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¿Por qué es importante que nuestros hijos visiten a sus abuelos?

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María Eugenia Brun - publicado el 26/01/22
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No dejes de agendar el encuentro entre abuelos y nietos cada ciertos días. Es un tesoro para tu familia

Si los abuelos están cerca, no debe faltar en la agenda semanal de la familia la visita a los abuelos. Son muchas las razones que lo hacen un momento importante para nuestros hijos y padres.

El Papa Francisco explica por qué es importante que los abuelos se encuentren con los nietos y los nietos se encuentren con los abuelos: “porque los abuelos ante los nietos soñarán, tendrán ilusiones, y los jóvenes, tomando fuerza de sus abuelos, irán hacia adelante”.

Pues sí, el vínculo que se genera entre abuelos y nietos es muy especial y enriquecedor. Es un dar y recibir. Por ejemplo, los abuelos aportan a los niños sus experiencias, estabilidad emocional, tiempo, historias, complicidad, cariño. Por su parte, los niños aportan a los abuelos juventud, les ayudan a mantenerse activos física y mentalmente, a olvidarse de sus nanas por un rato, diversión, sus historias y mucho afecto…

6 razones por la que visitar a los abuelos con frecuencia tiene beneficios

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Es un vínculo con el pasado. A los niños les encantan las historias que cuentan sus abuelos de su pasado. Cómo vivían ellos, que hacían, qué había y que no cuando eran niños o jóvenes, a qué jugaban, qué hacían en el colegio. Muchas veces les gusta saber cómo eran sus padres de niños, si se portaban bien o mal, qué hacían. Y ver alguna foto del baúl de los recuerdos de los abuelos.

Mejora la relación entre abuelos y nietos. Ir con más frecuencia ayuda a que los niños generen confianza en los abuelos. Si en cambio se los visita una o dos veces al año esta relación se hace más difícil y son como desconocidos para ellos.

El Papa Francisco está convencido de que hay que fortalecer este vínculo entre abuelos y nietos, porque es como una fórmula matemática: “El diálogo entre estas dos generaciones permitirá que los sueños de los jóvenes puedan apoyarse en la sabiduría de los mayores para generar nuevos espacios de solidaridad, tolerancia y ternura.”

Los nietos alegran el día a los abuelos con su visita. Vivimos en una sociedad en la que muchas veces ellos se encuentran muy solos. Además con el paso del tiempo su vida se torna muy rutinaria y darle un sacudón a esa rutina de vez en cuando no está nada mal.

Los niños llenan de alegría cualquier hogar, por lo que les ayudará  a no sentirse solos, llenándose de abrazos, haciéndolos reír un rato. Todo esto los hará sentirse queridos, incluso los nietos son el mejor antídoto si están malitos de salud.

Y es lindo que los niños sepan que su presencia es muy esperada, y que la felicidad viene de compartir nuestro tiempo, nuestra alegría con otros.

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Juego y complicidad. El juego con los abuelos no es el mismo que con los padres o amigos, es distinto. Hay menos reglas, o las tienen pero incluso las establecen juntos, y sin la autoridad de los padres. O las establecen con mayor naturalidad que le dan sus años de experiencia.

Los abuelos explican el juego o escuchan a sus nietos hacerlo con calma, sin apuro y con paciencia. Les hacen sentir cómodos, algo que muchas veces a los padres nos cuesta un poco más.

Además es indiscutible la complicidad y el placer que sienten a la hora de jugar entre ellos.

Aprenden el valor de cuidar y dar cariño. Los niños aprenden de lo que hacemos nosotros, por ende si queremos enseñarles valores, a respetar a las personas mayores, a cuidarlos, a acariciarlos, primero lo tienen que ver en nosotros, respetándolos, disfrutando de cuidarlos y mimar a nuestros padres.

Es fundamental también enseñarles que son personas mayores y que hay cosas que ya no pueden hacer como nosotros quisiéramos. Porque su cuerpo está envejeciendo, y tiene sus nanas. También a veces tenemos que ayudarles con algo, o repetirles el juego porque no escuchan bien. O tal vez escuchar de nuevo alguna vieja historia de su vida porque se olvidaron que ya la contaron.

Pero lo más importante es disfrutar de su presencia al máximo cuando los tenemos, porque el tiempo pasa rápido y un día ya no estarán más con nosotros.

El Sumo Pontífice ha reiterado en varias ocasiones: “Un pueblo que no custodia a los abuelos, que no respeta a los abuelos, no tiene futuro, porque no tiene memoria. Ha perdido la memoria”.

Se enseñan cosas. Es lindo ver a los abuelos contarles a nuestros hijos cosas que ya hemos escuchado nosotros, pero con el mismo entusiasmo que lo hacían con nosotros. Ver la cara de asombro e interés en los niños por esas historias que cuentan de cómo vivían ellos antes, cuando escuchaban las novelas en la radio porque no había televisión, qué hacían cuando había una tormenta y no había alertas meteorológicas como ahora, cuáles eran sus juegos favoritos (las canicas, la cuerda, el trompo, la payana…), cuando enviaban cartas y postales en vez de mensajes de texto o audios.

Pero también es fabuloso observar el placer de los abuelos escuchando todo lo que les cuentan sus nietos de la escuela, de sus amigos, de lo que aprendieron a hacer. Así como también enseñándoles sus juegos en la tablet, los dibujitos que miran, cómo tomarse una selfie o mandar un emoticono en el mensaje de texto del celular.

Son dos generaciones unidas que comparten pasado y presente.

Y no te olvides de agendar para el fin de semana, si puedes, una visita familiar a la casa de los abuelos. Tomando las medidas sanitarias necesarias. Pero no dejes para otro momento abrazar y compartir un lindo momento con nuestros padres, con los abuelos de nuestros pequeños.

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