Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
El tema de la migración sigue siendo una de las asignaturas pendientes –a partir de un enfoque multilateral—en el norte del continente americano. Cuando no son las caravanas de Honduras, son las migraciones de El Salvador, Guatemala, México o Cuba. Aunque ahora se suman las de Ucrania y Rusia. O de Haití.
En Reynosa y Matamoros (Tamaulipas) están los campamentos de
Centroamericanos. En Ciudad Juárez (Chihuahua) de todas las nacionalidades. En Tijuana (Baja California) se han agolpado los refugiados provenientes de la guerra emprendida por Vladimir Putin. Miles de ucranianos y cientos de rusos.
Y en Nuevo Laredo (Tamaulipas) hoy se ha convertido en sucursal de Puerto Príncipe, la capital de Haití (como hace unos años lo fue Tijuana). Aquí, como en las otras ciudades fronterizas de México con Estados Unidos, cerca de mil migrantes haitianos se encuentran varados; esperando que las autoridades de migración del país del Norte les acepten.
Refugios temporales
Tanto las autoridades de las ciudades fronterizas como las organizaciones religiosas de Matamoros, Reynosa, Piedras Negras, Ciudad Juárez, Nogales, Mexicali y Tijuana –por citar los principales puentes fronterizos—; han tenido que prodigarse para atender a miles de migrantes. Estos han tenido que permanecer en México en espera de ser citados para legalizar su entrada a Estados Unidos.
Los problemas de estancia, salud, alimentación y hacinamiento han debido ser superados de formas muy diversas. Por ejemplo, en Nuevo Laredo se brinda refugio temporal a los migrantes que llegaron con una tarjeta humanitaria de visitante temporal; y se les está aplicando la vacuna contra el coronavirus como medida preventiva. Y, al mismo tiempo, como apoyo a su estancia de este lado de la frontera.
Según, Humberto Fernández Diez de Pinos, titular de Protección Civil de Nuevo Laredo, "aprovechando la mega campaña de vacunación nos dimos a la tarea de visitar cada uno de los refugios temporales para saber si tienen su esquema completo de vacunación, de no ser así se le aplica la vacuna".
Esta ayuda se ha extendido en todo el norte del país. Las organizaciones religiosas, las Cáritas de las diócesis limítrofes con Texas, Arizona y California han jugado un papel fundamental en esta estancia de los migrantes; que vienen desde muy lejos, pasando mil peripecias y mil peligros para tratar de encontrar un camino de vida digna en Estados Unidos.
Desde Haití, pasando por Chile o Brasil
Los testimonios obtenidos en Nuevo Laredo y el conteo que llevan las autoridades de esta ciudad –lastrada por el narcotráfico y por la violencia desde hace al menos una década—reportan que, al menos, tres mil haitianos han llegado este año a la frontera con Laredo (Texas) y que muchos de ellos, la mayor parte, vienen de Chile o de Brasil.
Hasta el Cono Sur fueron a buscar trabajo, pero la crisis económica provocada por el coronavirus los ha obligado a migrar al norte del continente. Con los programas de protección temporal, hasta la fecha, dos mil haitianos han entrado legalmente a Estados Unidos, el resto –más los que se acumulen en este verano—tendrán que pasar períodos de espera que pueden prolongarse en el tiempo.
A veces pasan varios meses e incluso años. Tienen dos posibilidades, igualmente peligrosas. La primera es buscar internarse de manera ilegal a Estados Unidos y la segunda, pedir asilo en México. De hecho, muchos haitianos han recurrido ya a esta primera opción: entre 2020 y 2021, las solicitudes de asilo de haitianos en México crecieron al triple.
Un panorama cambiante
De hecho, las solicitudes de asilo –y no solamente de haitianos, sino de todos los refugiados y emigrantes que pasan por este país norteamericano, la mayoría en busca del “sueño” estadounidense—han llegado, en 2021, a niveles récord.
Según las cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), 131,400 personas del extranjero iniciaron el proceso para quedarse a resguardo en México durante 2021. Esto significa tres veces más personas que en 2020. Un panorama cambiante. México, de ser país de tránsito se está convirtiendo en un país receptor y de refugio.
Al grado tal que, en 2021, México se situó según la Acnur en el tercer sitio mundial de solicitantes de asilo, tan solo detrás de Estados Unidos y Alemania. Un reto gigantesco para una economía –la mexicana—que pierde aliento. Aunque todavía está en el Grupo de los 20 países con mayor economía del mundo, en el mismo año (2021) bajó del lugar 15 al 17.