Lo que faltaba: el resentimiento contra la conquista material y espiritual, y colonización española, que en México duró tres siglos exactos (1521-1531), auspiciado por el actual gobierno federal, ha tenido ya su primera estatua derribada: la del fraile cántabro fray Antonio de San Miguel que formaba parte del conjunto denominado Los Constructores en Morelia, capital del Estado de Michoacán, al occidente del territorio mexicano.
La estatua fue derribada por miembros del autodenominado Consejo Supremo Indígena de Michoacán, quienes dieron por justificación que este fraile jerónimo que llegó a ser obispo de Michoacán, después de haberlo sido Comayagua en la Capitanía General de Guatemala, territorio actual de Honduras, recordaba la discriminación.
Sin embargo, la historia recuerda que en Comayagua, se le reconoció por su enorme labor en favor de los pobres tras una hambruna sucedida entre 1777 y 1778.
Posteriormente, el 15 de diciembre de 1783 fue elegido obispo para la diócesis de Michoacán, a donde llegó el 25 de junio de 1784. Durante su gestión ocurrió la crisis agrícola de 1785-1786 que fue conocida como el "Hambre gorda". Debido a la experiencia adquirida en Comayagua, fray Antonio supo socorrer a la población más necesitada, salvando a muchas personas pobres de la muerte.
Pero la gestión más importante de fray Antonio, misma que ha quedado para la posteridad, fue, además del impulso de la agricultura en la Diócesis que tuvo como primer obispo a Vasco de Quiroga, la construcción del acueducto de la ciudad de Valladolid (hoy Morelia).
Con un edicto promulgado el 21 de octubre de ese 1785, proporcionó el dinero necesario para comenzar esta obra.
¿Fray Antonio esclavista?
Los historiadores reconocen en fray Miguel algo muy distinto de lo que ahora los miembros del Consejo Supremo Indígena de Michoacán especulan en torno a la postura “esclavista” de fray Antonio: que el acueducto de Valladolid tenía dos objetivos fundamentales: el primero era aliviar el desabasto de agua que sufría la población de la actual Morelia, y el segundo, dar trabajo a muchos de los habitantes de la ciudad.
Este acueducto –uno de los más importantes de la Nueva España-- se conforma por 253 arcos de medio punto que alcanzan su máxima altura de 9.24 metros. Posee dos cajas de agua, una al inicio, y la otra aproximadamente a 700 metros de la primera. La longitud que tiene es de más de 1,700 metros.
El agua se repartía a través de una tubería subterránea de barro a las fuente públicas, a conventos y casas particulares.
Los comuneros del Consejo Superior –y así lo dijeron a la prensa que cubrió el acto de acoso y derribo de la estatua de fray Antonio junto con la del Alarife, que formaban parte del conjunto de Los Constructores—consideraron que el acueducto fue elevado durante los tiempos de esclavitud de los indígenas y que, además, promovía “la discriminación y el racismo”.
O más bien, que la estatua “proyectaba una imagen de discriminación”.
Detenidas 24 personas por el ataque
Estas personas ataron un lazo del cuello de los personajes de la estatua y jalaron hasta derribarla, para después prender fuego y tras llevarse las cabezas consigo, huyeron con rumbo desconocido.
Sin embargo, las autoridades policiacas de Morelia anunciaron la tarde del lunes que habían sido detenidas 24 personas por su presunta participación en los actos en agravio de la estatua de fray Antonio y el Alarife.
El daño estaba hecho. El discurso del odio recorre fuertemente el segundo país con mayor número de católicos del mundo. Y en donde la Virgen de Guadalupe se quedó como “felicidad de su pueblo”. Un pueblo que la venera con los labios, pero que, poco a poco, la ha ido retirando de su corazón, transformando el recurso de las autoridades políticas de la actualidad en acciones depredadoras del pasado.
Fray Antonio de San Miguel es la primera cabeza que rueda. ¿Quién seguirá?