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Como no blasfemaba, le machacaron el cráneo con dos piedras

Cartel de la Beatificación

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Alvaro Real - publicado el 14/06/22
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El sábado tendrá lugar la beatificación de 27 mártires dominicos, Historias de martirio que estremecen. ¿Cómo pudo pasar?

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El próximo 18 de junio de 2022, sábado se celebrará en la Catedral de Sevilla la beatificación de 27 mártires dominicos del siglo XX en España.

Se trata de veinticinco frailes dominicos martirizados en Almagro (Ciudad Real) y en Almería, además de un laico dominico, reputado periodista, que sufrió el martirio en Almería, y una monja dominica de Huéscar, que se convierte en la segunda monja dominica española en ser beatificada en toda la historia de la Orden.

Aquí puedes seguir la beatificación:

Historia del martirio de los frailes del Convento de Almagro

El 21 de julio de 1936, tres días después del inicio de la guerra, varios miembros del Ateneo Libertarlo prenden fuego a la Iglesia de Madre de Dios, lo cual pueden observar desde el convento los frailes de Almagro. Intentaron apagarlo, pero fueron echados con desprecio. El alcalde les pediría que abandonaran el pueblo y esa misma noche registraron el convento en busca de armas.

Al día siguiente se presentaron de nuevo en el convento para amenazarles. Les dijeron que quemarían el convento con ellos dentro. El alcalde de Almagro insistiría de nuevo y conseguiría echarlos del convento. Emocionados y con lágrimas abandonarían el lugar. Primero vivirían en casas del pueblo. Finalmente serían reagrupados, porque decían que "eran peligrosos".

Finalmente y tras ser encarcelados fueron martirizados. Primero les dijeron que se los llevaban para interrogarlos, pero era mentira. Lo tenían muy claro. Los frailes más jóvenes rezaban el rosario y lloraban. El cocinero, Fray Arsenio sacó un crucifijo y todos se pusieron a rezar. Los ataron de dos en dos y los llevaron a un descampado a dos kilómetro del lugar, donde los asesinaron.

Historia del martirio de los dominicos en Almería

Al igual que ocurrió con los de Almagro se vieron obligados a abandonar el convento de Almería. Se refugiaron en casas de amigos y familiares, Pero poco a poco fueron siendo arrestados. Algunos fueron torturados en comisaría, otros presos en el barco «Astoy-Mendi» o el «Segarra». A lo largo del mes de septiembre, tres de ellos fueron fusilados en La Lagarta o Pozos de Tabernas (Almería) y dos de ellos fueron fusilados en las tapias del cementerio de Almería.

Junto a ellos, el martirio de un laico dominico, Fructuoso Pérez, reconocido periodista católico. Fue detenido en su domicilio el 26 de julio de 1936, lo llevaron a la comisaría y de allí a la prisión improvisada en el convento de las religiosas Adoratrices. El 3 de agosto lo trasladaron al barco «Segarra», hasta el 15. Lo ejecutaron en la madrugada de dicho día en la playa la Garrofa, cerca de Almería. Arrojaron el cadáver al mar, con los de otros fusilados.

Devueltos tiempos después por el oleaje, los enterraron en la misma playa. Después de la guerra trasladaron los restos de todos, sin identificar, al cementerio de Almería.

Isabel Sánchez Romero, nunca se le oyó una queja

La historia de Isabel Sánchez Romero es la historia de la dedicación plena. Nació en Huéscar (Granada) y allí ingresaría en el monasterio de la Madre de Dios, Dominicas, en Huéscar, a los 17 años.

Sus compañeras siempre dijeron de ella que era humilde, obediente, silenciosa y trabajadora. Supo convivir con una rara enfermedad que le cubría el cuerpo de llagas. Nunca se quejó y asumía las responsabilidad que esta rara enfermedad le permitía. Su dolor le daría fuerza para su posterior martirio.

Las religiosas pronto tuvieron que huir del convento de Huéscar y un día, los milicianos aparecieron en la casa donde estaba escondida sor Isabel. La llevaron al calabozo y la obligaron a blasfemar bajo amenaza de muerte. No lo hizo y fue maltratada, quedando tendida en el suelo y semimuerta. Isabel tenía 76 años y una salud débil, pero tuvo fuerza para superar aquella noche. A la mañana siguiente la tiraron a un camión para llevarla a las puertas del cementerio. Allí vería como asesinaban a su sobrino y la volvieron a pedir que blasfemase. No lo hizo.

La “archicofradía del Santísimo Rosario” explica su final: “Al final pusieron su cabeza sobre una piedra y con otra piedra le machacaron el cráneo”.

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