A medida que pasan los días se recrudece la invasión rusa de Ucrania. Las imágenes y los testimonios que llegan de este país evidencian que Putin no está atacando objetivos militares, sino que está masacrando a la población civil, unos actos que, de acuerdo con el Derecho Internacional y la Convención de Ginebra, pueden calificarse como crímenes de guerra.
La avanzada rusa cada vez toma más territorio ucraniano. A su paso, los misiles y bombas arrasan con lugares muy poblados como Mariupol, ciudad que el Papa Francisco calificó como “ciudad mártir” durante el rezo del Ángelus del pasado domingo 13 de marzo.
Junto con la capital, Kiev, uno de los enclaves estratégicos que se prepara para recibir el ataque ruso es la ciudad marítima de Odesa, conocida como “la Perla del Mar Negro”. Es la tercera ciudad en importancia de Ucrania y el puerto marítimo principal del país. Por eso, Putin la anhela, porque, de conquistarla, arrebataría a Ucrania buena parte de su salida al mar.
Se estima que los primeros asentamientos humanos en esa zona datan de la Edad de Piedra, unos 30.000 años antes de Cristo. Desde entonces, han sido multitud las civilizaciones que han habitado allí, desde los griegos o los godos o los hunos hasta su actual población formada por cerca de un 70 por ciento de ucranianos y un 30 de rusos y de otras nacionalidades. Es rica en diversidad étnica y religiosa y, por su localización, siempre ha sido una ciudad cosmopolita.
Prueba de ello es, o era, su vibrante vida cultural con ejemplos como el teatro de la Ópera. En la calma tensa a la espera de un ataque ruso, probablemente por mar, los cantantes de la Ópera de Odesa no se han resignado a que el silencio domine las que eran unas calles bulliciosas. De esta forma, han entonado su himno nacional.