Inmediatamente después del fallecimiento de Benedicto XVI, en diversos ámbitos –también en algunos supuestamente católicos, pero imbuidos de un fuerte espíritu sectario y fanático– corrieron como la pólvora las teorías más estrafalarias sobre lo que, según ellos, habría ocurrido en realidad.
De forma que se han configurado unas explicaciones de tipo conspiranoico que, a pesar de su irracionalidad e incluso de las contradicciones que se dan entre ellas, están logrando una cierta popularidad en círculos reducidos, tanto en sectores quizás más tradicionalistas como en personas críticas con el papa Francisco.
Las redes sociales sirven como inevitable altavoz para poder propagar ideas que, por su falsedad, no encontrarían eco en medios de comunicación serios. ¿Hacemos mal en recogerlas aquí? No, ya que el propósito de este artículo es mostrar su carácter ridículo y falto de todo sentido común.
El asesinato del Papa
Es inevitable cuando nos referimos a asuntos de la Santa Sede: según algunos, el papa emérito Benedicto XVI habría sido asesinado. Lo que para muchos podría constituir un argumento curioso para una novela dedicada a intrigas vaticanas (del estilo Dan Brown), es presentado como la realidad (¿deseada?) por parte de algunas personas.
Si la información facilitada por el Vaticano habla de una muerte natural, lo más socorrido es buscar otra causa en el fallecimiento de Joseph Ratzinger. Partiendo del dogma conspiranoico de que todo lo que nos cuentan los medios de comunicación es falso, la primera hipótesis ante la muerte de Benedicto XVI es que habría sido asesinado.
¿Y por qué? Como veremos después, estas ideas están siendo difundidas sobre todo por personas que nunca han reconocido al papa Francisco. Así que los partidarios del pontífice anterior habrían urdido un plan para librarse de la "sombra incómoda" del papa emérito.
No: habría sobrevivido
Otra de las teorías que más está circulando en algunos entornos es la de que Benedicto XVI –a quien los autores de este rumor consideran "el último Papa"– no habría muerto, y todo esto sería una simulación. Porque lo consideran el último obstáculo para la llegada del Anticristo al mundo, según sus cálculos apocalípticos.
Imágenes del traslado de su cuerpo hacia la Basílica De San Pedro (Galería)
En este contexto, "la sinagoga" que dominaría el Vaticano (adviértase aquí el tono antisemítico de esta ideología) y que quiere acelerarlo todo, y por eso han hecho todo un "montaje" para simular la muerte de Benedicto XVI. Esta estrategia se habría puesto en marcha recientemente para mostrar el declive físico del papa emérito y, por fin, su muerte.
Pero todo sería un engaño y una manipulación, ya que, según los personajes siniestros que divulgan esta hipótesis, tanto el tercer secreto de Fátima como las (falsas) profecías de María Divina Misericordia hablarían de la muerte de Benedicto XVI fuera de Roma. El funeral que se va a celebrar, entonces, serviría para enterrar a un falso papa, no al verdadero Ratzinger.
Adaptar la realidad a una idea preconcebida
"De todo esto no tengo pruebas", afirma un difusor de esta teoría de la conspiración, "pero Benedicto no ha muerto, porque tiene que cumplirse la parte más importante de la profecía de Fátima, y otras profecías que señalan que el Papa muere fuera de Roma, y antes tiene que confirmar teológicamente otras profecías".
Esto demuestra cuál es el procedimiento habitual de las teorías de la conspiración: lo que importa no es la verdad, sino la convicción propia. Entonces, si la realidad va por un lado –en este caso, la muerte del anciano papa Ratzinger–, todos los hechos se adaptan a la idea que se tiene. Y en el caso de que no concuerden, se descartan como hechos falsos, manipulaciones o simulaciones.
Han llegado al extremo ridículo de intentar "demostrar", con las primeras fotos del cadáver de Benedicto XVI difundidas por la Santa Sede, que no es el cuerpo del pontífice alemán, sino de otra persona.
Podrían traerse a colación muchas teorías fantasiosas más, como que Benedicto XVI habría muerto ya en 2019 y en los años posteriores habría sido suplantado por un doble, o que era un reptiliano (extraterrestre con ansias de dominar el planeta) que habría llegado hasta la cúpula de la Iglesia católica. Hasta ahí llega la irracionalidad.
¿Qué hay detrás?
Los grupos y personas que difunden estas teorías –y otras– se retratan muy bien cuando, por ejemplo, denominan a la Iglesia católica actual "la Falsa Iglesia Bergogliana". Se trata de grupos que nunca han aceptado la legitimidad del papa Francisco, a quien se refieren con todo tipo de descalificaciones.
Para ellos, Bergoglio –al que no suelen llamar por el nombre que eligió como pontífice– sería un farsante, un impostor, o incluso "el falso profeta" que precedería la llegada del Anticristo. Una vez muerto Benedicto XVI, que sería para ellos "el último Papa verdadero", se desencadenarían los tiempos del fin.
En un canal de Telegram que cuenta con miles de seguidores, su responsable escribía, pocas horas después de la muerte de Ratzinger: "el Papa ha muerto. La sede está vacante. Se avecinan tiempos malos”. Y añade: “¡Qué solos nos hemos quedado! ¡Dios nos asista!". Como puede observarse, al desprecio a Francisco se une una visión negrísima de la realidad.
Una llamada al sentido común
Como siempre, urge una llamada al sentido común para todo el mundo. Y, para los creyentes, específicamente hay que añadir una vivencia sana de la religión que incluye fe y razón. La fe pierde su esencia y se vuelve demoníaca cuando cae en la irracionalidad. Algo que Benedicto XVI repitió a lo largo de su ministerio.
Los católicos confían en que Cristo es quien lleva el timón de la Iglesia. El testamento espiritual del recién fallecido papa emérito deja muy claro lo que deja, como legado, a los fieles… y los que tanto reclaman su enseñanza (incluso contra el pontífice legítimo actual, Francisco) deberían aplicarse esas palabras, dejando fuera toda teoría irracional: "no os dejéis apartar de la fe… ¡Manteneos firmes en la fe!".
Porque, a pesar de los errores y pecados de la Iglesia y de sus pastores, "Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo".