Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
El padre Cido Pereira mantiene una columna de preguntas y respuestas en el periódico O São Paulo, de la arquidiócesis de São Paulo. En octubre de 2021 aclaró la siguiente pregunta de una lectora:
“Una vez fui a la Iglesia Carismática Brasileña y en el momento de la comunión el sacerdote les dio la hostia a todos, incluso para llevar a casa; hasta un niño la tomó. ¿Está bien?".
Esto es lo que el Padre Cido respondió:
“Esta iglesia no es católica romana. Es otra de esas iglesias que usan nombres parecidos a los que usamos los católicos romanos, justamente para engañar a la gente humilde. Peor aún: los 'obispos' y los 'sacerdotes' de esta iglesia copian nuestros ritos y oraciones, y el pueblo de Dios está aún más confundido.
No obedecer las directrices del Papa y de los obispos lleva a eso. Un grupo de fanáticos finalmente se separó de la comunión católica y fundó una nueva iglesia. ¡Eso es muy triste!
La Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) ha publicado lineamientos muy claros para la Renovación Carismática.
La gran mayoría obedeció y la Renovación Carismática Católica (RCC) se convirtió en una bendición.
Los que desobedecen se convierten en una secta. Todo movimiento, asociación o pastoral que reza, celebra y actúa por cuenta propia, peca contra la unidad de la Iglesia y se aleja de ella”.
¿Comunión a domicilio?
Pero, ¿puede el creyente llevar la hostia a casa o no?
Por supuesto que no: el creyente debe recibir la Sagrada Eucaristía de manos del sacerdote o ministro extraordinario de la Comunión y devotamente consumirla inmediatamente, consciente de estar en comunión con el Cuerpo de Cristo.
Otra cosa es que la misma Eucaristía se lleve a un creyente que, por causas excepcionales, se ve impedido de ir a una iglesia: se trate de una enfermedad grave, por ejemplo, o incluso de los momentos finales de su paso por este mundo.
En tales circunstancias, estamos hablando del Santo Viático, un privilegio que de ninguna manera es comparable al gesto de un creyente que, por su cuenta, lleva indebidamente a casa la Hostia consagrada.