Al orar a Dios por el fin de la guerra en Ucrania, puede ser tentador pedirle que obligue a Rusia a detener el derramamiento de sangre.
Lo que esto implicaría es que Dios anulara la libertad de los gobernantes y soldados rusos y los obligara a detener la violencia.
Sin embargo, por mucho que nos gustara que Dios obligara a Rusia y Ucrania a un alto el fuego, no es así como Dios obra.
Dios respeta nuestra libertad
Puede que no nos guste todo el tiempo, pero Dios nos creó como criaturas libres, no como robots que pueden ser reprogramados.
El Catecismo de la Iglesia Católica explica la libertad que Dios nos ha dado.
Dios ha querido “dejar al hombre en manos de su propia decisión”, para que pueda adherirse libremente a su Creador y llegar así a la bienaventurada perfección.
La libertad es el poder de obrar o de no obrar y de ejecutar así, por sí mismo, acciones deliberadas. La libertad alcanza su perfección, cuando está ordenada a Dios, el supremo Bien.
CIC 1743-1744
Dios no fuerza
Si no se nos diera libertad, o si nuestra libertad pudiera volverse en nuestra contra, ya no seríamos responsables de nuestras acciones.
La libertad caracteriza los actos propiamente humanos. Hace al ser humano responsable de los actos de que es autor voluntario. Es propio del hombre actuar deliberadamente.
CIC 1745
Si Dios forzara a Rusia en contra de su propia voluntad, violaría nuestra confianza en Él y haría que nuestras propias acciones estuvieran sujetas a los «caprichos» de un Dios injusto.
Si Dios nos quitara el libre albedrío, entonces todo el sistema de juicio divino estaría en peligro.
Y lo más importante: no seríamos capaces de amar a Dios si nos quitaran nuestro libre albedrío.
Los milagros y la gracia pueden influir
Sin embargo, Dios puede “influir” en nosotros de manera positiva a través de la gracia y los milagros.
Libertad y gracia. La gracia de Cristo no se opone de ninguna manera a nuestra libertad cuando esta corresponde al sentido de la verdad y del bien que Dios ha puesto en el corazón del hombre. Al contrario, como lo atestigua la experiencia cristiana, especialmente en la oración, a medida que somos más dóciles a los impulsos de la gracia, se acrecientan nuestra íntima verdad y nuestra seguridad en las pruebas, como también ante las presiones y coacciones del mundo exterior. Por el trabajo de la gracia, el Espíritu Santo nos educa en la libertad espiritual para hacer de nosotros colaboradores libres de su obra en la Iglesia y en el mundo.
CIC 1742
Esencialmente, la gracia puede obrar dentro de nuestros corazones para que podamos elegir libremente amar a Dios.
Así es como nuestras oraciones pueden influir positivamente en Rusia y Ucrania, inundando a los políticos y líderes de ambos países con un río de gracia, brindándoles todas las oportunidades para detener la guerra.

Aceptar a Dios
Además, los milagros pueden impactar aún más la libre elección de una persona, dándole aún más oportunidades para elegir libremente a Dios.
Los signos que lleva a cabo Jesús testimonian que el Padre le ha enviado. Invitan a creer en Jesús. Concede lo que le piden a los que acuden a él con fe.
Por tanto, los milagros fortalecen la fe en Aquel que hace las obras de su Padre: éstas testimonian que él es Hijo de Dios.
Pero también pueden ser «ocasión de escándalo» (Mt 11, 6). No pretenden satisfacer la curiosidad ni los deseos mágicos. A pesar de tan evidentes milagros, Jesús es rechazado por algunos (cf. Jn 11, 47-48); incluso se le acusa de obrar movido por los demonios (cf. Mc 3, 22).
CIC 548
Los milagros no pueden obligar a Rusia o Ucrania a detenerse, pero les dan la oportunidad de aceptar o rechazar a Dios.
Puede que Dios no nos obligue a detener la guerra, pero puede (y lo hará) proporcionarnos la gracia y los milagros que necesitamos para elegir libremente detener la violencia.
