Quienes somos fans absolutos de Mel Gibson intentamos ver todo cuanto rueda. Aunque antes de la pandemia su ritmo era normal y en su filmografía primaba la calidad, en 2022 ha estrenado seis películas como actor, casi todas en papeles secundarios y meramente testimoniales.
Suponemos que este ritmo laboral tan intenso quizá se deba a motivos económicos vinculados a "La Pasión de Cristo: Resurrección", que lleva un tiempo en pre-producción y que en principio financiará él mismo.
Como nosotros ya hemos visto estos filmes, un par de ellos proyectados en los cines y los demás estrenados en plataformas de streaming, vamos a guiar a los espectadores. Mi consejo es que no vean los tres primeros, pero intenten darle una oportunidad a los restantes. Gibson sólo protagoniza uno, lo que significa que en los otros comparece diez o quince minutos, se luce y cobra el cheque. Empezamos por las malas películas.
"Agent Game"
Aquí, Gibson da vida a un oficial de inteligencia envuelto en un thriller de espías. Pese a su reparto, que completan Dermot Mulroney y Jason Isaacs, dos actores con oficio, el filme roza la serie B y, aunque sus primeros minutos anuncian algo con estilo, pronto éste se diluye en una trama confusa, personajes planos y una producción barata en la que sólo destacan los diez minutos de Gibson. Es más floja de lo que parece.
"Misión Panamá"
Es aún peor que la anterior. Cuando uno llega a los créditos finales, ya ha olvidado el resto. El héroe en horas bajas es Cole Hauser, quien no posee el talento suficiente para llevar sobre sus hombros todo el peso del filme pero cumple con su mezcla de chulería y testosterona. Gibson es, de nuevo, un agente de la CIA y su papel es tan breve como eficaz: aplasta a su colega de casting en cada intervención en esta cinta ambientada a finales de los 80 y que involucra al gobierno sandinista, la central de inteligencia norteamericana y la Contra de Nicaragua. Muy mala.
"Punto de mira (Hot Seat)"
Resulta, por fortuna, un poco más divertida que las anteriores (aunque es igual de tosca). El protagonista es Kevin Dillon, un experto en seguridad informática al que una voz misteriosa anuncia que, bajo su asiento en la oficina, hay una bomba. Sólo podrá librarse si, con sus conocimientos cibernéticos, le ayuda a perpetrar un robo. Gibson es un oficial de la brigada antibombas que, desde fuera, intentará acceder al edificio y sacarle del brete.
"El milagro del Padre Stu"
Probablemente, la mejor de las películas de Gibson en 2022. Dirigida por su mujer y protagonizada por su colega Mark Wahlberg, ya hemos hablado de ella en Aleteia, así que no insistiremos más.
Ésta es de las buenas y el héroe de “Braveheart” permanece más tiempo en pantalla en el papel de un trabajador de la construcción y padre del hombre que pasaría del boxeo al sacerdocio. Recomendable.
"El atracador perfecto (Bandit)"
Supone una pequeña sorpresa. No es que sea un peliculón, pero posee estilo, ritmo, un buen diseño de producción y el protagonismo casi absoluto de Josh Duhamel. Es la historia real del mayor atracador de bancos de Canadá. Gibson interpreta a un hombre que regenta un club de striptease y se convierte en mentor del protagonista. El propio actor dijo en una entrevista que era un cuento de moralidad porque los ladrones terminan pagando un precio, pero que le pareció una propuesta divertida. Tiene un toque cómico y entretiene mucho.
"Secuestro en directo (On the Line)"
Es la única de sus películas de este año en la que permanece todo el metraje en pantalla. Algo que se agradece porque, en las anteriores, él era lo mejor de la función. En este filme lo vemos en la piel de un locutor de radio bastante ácido y ofensivo y muy crítico con las últimas modas (internet, los tiktokers y los youtubers).
Una estrella gamberra de las ondas al que un hombre llama en directo, durante su programa nocturno, para anunciarle que ha secuestrado a su mujer y a su hija y que él tendrá que asumir sus errores y sus culpas y expiarlas. Ya al principio se topa con un joven que dice ser El Mesías, lo que revela que suele ser un imán para locos y tipos peligrosos.
La película fluctúa entre el suspense y el drama, y uno se lo pasa bien, especialmente por el carisma del actor, que aquí parece interpretar a un álter ego de sí mismo. Pero aviso: los dos giros finales puede que no convenzan a todo el mundo.