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“Un héroe”: sobre la fe, el bien, la culpa, lo correcto y la desgracia

UN HEROE

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José Ángel Barrueco - publicado el 27/11/22

Magnífico filme sobre un hombre que se inclina por una buena acción  

Al inicio de “Un héroe”, la nueva película del prestigioso cineasta iraní Asghar Farhadi, vemos este subtítulo en la pantalla: HACER EL BIEN. Avanzado el largometraje, leemos una pintada en los muros de una prisión: DIOS SE SIENTE HONRADO POR NUESTRAS BUENAS ACCIONES.

Entre esas dicotomías cree “el héroe” que se encuentra: ha hecho algo bueno y Dios le observa y le ha premiado. Pero un personaje secundario aclara que no ha hecho el bien, sino sólo lo correcto: ha cumplido con su deber y todos deberíamos hacer lo mismo; su deber con la sociedad y con el prójimo.

UN HEROE

La trama de “Un héroe” es sencilla, pero se va complicando poco a poco. Rahim (Amir Jadidi) está en la cárcel porque pidió un préstamo para montar un negocio y su socio se esfumó con el dinero; al no poder pagar a su acreedor, éste le denunció y fue a parar a prisión hasta que pudiera solventar la deuda. La situación de Rahim es más compleja de lo que parece porque su mujer le abandonó, su hijo está a cargo de su hermana y él tiene una novia en secreto (con la que espera casarse pronto). Mientras está encerrado, ella encuentra en la calle un bolso femenino lleno de monedas de oro. 

Hacer una buena acción para mantener la conciencia tranquila

Durante sus dos días de permiso, Rahim y la mujer acuerdan vender las monedas para resolver parte de la deuda. Pero, cuando están tasándolas, él se echa atrás y dice: “No tengo la conciencia tranquila”. La culpa lo carcome. Cree que deberían buscar a su dueña, devolver el bolso, realizar una buena acción. “Ponte en la piel de la pobre mujer que lo ha perdido”, aconseja él. 

UN HEROE

A partir de entonces la trama se va espesando. Tras esa decisión correcta, Rahim comete varios errores y da pasos en direcciones equivocadas que más adelante serán descubiertos para hacerle recaer en la desgracia: no es que mienta pero oculta algunas verdades, como contar que fue él quien encontró el oro.

Pone anuncios indicando que posee un bolso extraviado, involucra a los funcionarios de prisión y pronto los medios le aclaman: le entrevistan y lo convierten en una especie de héroe salvador. Incluso una ONG le premia con un diploma. Una mujer recoge el oro en casa de su hermana y llora al explicar cómo lo perdió. Mientras, la reputación de Rahim crece tanto que le ofrecen un posible puesto de trabajo en el ayuntamiento para cuando salga de la cárcel.

Ahí es cuando Rahim topa con la burocracia. Un funcionario salido de algún libro de Kafka se empeña en comprobar la veracidad de los datos: quién es la mujer que perdió el bolso, dónde vive y cómo se llama, ¿hallaron de verdad oro o se han inventado la historia?

Cuando le exige a Rahim que busque a esa señora, él es incapaz de encontrarla y advierte su mala suerte: probablemente era una impostora. Y se convierte en una especie de apestado: en la cárcel y en la ONG creen que es un mentiroso, en las redes sociales se inventan rumores, la gente le mira como si fuese un criminal… En estas escenas del filme, mientras trata de dar con el paradero de la señora, se convierte en un trasunto del padre de “Ladrón de bicicletas”.

UN HEROE

Fervor religioso, piedad divina y milagros

Llama la atención, en las películas de Farhadi (recordemos algunas: “El viajante”, “El pasado”, “Nader y Simin, una separación”, premiadas con dos Oscar y varias nominaciones), cómo las situaciones cotidianas, domésticas, se van enredando hasta adquirir la tensión propia de un thriller. Esto dota a su cine de un espesor humano y con suspense que fluctúa entre Kafka, Vittorio de Sica, Ingmar Bergman y Hitchcock. 

Lo que se ve reforzado por el carácter de sus personajes, estimulados siempre por el fervor religioso (no confundir con fanatismo). En “Un héroe” encontramos continuas alusiones a la presencia de una divinidad que observa nuestras conductas. Rahim y su familia creen que Dios les ha colocado ese oro en su camino: su fe es inquebrantable. Algunos piensan que se trata de un milagro divino.

Un taxista dice: “Ojalá Dios encuentre la forma de sacar a su hermano de la cárcel. Un hombre tan bueno no debería estar allí”. La fe de los personajes es tan sólida que los convierte en más humanos y en seres más sujetos a los dictados de la providencia. Farhadi retrata el poder de las redes sociales para condicionar nuestra vida y construir ídolos con la misma rapidez con la que luego los derriba. En este filme maneja muchos conceptos y se agradece porque nos obliga a reflexionar. No se la pierdan.     

Tags:
cine
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