El martes 30 de agosto falleció, a los 91 años, Mijaíl Gorbachov, el último líder de la Unión Soviética. Dirigió, en los años finales de este sistema que supuso un cambio de época (entre 1985 y 1991), la llamada perestroika; y fue Premio Nobel de la Paz.
La perestroika ("reestructuración"), que llevó a la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), puso en marcha necesarios procesos de democratización en un país lastrado por décadas de totalitarismo comunista; pero sin renunciar a esta ideología. No olvidemos que el objetivo de Gorbachov era volver al sistema leninista.
Tras setenta años de persecución
Por ello, el deseo del estadista recién fallecido era llegar a "un desarrollo global de la democracia y del autogobierno socialista"; manteniendo "el más profundo respeto hacia el individuo y hacia la dignidad personal", después de toda una gran fase de ausencia de respeto a los derechos humanos.
Entre estos derechos pisoteados por la Unión Soviética destacó especialmente el de la libertad religiosa. Sobre la base de la idea marxista acerca de la religión (que la considera "opio del pueblo" y obstáculo a eliminar para lograr la liberación del ser humano), el Estado ruso impuso el ateísmo como creencia oficial, marginando toda manifestación religiosa.
Esto se intensificó durante el período estalinista (entre 1922 y 1953), sobre todo cuando se instauró, en los últimos años, el culto a la personalidad de Stalin. En las tres décadas posteriores, a pesar del intento inicial de rebajar la represión contra los creyentes, continuaron las persecuciones.
La perestroika y la religión
El corto período de tiempo que duró el proceso de la perestroika supuso un enorme cambio legislativo en el país; y en el campo religioso se pretendió regresar a lo decretado por Lenin. Es decir, un laicismo que marca y subraya la distancia entre la Iglesia y el Estado, pero respetando la libertad de conciencia individual.
Así, en una Conferencia Nacional del Partido Comunista (PCUS) celebrada en 1988, Gorbachov, como su secretario general, dejó claro que "nosotros – los comunistas soviéticos – no ocultamos lo que opinamos sobre la concepción religiosa del mundo como ideología no materialista, acientífica". Algo en consonancia con la tradición marxista.
Pero continuaba diciendo: "esto no es motivo para que adoptemos una actitud irrespetuosa hacia el mundo espiritual de los creyentes ni, menos aún, para que se les haga objeto de presiones administrativas con el fin de afirmar las concepciones materialistas".
De esta forma se dio fin a la propaganda antirreligiosa que había llevado a cabo el Estado en las décadas anteriores; y no sólo se manifestaba el respeto hacia las personas en el ejercicio de su libertad de conciencia, sino que se hacía una consideración positiva de las comunidades religiosas como actores necesarios en la reestructuración social y política de Rusia.
Legislación y hechos concretos
Esto no sólo se quedó en los papeles y en las intenciones: por ejemplo, en 1988 fueron legalizadas 1.610 confesiones religiosas. La mayor parte, de la Iglesia Ortodoxa, aunque también se beneficiaron agrupaciones católicas, evangélicas y musulmanas. Ese mismo año se devolvieron casi mil iglesias que habían sido expropiadas.
De forma paralela, se trabajó con intensidad hasta que se logró promulgar una nueva Ley sobre la libertad de conciencia y las organizaciones religiosas, que aprobó el Soviet Supremo de la URSS en septiembre de 1990, garantizando el derecho "de profesar sin impedimento alguno la religión y celebrar ritos religiosos" (art. 1), con libertad de tener religión o no tenerla, sin restricciones.
De esta forma, como afirmaba hace años José Antonio Rodríguez García, doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, la nueva Ley hizo a Rusia "configurarse como un modelo neutral laico, parecido en muchos aspectos a los modelos de los países occidentales".
El ateo Gorbachov
En el año 2008 algunos medios de comunicación de Europa aseguraron que Mijaíl Gorbachov se habría convertido al cristianismo – concretamente, se habría hecho católico –. Él se apresuró a desmentirlo a la agencia Interfax, diciendo claramente: “Para evitar malentendidos, quiero asegurar que fui y sigo siendo ateo”.
En la misma información calificaba de "fantasías" las noticias que se habían publicado refiriéndose a su "secreta fe católica". Y afirmaba que "durante todos estos años nunca se me pasó por la cabeza afiliarme a una u otra religión".
Sin embargo, reiteraba su "profundo respeto" por las religiones, algo congruente con su posición política cuando lideró la Unión Soviética hasta su disolución. Bautizado en su infancia en la Iglesia Ortodoxa Rusa, entraba sin problemas en cualquier iglesia cristiana y en cualquier templo de otras religiones.
"Hoy en día, vaya a donde vaya, si el tiempo lo permite, siempre intento familiarizarme con los lugares religiosos de los diferentes países y pueblos; ya que comprendo bien el gran rol que ha jugado y juega la religión en la sociedad a lo largo de la historia", decía en 2008 a la agencia Interfax.
Para más información
- José Antonio Rodríguez García, "La libertad religiosa y de conciencia en la perestroika", Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado 11 (1995) 385-406.
- George Weigel, Caída del comunismo: Juan Pablo II fue el que marcó la diferencia, Aleteia, 30/01/14.
- Lucandrea Massaro, El martirio de la Iglesia bajo el comunismo, Aleteia, 21/04/16.