"Uncharted", un filme de aventuras con Tom Holland y Mark Whalberg, se inspira en una serie de videojuegos muy populares donde los elementos católicos son la clave de sus tramas y enigmas. Veamos unos ejemplos:
Los hermanos del inicio se han criado en un orfanato cristiano regido por monjas. Las cruces que deben encontrar también sirven de llaves que abren puertas hacia pasadizos y hacia cámaras ocultas, al más puro estilo de Tomb Rider. Se incluyen referencias al Cielo y al Infierno y a las Escrituras y a algún Mandamiento.
Los héroes se adentran en templos para acceder a los secretos que les puedan conducir hacia el tesoro de Fernando de Magallanes.
En la película vemos la Iglesia de Santa María del Pi, sita en el Barrio Gótico de Barcelona. De fondo, y en la misma ciudad, también observamos la Sagrada Familia en una escena crucial en la que el padre del villano Santiago Moncada (Antonio Banderas) le dice que no tiene fe en su hijo, sino en Él.
La grandeza nace de pequeños comienzos
En el prólogo vemos a esos hermanos, Sam y Nathan Drake, un adolescente y un niño, intentando robar el mapa de Magallanes. Afirman que tienen sangre pirata en las venas porque descienden de Sir Francis Drake.
Cuando son sorprendidos durante el robo, el mayor logra escapar para evitarse la posible entrada en prisión y le dice a su hermano que un día volverá a por él. También le entrega su amuleto personal, un anillo en el que puede leerse "Sic Parvis Magna" ("La grandeza nace de pequeños comienzos").
Años después Nathan (Tom Holland) trabaja como camarero y también gana un dinero extra con pequeños hurtos. Nate recibió en años previos muchas postales de su hermano, pero no han vuelto a verse ni sabe nada de él y esa separación le sigue pesando porque es y era su única familia.
Es entonces cuando aparece Victor Sullivan (Mark Wahlberg), un buscavidas que conoce a Sam y pide a Nathan que le ayude a encontrar el tesoro de Magallanes. El cebo con el que Sully le atrae es sencillo: si hallan el oro, es posible que también encuentren a su hermano.
Así, ambos se embarcan en una aventura total que incluye templos, catacumbas, cuevas, museos, palacios, casas de subasta, barcos viejos y, por supuesto, villanos (Moncada y sus sicarios). Tampoco faltan dos mujeres fuertes, una en cada bando: Chloe (Sophia Ali) y Jo (Tati Gabrielle), capaces de utilizar todas las artimañas posibles para ganarse el camino hacia el oro.
Fe en la aventura como género puro
Algunos críticos habituados a jugar a "Uncharted" reprochan a los responsables del filme que los temas católicos sólo sean un fondo, y no profundicen en ellos como en los videojuegos.
Pero, a mi entender, "Uncharted" pretende ser un regreso al cine clásico de aventuras, sin pretensiones y rodado para ofrecernos entretenimiento. Y por eso, en este sentido, la película cumple lo que promete. Aunque no profundice, están presentes los elementos (iglesias, cruces, altares) y las alusiones (Dios, el Cielo, la fe).
Su director, Ruben Fleischer, es alguien con oficio, habituado a deleitar al espectador: ahí están "Bienvenidos a Zombieland" y secuela, "Venom" y "Gangster Squad" para demostrarlo. Para que nos entendamos: "Uncharted" no alcanza el nivel de, por ejemplo, un Tintín o un Indiana Jones, y sin embargo resulta superior a "Tomb Rider" o "La búsqueda". Divierte y distrae sin alcanzar el nivel de Spielberg.
Para quienes tenemos fe en la aventura como género redentor del ser humano, "Uncharted" también desempeña su cometido, dado que el trasfondo acaba siendo lo importante: Nathan logra que Victor mejore, que de algún modo se redima y vaya abandonando su egoísmo y su codicia; ambos aprenderán que el tesoro no siempre es el dinero, sino conceptos como la amistad y la hermandad.
Y el reparto es consistente. Tom Holland se defiende, pero nos recuerda mucho a Spiderman y sus acrobacias. Son Mark Wahlberg (en su faceta de héroe cómico) y Antonio Banderas (un villano un poco desaprovechado) quienes destacan por encima del resto.