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El escultor canadiense Timothy Schmalz realiza estatuas religiosas desde hace más de 30 años. Se inspira en figuras y temas cristianos, así como en mensajes sociales contemporáneos y describe sus esculturas como "oraciones visuales" que obligan a las personas a detenerse a reflexionar. Nueve de sus esculturas están instaladas actualmente en Roma y en el Vaticano y otras dos deberían llegar pronto a la Ciudad eterna.
– Aleteia: ¿Qué le ha motivado a esculpir obras de tema cristiano?
Esculpo el cristianismo desde hace más de 30 años. Cuando rondaba la veintena, abandoné la escuela de arte porque descubrí que no quería hacer el arte por el arte, sino que quería hacer el arte para Dios.
Quería que mi arte fuera un instrumento que permitiera a las personas acercarse al cristianismo y a la espiritualidad. Esto es lo que aún intento hacer a través de mis obras, sobre todo con las que están instaladas en Roma.
– Cuéntenos cómo llegó su primera escultura al Vaticano, en 2016…
Se trataba del Jesús sin techo. La escultura fue colocada en el interior del Vaticano, en la plaza frente al edificio de la Limosnería apostólica del Papa. En 2013, presenté primero el modelo original al Papa para que lo bendijera.
Dijo que era una hermosa representación de Jesús. Desde entonces, la escultura ha estado en ciudades del mundo entero: de Singapur a Cafarnaúm pasando por Nueva York. Desde 2018, también hay una en el barrio del Trastévere en Roma, delante de la sede de Sant’Egidio.
– ¿Cómo le vino la idea de su ya célebre "Jesús sin techo"?
Estaba en Toronto cuando vi una persona sin techo totalmente cubierta bajo una manta. Era una imagen obsesiva y me dije: “Es Jesús, acabo de ver a Jesús en pleno centro de Toronto”.
Volví a mi taller y no lograba sacarme este pensamiento de la cabeza. Quise transmitir mi experiencia través de la escultura. Cuando la gente ve un trozo de tela con un ser humano frágil debajo, puede ver también algo espiritual.
– ¿Qué hay de la escultura "Ángeles sin saberlo" que representa una patera de migrantes instalada en la plaza de San Pedro?
Cuando abrió las puertas la nueva sección Migrantes y refugiados en el seno del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, me pidieron elaborar una obra sobre este tema. Durante dos años, reflexioné sobre la manera de esculpir este pasaje de la Carta a los hebreos: “No se olviden de practicar la hospitalidad, ya que gracias a ella, algunos, sin saberlo, hospedaron a los ángeles”.
Estaba encantado con la idea de crear una obra que difundiera este mensaje a escala mundial, colocándola en un lugar central como la plaza de San Pedro en 2019.
La columnata de la plaza, concebida por Bernini, quiere representar dos brazos recibiendo a todo el mundo. Mi escultura, que representa a personas del mundo entero, parece casi navegar hacia la basílica de San Pedro, cosa que refuerza aún más la idea de que la Iglesia es acogedora y que ama a todo el mundo.
También he esculpido 140 personajes en la pieza porque hay 140 estatuas de mármol en la columnata. Esto me dio muchas oportunidades de representar rostros y testimonios que pudieran resonar con las personas que vienen a la plaza de San Pedro.
La idea era mostrar refugiados de todos los periodos históricos, con un ángel en el centro. Solamente se ven sus alas, lo cual sugiere simbólicamente que las alas son las de todos los migrantes.
– ¿En qué modelos se inspiró?
Quería representar en la escultura a auténticos migrantes y refugiados. De hecho, pedí a refugiados africanos en Canadá que posaran para mí para que pudiera esculpir sus rostros y cuerpos. Sabía también que los padres del cardenal Czerny [prefecto ad interim del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral] fueron refugiados venidos de la República Checa a Canadá.
Le pregunté si podía enviarme fotografías de ellos y esculpí a sus padres en la popa de la patera, como un reconocimiento simbólico de la propia historia de migración del cardenal Czerny.
También hay refugiados alemanes huyendo de la Reforma protestante, protestantes huyendo de regiones católicas, judíos huyendo de la Alemania nazi, musulmanes sirios huyendo de los conflictos actuales, etc. No es solo un tapiz de la migración, sino también un collage de la humanidad. La escultura es una ventana hacia sí misma.
Coloqué a los personajes de manera estratégica de modo que no haya un único ángulo en el que uno pueda mirar la obra sin ver a alguien que se le parezca. Todos, en un momento u otro de la historia, hemos migrado de un lugar a otro.
– Recientemente, su escultura "Dejen en libertad a los oprimidos" fue llevada a la plaza de San Pedro durante el Ángelus del domingo 6 de febrero. ¿Cuál es la historia de esta escultura?
Tras el éxito de la escultura de Ángeles sin saberlo, el cardenal Czerny me pidió si podía realizar una escultura sobre el tema de la trata de seres humanos. Empecé por estudiar el horror de esta historia.
Pensé en la omnipresencia del este mal en el mundo y se me ocurrió la idea de hacer salir a los esclavos modernos, las víctimas de la trata, de ese mundo subterráneo hacia la luz.
El tema de la escultura es la esperanza, pero también tiene el objetivo de informar. La escultura se compone de un centenar de rostros de la trata, de personas que son a menudo invisibles.
Esta escultura aporta visibilidad al cristalizar sus emociones y su lucha. Es también un monumento dedicado a santa Bakhita, que fue esclava hace un siglo y que lucha espiritualmente contra la esclavitud hoy día.
– Finalmente, ¿dónde se colocará esta escultura?
El modelo reducido de esta escultura ha sido bendecido por el papa Francisco y se colocará en alguna parte de Roma. Las versiones más grandes están en proceso de instalación en diferentes lugares del mundo, como en Washington D.C. y en Montreal. En Italia, se anunciará próximamente un lugar de instalación.
La idea es crear diez obras que se coloquen en diez lugares del mundo para sensibilizar sobre la esclavitud. Se trata de una escultura muy espectacular que, esperemos, se convertirá en un elemento permanente del tejido urbano y hará que la gente se pare en seco en su camino para sensibilizarles sobre este problema.
– ¿Cómo cree usted que le ayuda la escultura a transmitir los valores cristianos?
La escultura es una de las mayores formas de comunicación porque ocupa un espacio tridimensional real. Es más poderosa que la pintura y que otras formas de arte visual, simplemente porque se destaca. La escultura tiene también la característica perfecta de poder colocarse en el exterior.
A menudo, las personas se sienten intimidadas ante la idea de entrar en una iglesia o no quieren entrar porque tienen ideas negativas sobre la Iglesia. La escultura te permite acercar la Iglesia a la gente.