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Suelo decir que en estos tiempos Jesús tiene pocos amigos. Su mensaje no es valorado ni apreciado en muchos lugares, tal vez porque molesta la verdad.
Eso de perdonar hasta 70 veces 7, amar a tu enemigo, poner la otra mejilla, ser humildes, tener caridad y misericordia con el prójimo...
¿Tú lo haces? ¿Perdonas? ¿O eres de los que señalan a los demás?
Dios confía en ti y te envía
Jesús sabe cómo somos y aun así no deja de llamarnos al apostolado, a predicar el Evangelio y a santificarnos por amor.
¿Sabías que la palabra apostolado proviene de la palabra griega apostoloi? Significa: enviado, mensajero, embajador.
Debemos ser una voz de esperanza, ayudar a los demás.
Jesús conoce nuestros corazones y lo que podemos lograr en favor de los demás. ¿Te animas?
El requisito
Para hacerlo hay una condición previa, que pocas veces pensamos.
El Catecismo de nuestra Iglesia Católica nos lo recuerda en su numeral 859:
Te hace recordar las palabras de Jesús cuando habla de la vid, los sarmientos y nos advierte en Juan 15:
Sus palabras son directas, no dan pie a suposiciones. Entonces lo que debes pensar es cómo estar con Jesús, para poder llevarlo a los demás.
¿Sientes que no resulta lo que emprendes?
A veces sentimos deseos de rendirnos y renunciar. ¿Te ha pasado? Piensas que no te aprecian, ni te escuchan, que no eres valorado en el grupo o que sencillamente no vale la pena continuar.
No das frutos. Aras un campo que parece estéril. Sientes que es hora de abandonarlo todo. ¿Qué hacer? Pues no rendirte. Debes perseverar en la fe y confiar en Dios.
Vamos, no es nada serio. Suele ocurrir. Uno se desanima, siente que sus palabras no son tomadas en cuenta o sencillamente se agota de estar tratando y que nada pase.
Es natural que nos cansemos de remar y no llegar a ningún lado. A menudo pienso en ello pues recibo correos de mis lectores que me comentan sus inquietudes.
La Biblia te orientará
La clave para lograr el éxito en nuestro llamado, como a menudo suele ocurrir, está en la Biblia.
¿Tienes una a mano? Seguro en el pasillo de tu casa hay una abierta sobre un atril de madera. Tráela, busca Lucas 5, 4-6:
Bien, veamos qué pasó. Por qué la abundancia de peces.
Tú haz igual. Escucha a Jesús y haz lo que Él te diga.
El punto de partida: silencio, oración
Pero, ¿cómo es esto posible? Puedes ir al Sagrario y en devoto silencio lo podrás escuchar.
¿Van mal las cosas en tu apostolado? Es hora de hacer un alto, guardar silencio, escuchar a Jesús y orar.
Esto ya lo sabes, pero te lo debo repetir: para que tu acción apostólica sea eficaz y dé frutos, lo primero siempre será la oración, una combinación de gracia santificante, confianza en Dios y tu oración personal.
Ese contacto directo con Dios que abre puertas y te muestra el camino a seguir.
ORAR SIN DESANIMARSE
Debes orar, siempre, sin desanimarte, sabiendo que Dios nos escucha y en su momento te responderá.
Las Sagradas Escrituras nos dicen:
Si no rezas, lo que hagas podrá dar frutos temporales, pasajero, pero no dará frutos de eternidad. Estás arando en el mar. Recuerda todo empieza por la oración.
¡Dios te bendiga!