Como Jefe de Estado, el Papa Francisco es informado regularmente de la dramática situación en Ucrania. "Las fuentes son de diferentes tipos", explica Andrea Tornielli, director editorial de Vatican Media.
Tornielli destaca en primer lugar la importancia de las "fuentes diplomáticas, con los informes de que dispone la Secretaría de Estado en relación con las distintas embajadas, y la información transmitida por la nunciatura".
El nuncio apostólico en Ucrania, monseñor Visvaldas Kulbokas, es, con 47 años, el más joven de los "embajadores del Papa" destacados en todo el mundo. Este arzobispo lituano, nacido en 1974 bajo dominio soviético, tuvo una infancia marcada por la influencia de Moscú y por eso entiende bien la mentalidad eslava.
Aunque la mayoría de las embajadas occidentales se fueron con las primeras amenazas de bombardeo ruso, el nuncio permaneció en el cargo; esa es la tradición en las representaciones de la Santa Sede, incluso en situaciones de guerra. Permanecen junto a la población.
Fuentes eclesiales y personales
Otro recurso imprescindible del Papa Francisco, "fuentes eclesiales, vinculadas a la Iglesia latina y a la Iglesia católica griega". Entre ellos, las sucursales locales de Caritas, que también son víctimas directas del conflicto: siete personas murieron el 15 de marzo durante un ataque a la oficina de Caritas en Mariupol, el principal puerto del sureste del país devastado por los combates.
Y luego están las "fuentes personales" de Francisco. "No olvidemos que el Papa ha enviado a dos cardenales, en particular al cardenal Krajewski, que está nuevamente sobre el terreno para llevar una ambulancia. Todas estas personas son obviamente fuentes de información", dice Andrea Tornielli.
Ucrania y Argentina, una proximidad desconocida
En el avión de regreso de Malta, el Papa también mencionó sus frecuentes intercambios telefónicos con su amiga argentina, la periodista Elisabetta Piqué, corresponsal en Europa del diario La Nación.
Sus reportajes en Leópolis, Odessa o Kiev, informan sobre esta guerra para un lector argentino muy atento, dada la fuerte presencia de la diáspora ucraniana en Argentina. Se estima que el país tiene más de 300.000 habitantes de origen ucraniano; entre los cuales 100.000 en el Gran Buenos Aires.
La presencia de los exiliados ucranianos está, pues, en la raíz del vínculo personal del Papa con Ucrania. Jorge Mario Bergoglio, en efecto, atendía misas en el rito greco-católico con un sacerdote ucraniano exiliado en Argentina.
El Papa confió este recuerdo el 6 de julio de 2019, al recibir a miembros de la Iglesia greco-católica ucraniana. "Los llevo en mi corazón [ …] a través de las oraciones que recuerdo y aprendí de Monseñor Stefan Czmil, entonces sacerdote salesiano; me las enseñó cuando yo tenía 12 años, en 1949; y cuando aprendí de él a servir la Divina Liturgia tres veces por semana". Lo contó el propio obispo de Roma, 70 años después de este episodio poco conocido.
Su amigo Sviatoslav Schevchuk
Actualmente, el Papa Francisco está en comunicación regular con el jefe de la Iglesia greco-católica ucraniana, Su Beatitud Sviatoslav Schevchuk; éste preside los destinos de una comunidad de cuatro a cinco millones de fieles.
"Se conocen desde que Schevchuk era el ordinario greco-católico ucraniano en Buenos Aires. Por lo tanto, tienen una relación personal desde hace mucho tiempo", recuerda Andrea Tornielli.
El arzobispo ucraniano, que entonces tenía solo 38 años, fue ordenado obispo en 2009 para la diáspora ucraniana en Argentina; allí permaneció dos años en misión antes de regresar a Ucrania para ser elegido como cabeza de esta Iglesia.
Su relación personal también cristalizó en la contemplación de un icono, recordó también el Papa en su discurso del 6 de julio de 2019. Fue "cuando partió de Buenos Aires para asumir el cargo de arzobispo mayor que la Iglesia le había encomendado", el obispo de confió Roma.
"Ante este icono que comienzo y termino mis días, encomendándome a todos vosotros; así como a vuestra Iglesia, a la ternura de la Virgen, que es Madre. Se podría decir que empiezo y termino mis días 'en ucraniano', mirando a la Virgen".
Por lo tanto, es lícito pensar que en la intimidad de esta oración el Papa Francisco discernió la necesidad de una consagración de Ucrania y Rusia al Inmaculado Corazón de María, realizada el 25 de marzo, fiesta de la 'Anunciación'. Un gesto que ha dado esperanza a una Iglesia martirizada; que salió de las catacumbas hace sólo tres décadas, y que ha pagado un alto precio por su fidelidad al Sucesor de Pedro.