Don José María Bordetas nació en Zaragoza (España) un 22 de julio de 1936, cinco días después de estallar la guerra civil en España. El lugar de su nacimiento no deja de ser asombroso ya que su madre dio a luz en una de las habitaciones contiguas a la capilla de la Virgen, dentro de la Basílica del Pilar.
En aquella época era habitual que los trabajadores de la basílica vivieran allí mismo, y también era común que las mujeres dieran a luz en casa, dos circunstancias que llevaron a don José María a nacer en el primer templo dedicado a la Virgen en todo el mundo (la edificación que hoy puede verse es de 1680).
Había muchos más niños que vivían en el interior del Pilar, con quienes compartía juegos y aventuras, pero el único que se ordenó sacerdote fue este cura zaragozano.
El padre de don José María empezó a trabajar en la catedral en 1932 hasta que se convirtió en el sacristán. Por esas fechas conoció a la que sería su mujer, con quien se casó en 1935, naciendo al año siguiente su hijo José María.
El día de su Bautismo bombardearon el Pilar
Pasados doce días del nacimiento, sus padres quisieron bautizar al pequeño. Sin embargo, ese 3 de agosto de 1936 coincidió con el lanzamiento de cuatro bombas desde un avión del ejército republicano encima de las inmediaciones de la basílica, dos de ellas impactando contra el templo. Lo milagroso de este hecho fue que ninguna llegó a estallar y lucen expuestas en una de las paredes de la iglesia.
El sacristán del Pilar dudó en seguir adelante con el bautismo de su hijo. Sin embargo, bien aconsejado por el canónigo penitenciario, quien iba a bautizar al niño, decidió llevarlo a cabo. "Con más motivo debes bautizarlo", le dijo. Y de esta forma tan poco usual el párroco recibió las aguas bautismales en la capilla de San José.
D. José María creció ayudando a su padre en las tareas de sacristán.
A los 7 años ya ayudaba a limpiar la capilla de la Virgen. Después de cerrar el templo al público, ya al anochecer, iba con su hermana y limpiaban juntos la balaustrada o cambiaban las velas.
Cura de pueblo un tiempo
Más adelante decidió hacerse sacerdote y se ordenó el 9 de abril de 1961, con 24 años. Su primer destino como cura fue el pequeño pueblo de Cerveruela donde estuvo 20 meses y 20 días. Él era feliz allí, siendo cura de pueblo con un estilo de vida sencillo y cercano a sus feligreses.
Capellán del Pilar desde hace 60 años
Pero enseguida lo reclamaron en el Pilar. La situación era crítica, los sacerdotes que había estaban enfermos y hacía tiempo que nadie podía hacerse cargo de la misa de infantes.
"Si el obispo me lo pide, estoy dispuesto", exclamó obedientemente. Y así el 11 de julio de 1963 tomó posesión del cargo y desde entonces es el capellán de la basílica de la Virgen del Pilar en Zaragoza. El próximo julio llevará 60 años al frente.
"Como ya sabes de qué va esto, toma las llaves y me voy". Con estas palabras lo recibió en la sacristía el más mayor de los capellanes. No hizo falta explicarle más. El Pilar era su hogar.
Reconoce estar desde entonces al servicio de la Virgen, ya sea a través del culto, de los sacramentos o de las personas. "Las personas nos las envía la Virgen. El Pilar es el santuario mariano más visitado, no tiene detrás una congregación religiosa, sino al clero diocesano, y no hacemos publicidad. Así que alguien nos tiene que traer a la gente", afirma convencido. Por lo que se convierte en una gran misión el cuidado y mimo de estas personas que trae la Virgen.
Las mejores historias de acercamiento de estas personas a la Virgen, sin embargo, ocurren en lo secreto, dentro del confesionario.
Es un gran pensador de la tradición pilarista
La venida de la Virgen, en carne mortal, a Caesaraugusta (en nombre que tenía en latín Zaragoza en el Imperio Romano), ocurrió en el año 40 d.C. La Virgen vivía en Judea, aún no había tenido lugar la Asunción.
Don José María sostiene que cómo la Virgen no iba a socorrer a Santiago, su sobrino segundo, estando Ella además viviendo con su hermano Juan. (Según las visiones de la beata Anne Katherine Emmerich, recogidas en el libro La vida oculta de la Virgen María, la Virgen María era prima de la madre de Santiago y Juan, María Salomé).
El capellán afirma que lo que más le duele es ver que se tiene una visión equivocada de lo que es la tradición del Pilar. Lo más impactante en la basílica no es el arte, ni el museo pilarista, ni el manto de la Virgen, ni las bombas y sus boquetes, ni la historia del milagro de Calanda. Lo más alucinante es la presencia de una columna pétrea de jaspe rosado, dejado por la Santísima Virgen, como prueba de su venida. Sin ella, no habría tradición. También lo es que el propio capellán al servicio del templo haya nacido allí.