Celebramos el Día Internacional de la Mujer con una Guerra más en Europa. Las guerras representan la rabia del demonio contra los hijos de Dios. La guerra confunde el cerebro de los niños y les roba el derecho a los paseos en el río, en la playa, en el campo. Las piñatas y los recreos en el colegio.
La guerra deja una impronta de horror en sus cerebros al ser testigos de casas destruidas, cuerpos descuartizados, padres o madres desaparecidas. Con la guerra el corazón de un niño, de una niña ya no palpita con paz. Empieza a vivir con un palpitar desconocido, que hunde, que angustia. Sí, la guerra te deja tantas heridas en la memoria, el corazón y sentido de la vida.
Un rayo de esperanza
Esto es la mujer en la vida de cualquiera, en la vida de una nación, en la vida del mundo. Rayo de esperanza porque cuando está completamente consciente de su misión la mujer se entrega, se arroja, se hace completa servidora. No le importa la autoestima, ni se asusta con la palabra sacrificio, sus vestidos son todos de la Colección de la Esperanza.
Hoy 8 de marzo, que es el Día Internacional de la Mujer, es importante que tú y yo reflexionemos sobre nuestro papel tan único, determinante y protagónico. Sobre todo, la mujer es sanadora. Ha venido, ha nacido, para sanar al mundo de la guerra del odio, de la guerra del rencor, de la guerra de la envida, de la guerra de la ambición, de la guerra de la traición, de las guerras que acaban con la humanidad.
Por ello, este día tan especial es importante hacer la campaña del vestido verde, el color de la esperanza y determinarse a devolver bien por mal.
Comprometerse a orar intensamente por otras mujeres de Ucrania que la están pasando tan mal. Visualiza al estar sumergida en la oración una esfera de luz blanca protectora alrededor de cada niño, de cada niña para que no quede traumatizado, traumatizada. ¡Ay de aquel por cuya culpa muera un solo niño bombardeado! Más le valdría que lo arrojaran al mar con una piedra en el cuello… (cf. Lucas, 17).
Para consolar a otro, lo que necesita estar presente es el corazón
“Consolad, consolad a mi Ucrania”, nos pide a nosotros los cristianos católicos nuestro Dios esta Cuaresma. Estoy impresionada con las hermosas historias de solidaridad y amor que se están viviendo no sólo en Ucrania sino en el mundo. Me ha impactado cómo una maestra, muy querida por todos, ha sido víctima de una paliza y no dejar de repetir: prefiero morir antes que someterme al Kremlin. Y reflexiono en las siguientes palabras del Antiguo Testamento, “todo poder humano es puro barro. Pero un día se revelará la gloria del Señor y la verán todos los hombres (cf. Isaías 40).
Esta gloria del Señor necesita de nuestro trabajo por medio de la oración. Piensa ahora mismo en una persona a la que amas mucho y transpórtala con tu pensamiento hasta Ucrania, ¿qué pasa en tu corazón? ¿qué hace que te conmueves de esa manera? La respuesta es que el corazón ama a esa persona… La invitación es a pensar en que somos amor, tú y yo, de manera que, si quieres puedes sentir amor por todos y hacerte presente desde ese amor para la gente de este ahora castigado país.
No hay nada como sentir seguridad ahí donde se vive.
Porque es la paz lo que hace posible el crecimiento integral de una persona. Cuando a un niño, a una niña se le arrebata esta seguridad, se le produce un daño irreparable que tardar muchos años en sanar. En muchos esto nunca ocurrirá. Es lo que se llama stress después del trauman.
Crecí y viví la guerra
La guerra hiere profundamente.
Crecí y viví la guerra en El Salvador. De tener una niñez y entrada en la adolescencia feliz en cuanto a paseos al río, el campo y el mar, de repente todo eso acabó. De dormir sin miedo en la cama por las noches, pasamos a escondernos debajo de ella, aterrorizados por el sonido de las metralletas y los aviones que tiraban bombas. Si antes mirábamos en la televisión nuestras caricaturas favoritas y los concursos de Miss Universo, entonces comenzamos a mirar escenas de cuerpos descuartizados de familias enteras.
La guerra me arrebató la adolescencia; me robó a un tío a quien desaparecieron y me dejó minimizada, miedosa, asustada. Llevo años de terapias, encuentros con Dios, retiros y acompañamiento espiritual para superar tanto recuerdo oscuro.
Nada justifica una guerra. Nada justifica a Putin. Este Día Internacional de la Mujer te invito a orar por los niños, pero también por este hombre, que sea consciente o no, también es un hijo de Dios.
Si necesitas apoyo emocional, por favor escríbeme a consultorio@aleteia.com