resiliencia y expresión. Siempre me han dado fuerza en los momentos difíciles de mi vida. Si para mí habían sido beneficiosos, estaba claro que podían ser terapéuticos para otros, mucho más aún para personas enfermas o discapacitadas."
Así, en 2007 comenzó a trabajar como musicoterapeuta en el ámbito hospitalario y en particular con personas con Alzheimer y niños prematuros. Con la musicoterapia, utiliza la música en todas sus formas -desde su voz hasta el ukelele, desde el piano hasta la percusión- buscando romper el aislamiento de la persona, brindar apoyo psicológico y estimular la comunicación.
Para personas con Alzheimer
Stéphanie comenta que las sesiones de musicoterapia con personas con Alzheimer "les proporcionan un verdadero placer y crean una experiencia de comunión. Hacer ritmo sobre música ya existente o sobre improvisaciones les resulta estimulante porque son personas que pueden ser apáticas y desmotivadas", explica.
"Como pueden verse afectados en cuanto a las facultades del lenguaje, pierden el uso de las palabras, de la sintaxis. Por otro lado, escuchar música y cantar son tareas que pueden realizar, incluso en etapas avanzadas. ¡Esto los hace competentes y les da verdadera alegría porque, en estas tareas, tienen éxito!"
Con niños prematuros
Stéphanie también trabaja en el departamento de neonatología, donde acompaña a niños prematuros, a veces incluso nacidos en el sexto mes y medio de embarazo, y que se encuentran en un entorno altamente medicalizado y técnico. Durante estos frágiles primeros meses, anima a los padres a introducir la música en la vida cotidiana del niño. También para ellos es a menudo un momento de rejuvenecimiento y descanso del espíritu. Las sesiones se viven con el bebé, piel con piel, con la madre o el padre. "Pueden tener una experiencia de sincronización de esa manera. Viven y perciben lo mismo al mismo tiempo, y de hecho, su ritmo fisiológico concuerda con la música y concuerda entre ellos", dice. Los bebés reaccionarán así al escuchar música y se calmarán.
"Cantar canciones nuevas"
Al mismo tiempo Stéphanie Lefebvre descubre la alabanza en la Catedral de Senlis, comienza a animar misas, vigilias en su parroquia y a formarse en la liturgia. Sin embargo, en el fondo sabe que quiere ir más allá.
En efecto, esta necesidad de escribir, de componer y de expresar su creatividad está siempre presente en ella. Así, dejándose inspirar por la Palabra de Dios, que se hace cada vez más viva, escribe canciones.
Ella lee la Biblia y un día Dios la llama a crear nuevos cánticos y ella consigue "hacer de ello un poco su miel".
En 2015, lanzó su primer álbum cristiano Aimer, seguido de L'Armor en 2018 -donde cantó una canción a dúo con Grégory Turpin- y finalmente en 2021, su último álbum Misionero sin barco.
"Creo que el Señor también nos da esta herramienta, la música, para poder seguir experimentando alegría y relacionarnos", dice.
Entusiasmada con su profesión, Stéphanie sabe que aún se abrirán nuevos caminos en su corazón y en el de los demás, gracias a la música.
Artículo de la edición francesa de Aleteia. Su autora es Aline Iaschine.