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Entre los muros de un convento andaluz, la religiosa María Gracia Martín habla con Dios, escribe sus reflexiones y comparte algunas de ellas con los lectores de Aleteia. En esta ocasión, una preciosa oración que puede inspirar a una persona entrada en años un diálogo con su creador:
Sentía yo al despertar, Señor, tu amor grande y poderoso sobre mí.
Me amas mucho, Señor, no porque yo sea buena y me lo merezca,
me amas porque Tú eres bueno, eres la Bondad, y yo soy muy pobre.
Siento cerca las dificultades, pero más cerca te siento a ti, Señor.
"Eres el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano,
me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad"
"Oh Dios restáuranos, que brille tu rostro y nos salve" .
En este momento de la historia, Señor, en el que proyectas grandes hazañas,
"danos tu luz y tu verdad, que ellas nos guíen", te pedimos con el salmista.
Intuyo, Señor, la novedad que nos preparas, y la gozo aunque no la vea aquí.
Gracias, porque me permites vivir en anchura, profundidad y altura.
Vivo en dolor, gozo y amor, la situación del planeta Tierra y de la Humanidad.
"Danos vida, Señor, para que invoquemos tu nombre"
Sí, danos vida, tu Vida, danos inteligencia para entender y acoger tus planes.
Danos tu Espíritu, Señor Jesús, para comprender y abrirnos a los deseos del Padre.
Entendiendo...
Qué difícil es entender la historia si no se la profundiza desde la propia experiencia...
Elías, Juan y Jesús, los grandes de la Historia, terminaron aparentemente fracasados.
Conozco yo el sabor del fracaso y del dolor. Pero ¿en verdad he fracasado? ¡No!
Los caminos de Dios son más altos que los nuestros, también sus planes.
Doy gracias a Dios de ser tan mayor. Ahora entiendo el plan de Dios sobre mí.
Todo lo sufrido: soledades, fracasos, enfermedades... Fue el paso de Dios por mi vida.
A través de tiempo, vivido todo en silencio, he crecido como mujer y como monja.
Me despojó, me dejó pobre, libre y en camino hacia la Pascua con todos los hermanos.
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