Más de 120 propiedades que se expropiaron ilegalmente a cristianos y mandeos en Irak pronto regresarán a sus legítimos dueños. La decisión se produjo gracias al recién creado Comité para la Restitución de la Propiedad Cristiana y Mandea; y cuenta con el apoyo del Movimiento Sadrista.
AsiaNews explica que el fenómeno del robo ilegal de casas y propiedades cristianas se remonta a 2003. Durante la campaña encabezada por Estados Unidos para derrocar a Saddam Hussein, los cristianos huyeron del país en masa. Esto provocó que la población cristiana disminuyera en aproximadamente un tercio.
Una vez que sus propiedades quedaron abandonadas, grupos de mafias locales aprovecharon para tomar el control.
Mafias locales
La tierra se sustrajo por medios "legales". Es decir, estas "mafias" falsificarían documentos y reclamarían la posesión de las propiedades en los tribunales. En la mayoría de los casos, estas tácticas han tenido como resultado la expropiación de propiedades cristianas y su entrega a los ladrones.
No está claro en qué medida influye la corrupción en los tribunales, o si esto es el resultado de que los propietarios cristianos legítimos no estaban presentes para defenderse.
El 21 de febrero, el Comité tomó la decisión de restituir las propiedades a sus legítimos dueños. Las propiedades en cuestión incluyen casas, negocios, fábricas y terrenos agrícolas. El informe señala que deberán restaurarse antes de devolverlos a sus dueños.
Movimiento Sadrista
Según Fides, la decisión la impulsan los seguidores del movimiento Sadrista, cuyos líderes asumieron el poder después de las elecciones parlamentarias iraquíes en 2021. Los partidos chiítas pro iraníes, con 73 de los 329 escaños del Parlamento, han perdido parte de su influencia.
Los sadristas reclaman un papel como protectores "de toda persona débil". Han prometido apoyar a las comunidades minoritarias en los esfuerzos legales y sociales para rectificar las injusticias cometidas contra ellas.
Se espera que esta medida ayude a las minorías iraquíes, como los cristianos y los mandeos, a sentirse protegidas, en una nación con un historial de abusos contra los derechos humanos.
También se entiende como una oferta de reconciliación que puede llevar a algunos de los cristianos que huyeron desde 2003 a regresar.