A medida que la invasión del ejército ruso entra en su quinta semana, 12 millones de personas en Ucrania se encuentran en una situación realmente frágil. Ya son 3,8 millones de personas las que han huido de los combates hacia algún país vecino y se espera que otros 4 millones se unan a ellos en las próximas semanas. Ante un desafío humanitario sin precedentes como este, la Orden de Malta está implementando numerosas acciones sobre el terreno en Ucrania. Entre otras, la distribución de comidas en seis centros de recepción en Lviv, donde se ha establecido un centro médico centralizado, alojamiento para los refugiados que llegan a Lviv e Ivano-Frankivsk, la instalación de células de apoyo psicológico o el traslado médico de refugiados heridos o enfermos a las fronteras, donde se están llevando a cabo otras iniciativas de emergencia.
Hasta la fecha, 275.000 ucranianos han recibido atención médica, asistencia logística o distribución de alimentos a lo largo de las fronteras del país. Además, se han fletado 47 camiones cargados con equipo médico, alimentos, medicinas y kits de supervivencia. Se están preparando otros convoyes adicionales. Más de 69.000 voluntarios en Europa del Este están comprometidos a apoyar en el esfuerzo humanitario. Dominique de la Rochefoucauld-Montbel, Gran Hospitalario de la Orden, nos testimonia su compromiso que va "más allá de la solidaridad" ante el drama de la guerra. Desde Cracovia, durante su visita a Polonia y Ucrania, respondió a las preguntas de Aleteia.
Aleteia: Acaba de regresar de Ucrania. ¿Cuál era exactamente su misión allí?
Dominique de La Rochefoucauld-Montbel: Por mi experiencia en el campo, sé que ver la realidad por uno mismo te permite tener un enfoque diferente a la visión que recibes de los medios. Como resultado, la ayuda se puede organizar mucho mejor en el acto. Nuestra misión sigue siendo la misma: cuidar de las personas que sufren lo mejor que podamos. Tanto en Ucrania como en Polonia, pude conocer a aquellos que cuidamos, pero también a los voluntarios en el campo. Es muy importante que se sientan apoyados y animados en sus acciones.
Tiene una experiencia de campo de treinta años en diferentes lugares con conflictos militares alrededor del mundo. ¿Qué le llamó especialmente la atención en la frontera polaco-ucraniana y en la propia Ucrania?
En la frontera, cerca de Przemysl (sureste de Polonia), visité un enorme centro de acogida de transición para refugiados con capacidad para 9.000 personas. Es un centro comercial transformado en un lugar de acogida principalmente para mujeres y niños. Fue necesario implementar allí todos los servicios desde alimentación, limpieza, ropa de cama, hasta la distribución de ropa. Es desgarrador ver a estas 9.000 personas muy afectadas psicológicamente sin privacidad alguna en este enorme salón. Imagínese a todas estas mujeres con hijos, ansiosas por su futuro y muy preocupadas por sus maridos o sus hijos que se quedaron en Ucrania para luchar. Es una situación verdaderamente terrible. Su futuro parece muy oscuro, mientras se desviven por sus hijos, a menudo bebés o niños pequeños. Agotadas y traumatizadas, estas mujeres se encuentran en una verdadera tierra de nadie, con sólo el recuerdo de sus hogares destruidos, sus negocios perdidos, sus maridos y sus hijos en la guerra.
Y debo decir que ante esta tragedia, me impresiona la fantástica acogida que les dan los voluntarios. Todos los que ayudan son admirables, dan lo mejor de sí mismos. Existen grupos de asesoramiento, apoyo u orientación para cada país de destino final. Hay mapas del mundo colgados en las paredes que sirven para explicar las próximas etapas del éxodo. Un poco más allá, un salón de peluquería y maquillaje listo para proporcionar a estas mujeres un poco de normalidad mientras se encuentran en una situación totalmente anormal. Este centro de visitantes me impresionó enormemente.
Cruzó al otro lado de la frontera, en Ucrania, en dirección a Ivano-Frankivsk...
Llevó mucho tiempo cruzar la frontera, hay muchos controles fronterizos. La presencia de los militares nos recuerda que la guerra está cerca. Desde la frontera, fuimos directamente a reunirnos con nuestros equipos de Ivano-Frankivsk para estar con ellos, cenar juntos rápidamente. Desde la revolución de Maidán en 2014, la Orden de Malta ha estado presente en Ucrania para evacuar a los heridos y transportarlos a Polonia para recibir tratamiento. Estos voluntarios continúan esta misión a día de hoy, en particular en el hospital de Ivano-Frankivsk. Allí hemos formado a 2.500 socorristas voluntarios. La mayoría de ellas son mujeres jóvenes muy comprometidas, que hablan un inglés perfecto, lo cual es muy valioso en nuestros contactos diarios. Para nuestra llegada nos prepararon una riquísima sopa... aunque todo esto transcurría en una extraña atmósfera de constante amenaza.
¿Cuáles son, en su opinión, las ayudas más urgentes?
Dos cosas: Hoy, de cara al futuro inmediato, el apoyo para cruzar la frontera y la acogida con asistencia médica para aquellos que necesitan atención. Tenemos varios campamentos instalados a lo largo de la frontera polaco-ucraniana con comida, equipos médicos y camas. La otra ayuda, la de mañana y a largo plazo, es el apoyo psicológico, social y médico para todas estas personas. No sabemos cuánto durará esta guerra. Pero tan pronto como Ucrania recupere la paz, el país deberá reconstruirse. La Orden de Malta tiene siete centros en Ucrania, el de Mariúpol fue destruido. Será necesario movilizarse para acompañar a los ucranianos en el terreno después de la guerra.
¿Cómo aguantar esta movilización a largo plazo?
Es esencial asegurar reemplazos regulares. Esta mañana logramos organizar un equipo en Francia para mantener un puesto de socorro en la frontera y reemplazar al equipo que ya está allí. También hay equipos italianos que se están reorganizando para desplegarse entre Rumanía y Polonia. Hace unos días, Malta Francia y Malta Alemania enviaron equipos con dos ambulancias a Hungría y seis médicos de primeros auxilios. Veo una oleada de solidaridad muy fuerte, por parte de los polacos, pero ahora también de otros países.
¿Cómo explica esta movilización de voluntarios?
Quieren servir a los pobres y enfermos con espíritu cristiano, esta actitud está en nuestra oración diaria. Hoy, encontramos esta dinámica en todo el mundo. En 2014, la revolución de Maidán ya había golpeado a los jóvenes europeos, especialmente en los países vecinos: los vínculos entre todos estos países, Polonia, Lituania, Ucrania, Rumania, son históricamente muy fuertes. Su solidaridad ha despertado como nunca antes. Es el impulso de un mundo que se da cuenta de una inmensa injusticia y despierta nuestra alma cristiana. Es algo más que solidaridad.