El obispo está de luto y sigue conmocionado por las secuelas del mortífero atentado perpetrado en su diócesis el domingo de Pentecostés, 5 de junio, cuando unos atacantes mataron a 41 fieles durante la misa en la iglesia de san Francisco Javier.
“El olor a sangre todavía está fresco en la iglesia”, dijo el obispo ante una distinguida audiencia de congresistas, miembros de ONG y think tanks estadounidenses, dedicados a la causa de la libertad religiosa.
El prelado habló en una cena en Washington D.C. en vísperas de la segunda Cumbre Internacional sobre Libertad Religiosa (28-30 de junio). La fundación internacional Aid to the Church in Need (ACN) coorganizó el evento y patrocinó la participación del obispo. La cumbre estuvo copresidida por el embajador Sam Brownback, exembajador de EE. UU. para Libertad Religiosa Internacional, y Katrina Lantos Swett, expresidenta de la Comisión de EE. UU. para la Libertad Religiosa Internacional.
Un acto de genocidio
“¿Qué otra cosa sino pura maldad puede inducir a una persona a matar de esa manera a un niño de cuatro años y a otro de dos durante la misa en una iglesia?”, se preguntó el obispo, quien añadió sin reservas que el ataque de Pentecostés fue un “acto de genocidio”.
El excongresista Frank Wolf -quizá el más firme defensor de la libertad religiosa que el Capitolio haya tenido jamás- coincidió con el obispo: “Es un genocidio”, dijo, comparando la situación en Nigeria con actos similares perpetrados por el ISIS en el norte de Iraq.
Mons. Arogundade pidió ayuda a Estados Unidos para hacer justicia y para proteger a los cristianos nigerianos, y el excongresista Frank Wolf pidió el nombramiento de un enviado especial para Nigeria o la región del lago Chad, así como una comisión parlamentaria para Nigeria con congresistas especialmente centrados en las necesidades del país y la región.
El enviado especial, precisó el excongresista Wolf, tendría que tener un poder real con acceso al Departamento de Estado, y la capacidad de aprovechar el poder de la ONU y demás instituciones. Si no se toman medidas significativas, afirmó, Nigeria corre peligro de convertirse en un “Estado de terror o en un Estado fallido”.
Justicia para las víctimas nigerianas
Para el Obispo, que prometió “dedicar su vida a buscar justicia” para las víctimas del terror islamista, el atroz atentado es expresión del permanente intento de crear un califato desde hace más de 200 años, iniciado por el yihadista islámico Usman dan Fodio. Según Mons. Arogundade, eso explica el ensañamiento de la violencia contra los cristianos en Nigeria.
El obispo en una conversación posterior con ACN afirmó que, en su opinión, los indicios apuntan a que la masacre de Pentecostés fue llevada a cabo por pastores fulani islamistas, si bien el Gobierno nigeriano aún no ha identificado formalmente a los terroristas. El silencio del Gobierno, agravado por el hecho de que el propio presidente Muhammadu Buhari es un fulani, hace temer cierta indiferencia, si no complicidad, declaró Mons. Arogundade. Asimismo, el obispo afirmó que los actos de violencia de los islamistas -cada vez más audaces y extremos- tienen por objetivo “obtener ganancias territoriales”.
Según Mons. Arogundade, la grave situación que sufren los cristianos nigerianos evidencia el contraste entre el cristianismo -que, en todas sus formas y expresiones, “valora la vida como el bien último y más elevado- y el radical islamismo militante, que persigue como bien supremo la implantación de la ideología islamista” como el establecimiento del califato para cubrir toda la nación, sin importar “el coste en vidas y en dignidad humanas”.
El obispo rechaza firmemente la teoría de que el ataque en su diócesis del domingo de Pentecostés venga dado de alguna manera por el cambio climático y la competencia con los campesinos cristianos por las tierras de cultivo. Esa idea, aseguró, “es un insulto a las víctimas”.
2.000 niñas secuestradas cada año en Pakistán
ACN también llevó a la Cumbre a otro ponente en libertad religiosa, al profesor Shahid Mobeen, que enseña Metafísica en la Universidad Pontificia Urbaniana de Roma. El académico pakistaní está comprometido con la denuncia del extremismo radical en su país natal y fuera de él. En la Cumbre habló sobre las leyes paquistaníes contra la blasfemia y el creciente número de secuestros y conversiones forzadas de niñas.
En cuanto a las leyes contra la blasfemia, dijo a ACN, que la liberación de Asia Bibi por orden del Tribunal Supremo paquistaní ha sido una clara victoria de la justicia, “aunque sigan existiendo grandes problemas”. El veredicto ha demostrado que, al menos al más alto nivel, “se puede hacer justicia”.
Sin embargo, añadió el profesor Mobeen, los tribunales inferiores no protegen a los inocentes, pues los jueces temen las represalias islamistas si liberan a las personas acusadas falsamente de blasfemia. Además, para el ciudadano de a pie, conseguir que su caso acceda al Tribunal Supremo supone un proceso muy costoso y largo, pues, entre otros, requiere recurrir a abogados muy caros y exclusivamente musulmanes.
Lo que el caso de Asia Bibi ha demostrado sin lugar a dudas, dijo el profesor, es el “poder y la importancia de la publicidad”, de hacer correr la voz y atraer la atención internacional, desencadenando la acción de las naciones occidentales y presionando al Gobierno paquistaní para que resuelva las graves injusticias.
El profesor Mobeen espera que la oportunidad de intervenir en la Cumbre contribuya a poner de relieve un aspecto aún poco conocido de la persecución religiosa, a saber, el secuestro y conversión forzada de niñas de minorías religiosas a manos de varones musulmanes adultos.
Según informes locales de algunas ONG, este fenómeno criminal, que a menudo incluye graves abusos sexuales, afecta en Pakistán a más de 2.000 víctimas cada año, es decir, al doble de muchas estimaciones. De estas niñas, según Mobeen, el 40% son cristianas; otro 40%, hindúes; un 15%, sijs; y un 5%, chiíes y otros.
“Si no sales en los medios de comunicación, eres invisible”
Esta práctica, que también tiene lugar en Egipto, Nigeria y otros lugares, “tiene consecuencias nefastas para las futuras generaciones de cristianos”. Hay un “efecto dominó”, pues las niñas secuestradas, cuando son liberadas, suelen tener muchas dificultades para encontrar esposo, y cuando se casan, “el marido y los hijos sufren una enorme presión”. Además, a los padres cuyas hijas vuelven a casa, les resulta difícil aceptarlas pues están “mancilladas” y temen “que su experiencia perjudique a sus otras hijas”.
“La clave para presionar al Gobierno paquistaní para que haga justicia reside en la visibilidad internacional”, asegura Mobeen. “Si no estás en los medios de comunicación, tu problema se vuelve invisible. Debemos alzar la voz”.
La Cumbre Internacional sobre Libertad Religiosa ofrece una excelente plataforma para eso precisamente. Según Thomas Heine-Geldern, presidente ejecutivo de ACN, “eso es una parte de nuestra misión que nos tomamos muy en serio”.
“ACN lleva décadas llevando consuelo y ayuda a las comunidades cristianas que sufren en todo el mundo. Pero es igualmente importante que las ayudemos a alzar la voz para hacerla oír en nuestros países, para que la gente sea consciente de lo que está pasando. El mundo debe oír hablar del sufrimiento y la discriminación de los cristianos en Nigeria y en Pakistán, para impedir que sus políticos ignoren los problemas en estos países”, añade.