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El papa Francisco seguirá los pasos de Juan Pablo II en Canadá y realizará un “peregrinaje penitencial” del 24 al 30 julio de 2022 para pedir perdón a los pueblos indígenas por los abusos cometidos por “tantos cristianos” (Ángelus 21.07.2022). En efecto, el Logo (realizado por un artista indígena) y el lema del viaje es: “Caminar juntos”.
Durante sus tres visitas a Canadá, Juan Pablo II destacó los "valores morales y espirituales" de los pueblos aborígenes. Quizás el momento más importante del 37º viaje internacional del Papa, sea cuando se disculpe en territorio aborigen en Edmonton y denuncie, otra vez, la mentalidad colonial. Y visite la comunidad Iqaluit, que tiene un clima polar y dónde vive una comunidad Inuit, entre nieve y glaciales.
Papa Wojtyla, recordó Mateo Bruni, portavoz papal, ha estado en el país tres veces: en 1984, en 1987 y en 2002, hace exactamente 20 años. En todas las ocasiones se dirigió con respeto y afecto a los pueblos indígenas y, mencionó en más de una ocasión a los Inuit.
En Roma, 22 de junio 1980, el Papa polaco beatificó a Santa Caterina Tekakwitha (1656-1680), una virgen india de la tribu de los Agniers o Mohawks de los indios iroqueses, pasó la primera parte de su vida en el territorio que hoy se encuentra en el estado de Nueva York, Estados Unidos, y el resto en Canadá, donde murió tras una vida de virtudes heroicas.
Justicia también para los pueblos indígenas
Para llegar a tiempos más recientes, Juan Pablo II pidió justicia para los pueblos indígenas. Benedicto XVI hizo igual cuando los recibió en el Vaticano. No obstante, las críticas a la Iglesia han continuado y, especialmente, en los últimos años con el descubrimiento de las tumbas sin nombre en Kamloops en la primavera de 2021.
En "Civiltà Cattolica", el padre Federico Lombardi S.J, ex portavoz de la Santa Sede, recuerda también que ya en 1537 el papa Pablo III advirtió en la bula "Sublimis Deus" que los "indios" que fueran "descubiertos por los cristianos" no debían "en modo alguno ser privados de su libertad y de la posesión de sus bienes, aunque no tuvieran la fe de Jesucristo”.
Seis años después del viaje de Juan Pablo II, la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Canadá (2008-2015) indicó que durante la existencia de las escuelas residenciales, miles de niños indígenas murieron por enfermedades, suicidios, desnutrición, etc. Depende de cada escuela, hubo evidencia de casos de abusos (físicos, sexuales y poder). Las comunidades indígenas lamentan el genocidio cultural.
Más de 150 000 niños nativos de Canadá se vieron obligados a asistir a escuelas cristianas financiadas por el estado desde el siglo XIX hasta la década de 1970 en un esfuerzo por aislarlos de la influencia de sus hogares y su cultura.
1984: Valores morales y espirituales de los pueblos amerindios
La primera gira de Juan Pablo II, del 9 al 20 de septiembre de 1984, fue una maratón de 15.000 kilómetros recorriendo el país. Su estancia en Quebec estuvo marcada el 10 de septiembre de 1984 por su encuentro con las delegaciones aborígenes en el santuario de Sainte-Anne de Beaupré, que el Papa Francisco visitará también el 28 de julio. (10.09.1984).
En un amplio discurso, el Papa polaco rindió un sentido homenaje a la transmisión de la fe por parte de los propios amerindios, "esos valientes misioneros y esos valientes cristianos que llevan dentro la sangre y la cultura de los primeros habitantes de este país".
Asimismo, rindió homenaje a los "valores morales y espirituales" de las comunidades indígenas: "el agudo sentido de la presencia de Dios, el amor a su familia, el respeto a los ancianos, la solidaridad con su pueblo, el compartir, la hospitalidad, el respeto a la naturaleza, la importancia dada al silencio y a la oración, la fe en la Providencia". "Guardad esta sabiduría con cuidado", exhortó el Papa polaco, invitándoles a "eliminar cualquier forma de esclavitud que pueda comprometer vuestro futuro”.
1987: tiempo de reconciliación y de respeto de los derechos de los indígenas
El 20 de septiembre de 1987, Juan Pablo II se reunió con los pueblos indígenas en Fort Simpson, remota aldea del norte de Canadá y atendió las preocupaciones de los indígenas, pero les pidió no caer en la exclusión y abrirse a la comunidad más amplia. “Es un tiempo de reconciliación” para llegar a “una solución verdaderamente justa de los problemas aún por resolver” (20.09.1987).
Allí se presentó como un peregrino gozoso de encontrar a los pueblos indígenas. Así como hicieron “tantos misioneros que me precedieron y que proclamaron el nombre de Jesús entre los pueblos indígenas de Canadá -los indios, los inuit y los metis- y aprendieron a amarlos a ustedes y a los tesoros espirituales y culturales de su modo de vida.”.
En ese entonces, los pueblos originarios de Canadá pedían que la Constitución del país protegiera sus derechos, incluido el “autogobierno” de sus comunidades. Juan Pablo II apoyó esa reivindicación: “Una vez más afirmo el derecho a una medida justa y equitativa de autogobierno, junto con tierra propia, y recursos adecuados y necesarios para el desarrollo de una economía viable, adecuada a las necesidades de las generaciones presentes y futuras”. (20.09.1987).
2002: JMJ de Toronto
El tercer -y último hasta la fecha- viaje de un Papa a Canadá fue el de Juan Pablo II en 2002 con motivo de la JMJ de Toronto, celebrada del 23 al 28 de julio, que reunió a 800.000 jóvenes de todo el mundo. El Papa ya no tenía la vitalidad de 1987, por su edad y problemas físicos, sin embargo usó lentamente las escaleras al bajar del avión, en lugar de utilizar el ascensor previsto para ahorrarle el esfuerzo.
Papa Wojtyla dijo que mantenía “guardo vivos los recuerdos” de su primer viaje apostólico, en “1984, y de mi breve visita, en 1987, a los pueblos indígenas de la tierra de Denendeh”. En esa ocasión se disculpó porque podría visitar Toronto.
Antes de abandonar el país, en Morrow Park, el Papa polaco saludó a un grupo de jóvenes indígenas que procedían de la región de la Beata Catalina Tekakwitha. Con razón la llamáis kaiatano (persona nobilísima y dignísima): que sea para vosotros un modelo de cómo los cristianos pueden ser la sal y la luz de la tierra.", dijo Juan Pablo II en su último discurso en suelo canadiense (28.07.2002).