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El corazón de la película Spiderman No Way Home gira en torno a la redención de los famosos villanos del universo Marvel. No es casualidad que la intriga principal comience cuando el joven Spiderman, interpretado por Tom Holland, se niega a enviar a los supervillanos a sus mundos, donde inevitablemente los aguardaría el destino fatal de la muerte.
Los malos siempre pierden, pero el joven Spiderman, en contra del consejo del gran sabio Dr. Strange, rechaza la idea de que son irrecuperables y están destinados a hacer siempre el mal.
Entre las novedades de la película, notarás la presencia en la pantalla de tres Spiderman. De hecho, los dos actores anteriores, Tobey Maguire y Andrew Garfield, se encuentran en universos diferentes para imaginar diferentes versiones de Spider-Man.
Esta incursión sorpresa, además del placer brindado a los fans, permite enriquecer y concluir los arcos narrativos de las dos versiones anteriores de Spiderman, interrumpidas abruptamente después de tres y dos películas respectivamente.
El acto crístico de Spiderman
Aquí los tres Spiderman muestran una verdadera nobleza: todos han sufrido en su carne, tocando la muerte por ser prójimos al servicio de la justicia. Sin embargo, a pesar de un difícil conflicto interno, no se apartaron del bien.
Veinte años después del primer Spiderman, a Goblin, el gran villano, se le ofrece una redención totalmente inesperada. En la película que se estrenó en 2002, Norman Osborn, quien tomó los rasgos de la entidad maligna, murió atravesado por su propia tabla, que había lanzado para matar al Spiderman interpretado por Tobey Maguire.
Por lo tanto, se había suicidado, sin que el hombre araña fuera responsable de su muerte. Este nuevo episodio, sin embargo, ofrece un final más grandioso: mientras Tom Holland quiere que Norman Osborn pague por el asesinato de su tía, Tobey Maguire se interpone en el camino y es él, esta vez, quien es atravesado por la tabla de Osborn.
Ese momento único, un verdadero momento de misericordia, le permite administrar a Norman Osborn la droga que lo libera de su malvada personalidad.
Arriesgando su propia vida para salvar la del asesino, como Dios que "no quiere la muerte del pecador", el acto salvífico de Maguire permite a Osborn no morir por su propio pecado, como en el episodio inicial.
Y por lo tanto es un gran final en su dimensión sacrificial, que se reinventa. Asumiendo sobre sí mismo la herida que el villano tuvo que infligirse, Spiderman hace el papel de alter Christus, siguiendo así el modelo cristiano supremo.