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Médicos musulmanes pasan a pie la frontera de Ucrania y atienden a los que huyen

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Con un carrito de supermercado trasladan a pie los alimentos y las medicinas.

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Dolors Massot - publicado el 23/03/22
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Un matrimonio católico les ayuda a conseguir material sanitario. Desde Medyka ellos llevan alimentos y medicamentos al otro lado de la frontera y han instalado un dispensario médico

Tal vez esta guerra nos recuerde que somos hermanos, por encima de razas, lenguas y culturas. Un grupo de médicos musulmanes europeos no quiso quedarse de brazos cruzados viendo las noticias desde su casa y se desplazó hasta Medyka, punto de frontera entre Polonia y Ucrania, para ayudar a los refugiados que huyen de la invasión rusa.

Son médicos jóvenes, en su mayoría, procedentes de Alemania y Reino Unido. Hablan varios idiomas y se vuelcan en lo que va necesitando el río de personas que llegan agotadas y sin recursos en busca de un lugar seguro. Pero allí hay cola, y hay que estar de pie a veces más de 24 horas para atravesar al otro lado.

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Así las cosas, estos médicos decidieron no esperar en la parte segura de Polonia sino ir al rescate de los refugiados y atenderlos ya a su llegada a la cola, todavía en territorio ucraniano. A veces, en la noche, están a 5 grados bajo cero, sin mantas y al ras. Hace pocos días hubo un bombardeo a 17 kilómetros. Exponen sus vidas pero prefieren ir salvando las que puedan mientras tanto.

Estos médicos voluntarios pertenecen a la asociación Humanity First.

En Medyka les ayuda el matrimonio formado por Susana Menéndez y su marido Michael Martin. Ella es española y él de origen alemán, proceden de Galicia (España). El 4 de marzo decidieron montarse en su autocaravana y desplazarse hasta la frontera con Ucrania para ayudar en lo que hiciera falta. Ella es abogada experta en derechos humanos y los dos tienen experiencia en voluntariado (así se conocieron, cuando él era un mendigo y ella una voluntaria que le atendía, pero esa es otra historia que puedes leer aquí).

Susana ha reunido dinero de personas que quieren ayudar a los refugiados y lo emplea para comprar material como mantas y medicamentos. Da apoyo a los médicos, que le pasan la lista de medicinas que necesitan y ella va a la ciudad más próxima para comprar en las farmacias. Además, ha logrado comprar un desfibrilador, entre otros productos necesarios para levantar un pequeño dispensario a pie de frontera.

Allí los médicos han instalado ya 3 camillas y algo que podría servir de quirófano. Al lado, en varias ollas grandes preparan comida caliente para los refugiados. Luego cargan la olla en un carrito de supermercado y la trasladan a pie por la carretera hasta el interior de Ucrania, donde se encuentran los refugiados. Así de pedestre pero real y efectivo para mantener con vida a los que huyen.

En un almacén van reuniendo ropa de vestir, zapatos, abrigos, mantas, productos de higiene personal... Cuando llegan al otro lado de la frontera, a los refugiados se les da lo que necesitan antes de registrarse y continuar su viaje quién sabe si a Polonia o a otro destino.

Los médicos atienden a enfermos crónicos, a lesionados y a quien necesita ayuda porque ya va apareciendo el síndrome postraumático provocado por los bombardeos, la estancia en los refugios y el miedo en las poblaciones y durante el camino. Muchos refugiados siguen siendo en su mayoría mujeres, niños y ancianos, mientras que los hombres de entre 18 y 55 años están combatiendo.

El trabajo de los médicos es agotador, así que hacen turnos de 8-10 días, según la disponibilidad y las fuerzas. Susana sigue pidiendo colaboración para este equipo que trabaja por la paz volcado en su vocación de cuidar a los que sufren. Ella se encarga de ir mandando información acerca de lo que ocurre en Medyka y de lo que es más urgente. Ahora trata de conseguir también, entre otras cosas, chalecos antibalas, gafas de visión nocturna y un generador para apoyar a los hospitales de Ucrania que se encuentran sin luz. Van llegando cajas de medicamentos que rápidamente se llevan al otro lado.

Parece mentira que a pocos kilómetros de una zona de confort pueda haber tanto sufrimiento. "Mientras pueda estar aquí ayudando, tiene sentido lo que estamos haciendo, por pequeño que parezca", dice Susana. "Gracias a todos los que nos ayudáis con vuestra oración, vuestros mensajes, vuestros donativos y vuestro apoyo emocional. Todo ayuda a que esto marche". Michael, mientras, no para de trasladar cajas, limpiar y repartir cafés a quien ahora mismo valora una bebida caliente más que oro en paño.

HUMANITY FIRST

Puedes seguir el trabajo de Susana y Michael en su perfil de Instagram, @adondetellevalavida. El libro de Michael se titulaba "Adonde te lleva la vida" y ha sido así de premonitorio.

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