Tras lo que fue definida por medios de comunicación en todo el mundo como la mejor final de la historia de los mundiales, la selección Argentina obtuvo la Copa del Mundo de Catar, la tercera de sus vitrinas. Y su capitán, Lionel Messi, cumplió su sueño.
Sus primeras declaraciones a la televisión fueron las siguientes: «Es impresionante que pueda terminar de esta manera. Sabía que en algún momento Dios me lo iba a regalar y no sé por qué presentía y sentía que iba a ser esta. Una vez más me hizo dar una felicidad enorme».
Fue una final para el infarto
Argentina se adelantó por 2 a 0 con goles de Messi y Ángel di María, con un nivel superlativo, pero sobre el final del tiempo reglamentario una ráfaga del gran artillero del PSG Kylian Mbappé ganó media hora más de tiempo suplementario. Nuevamente, en 10 minutos que todo cambió Argentina logró adelantarse con otro tanto de Messi, inmediatamente igualado por Mbappé.
En los penales, Argentina se adelantó por un penal atajado por Emiliano Martínez y uno errado por Francia, y Gonzalo Montiel selló la victoria. Pero instantes antes, se lo vio a Messi mirando al cielo, balbuceando, pidiendo una ayuda más, mientras Lautaro Martínez a su lado se santiguaba.
Si hay algo que en el Mundial de Catar quedó de manifiesto, es la libertad con la que los futbolistas expresaron sus creencias religiosas, desterrando por completo aquella iniciativa de algunos funcionarios de la FIFA previas al Mundial de Sudáfrica de sancionar las expresiones públicas de la fe de los jugadores. Tanto manifestaciones cristianas como islámicas fueron habituales en cada uno de los partidos. Y no fueron la excepción en la selección ganadora, desde su entrenador Lionel Scaloni hasta su máxima estrella.
Hasta en los conventos
Literalmente millones de argentinos se volcaron a las calles y plazas de las ciudades para celebrar la victoria. Incluso frente a templos, con clara señal de gratitud. Incluso en los conventos. Este cronista pasó por el frente de la casa de las Hermanas Pobres Bonaerenses de San José, quienes emocionadas y con insignias nacionales sin dejar de lado su hábito saludaban a los miles de simpatizantes e incluso se sonrojaban cuando uno les decía que después de esta alegría quedaba la beatificación de su fundadora Camila Rolón.
Desde Córdoba, las hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús compartieron un video en redes sociales mostrando cómo desde su propio convento rezaban y alentaban, incluso cantando la canción más escuchada en Catar y la Argentina, «Hoy nos volvimos a ilusionar». Jóvenes, ancianas, todas, con el detalle de pedir además por la vida del futbolista iraní Amir Nasr-Azadani.
Catequista compositor
El cuasi himno de la hinchada argentina cantada por las hermanas fue compuesto inspirado en la música de una canción de la Mosca por Fernando Romero, un catequista que en su perfil de Twitter escribe ante todo: «Racing, Jesús» y que celebra la amistad citando al Eclesiastés en el capítulo 6 cuando dice: «Un amigo fiel es un refugio seguro: el que lo encuentra ha encontrado un tesoro».
En una entrevista con el diario Olé Romero explicó que escucha rock, cumbia, folclore y música religiosa para conectarse mejor con sus alumnos. Ante el masivo éxito de la canción, interpretado por la propia banda original y elegido por los jugadores campeones del mundo como su canción favorita, le ofrecieron realizar el viaje a Catar. Pero lo rechazó porque no le parecía sensato gastar ese dinero: «Creo que hay un montón de cosas para encargarse antes como país antes de llevarme a mí a Catar. Ojalá que eso sea lo que nos ponga a todos en común y hagamos algo por los que más sufren».
Sin grietas
Este mundial deja una selección ganadora, respaldada por el aliento, y la oración, de una nación. La serena reflexión del defensor campeón del mundo Nicolás Tagliafico, minutos después de la conquista, pone en palabras la sensación que quizá todos, en Catar, y en la Argentina, sintieron: «Cuando estamos juntos todo es mejor».