«Cuando confiamos demasiado en nosotros mismos y no en la gracia de Dios, entonces el Maligno (el diablo) encuentra la puerta abierta. Entonces organiza la expedición y toma posesión de esa casa (de ese corazón)». Así lo dijo el papa Francisco durante la Audiencia General de esta mañana, 14 de diciembre de 2022, en el Aula Pablo VI, donde se reunió con grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.
Francisco dedicó hoy su catequesis al «discernimiento», específicamente al tema de la «vigilancia espiritual» del corazón (Lectura: Mt 12,43-45). Explicó que «el diablo» es un «aguafiestas», que llama a la puerta del corazón con amabilidad cuando está el «viento en popa» en lo mejor de la vida. Por ello, advirtió del daño espiritual que produce la excesiva confianza de sí mismo.
Algo que abre de par en par la puerta al mal, y recordó el Evangelio cuando Jesús advierte que después de sacar a un demonio del corazón, luego éste regresa con siete más: «Y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio» (v. 45).
«¿Pero el amo no se da cuenta?. No, porque estos son los demonios educados, entran sin que te des cuenta. Llaman a la puerta y al final mandan». «Cuidado con este demonio cortés, que se hace pasar por un gran señor», la invitación espontánea del Papa - sin mirar las hojas en la mano -, que instó a «proteger la casa de este engaño de demonios corteses», del que también deriva la «mundanidad espiritual».
Por eso, el Papa insistió que el diablo se presenta angelicalmente para desordenar el corazón. «La tentación viene disfrazada de ángel», volvió a decir papa Francisco fuera del texto: «el diablo sabe disfrazarse, entra con palabras amables, te convence y al final la cosa es peor que al principio.»
La puerta abierta de par en par al «maligno»
En este sentido, el Papa instó a vigilar y dejar atrás la vanidad que llena el corazón de excesivo amor propio y que deja a los demás fuera, especialmente a los más pobres y necesitados, el ejemplo elegido por el Papa es el de la parábola evangélica en la que el dueño de la casa no se da cuenta de la invasión de espíritus malignos:
«Sí, pero quizá precisamente por esto se había enamorado demasiado de la casa, es decir de sí mismo, y había dejado de esperar al Señor, de esperar la venida del Esposo; quizá por miedo a arruinar ese orden ya no acogía a nadie, no invitaba a los pobres, a los sin techo, esos que molestan... Una cosa es cierta: aquí se trata del orgullo malo, la presunción de ser justos, de ser buenos, de estar bien».
El diablo vuelve siete veces más fuerte
Precisamente, Francisco explica que es cuando la persona siente que tiene la casa - el corazón - en orden, cuando el Maligno vuelve a la carga con más fuerza.
«Parece imposible, pero es así», argumentó Francisco, que con sus propias palabras dijo: «Tantas veces somos derrotados en las batallas por esta falta de vigilancia. El Señor ha dado tantas gracias, y al final no somos capaces de perseverar en estas gracias y lo perdemos todo, porque perdemos la vigilancia. Y entonces nos engañan, alguien entra y 'saluda', el diablo hace estas cosas. Y desgraciadamente la experiencia lo confirma. Cada uno puede también verificarlo pensando en la propia historia personal».
No es suficiente el discernimiento
Por tanto, insistió, «no basta con hacer un buen discernimiento y realizar una buena elección», concluyó el Papa: «Debemos permanecer vigilantes, custodiar esta gracia que Dios nos ha dado. Si te dijera: ¿qué pasa en tu corazón? Quizá no seamos capaces de decirlo todo. Vigila, custodia tu corazón. La vigilancia es signo de sabiduría, es signo sobre todo de humildad, que es el camino maestro de la vida cristiana».