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Cuando Maria von Trapp se enfrentó al aborto y a Hitler

Maria von Trapp

Public Domain

Mark Haas - publicado el 24/12/21

La heroína de ‘Sonrisas y lágrimas’ afrontó muchos desafíos cuando su familia abandonó su Austria natal. La fe de Maria y su amor por su enorme familia llenaron los días de alegría a pesar de las circunstancias

¿Cómo solucionas un problema como María? La baronesa Maria Augusta von Trapp, la heroína del musical dramático estadounidense de 1965 The Sound of Music (que inspiró la película homónima y traducida en España como Sonrisas y lágrimas), era una persona realmente fascinante.

Los sucesos de la película son solamente un pequeño capítulo de las increíbles vidas de Maria, su marido Georg y sus 10 hijos. En el desarrollo de su vida, Maria afrontó cara a cara (literalmente) tanto el aborto como a Adolf Hitler.

Su primera némesis fue el mismo Adolf Hitler. La familia Von Trapp vivió en Austria durante un tiempo tras la invasión nazi. Lo nazis no tardaron en endurecer su control sobre la cultura austriaca reemplazando sus canciones y costumbres populares, sustituyendo las estatuas por imágenes de Adolf Hitler y sembrando banderas con la esvástica o lo que Maria solía llamar “la araña negra”.

En sus escuelas públicas, los niños Von Trapp pasaron al cargo de nuevos profesores pertenecientes a “el partido”. En su propio libro, The Story of the Trapp Family Singers (“La historia de los cantantes de la familia Trapp”), Maria escribió:

Los niños llegaban a casa de la escuela diciendo que este o aquel profesor ya no estaba allí, que había nuevos profesores ocupando su lugar, incluso un nuevo director. [Dijeron a los niños] que nunca mencionaran en casa lo que aprendían en la escuela ahora (…) ¿Cuánto podía durar esto?.

Muy poco después, Maria y Georg decidieron abandonar su patria. En la película, la familia Von Trapp trama una intrépida escapada a través de las montañas del país austriaco invadido por los nazis.

En realidad, la familia escogió una partida menos dramática y abandonó el país en barco hacia la Ciudad de Nueva York. Sin embargo, antes de huir de su tierra natal, Maria y Georg se encontraron con el mismísimo Führer. Mientras almorzaban en Múnich, los Von Trapp descubrieron que estaban sentados justo al lado de nada menos que Adolf Hitler. 

Según recuerda Maria: 

“¡Mira! ¡El Führer! ¡En la mesa de al lado!”. Y así era. En la mesa justo al lado estaba sentado el Führer del pueblo alemán, rodeado de seis u ocho hombres de las S.S. Todos bebían cerveza, menos Hitler, que bebía zumo de frambuesa, porque una de sus innumerables virtudes era que no tocaba el alcohol ni tampoco comía carne. Durante los siguientes cuarenta minutos, tuvimos la oportunidad de primera clase de mirar al Mesías del Tercer Reich (…). Sin embargo, aquello no podía soportarse durante mucho tiempo. Sabiendo quién era, era demasiado deprimente.

No mucho después de este encuentro, el banco de los Von Trapp quebró y la familia perdió su inmensa fortuna. Dejaron todo atrás para viajar a Estados Unidos con el poco dinero que tenían en sus bolsillos. Su enorme familia les ayudó a salir adelante en los momentos más difíciles. Maria reflexionó: “Traiga lo que traiga el día, se convierte en una fiesta solamente con el afecto genuino que puede generar una gran familia”.

Ciertamente, como bien refleja la película, Maria adoptó a sus siete hijastros. Ella y Georg continuarían hasta tener tres hijos más juntos. Viajaron como familia a Estados Unidos con la compañía de un amigo sacerdote, que solía celebrar misa diaria y una bendición vespertina con toda la familia.

Sin prácticamente dinero, se vieron obligados a cambiar drásticamente su estilo de vida y, paradójicamente, Maria estaba especialmente rebosante de dicha. En medio de sus problemas económicos, su marido comentó una vez:

“¿Y a ti qué te pasa? Actúas como si hubieras ganado un millón de dólares”. “Oh, mucho más”, dijo ella. “Acabo de descubrir que no éramos ricos realmente, solo resultaba que teníamos mucho dinero. Por eso nunca podemos ser pobres”.

Fue durante este tiempo incierto cuando Maria quedó embarazada. De inmediato empezó a experimentar fuertes dolores de espalda y acudió a un especialista. Maria cuenta la visita:

“Su esposa no puede tener otro hijo”, informó a mi marido; “al menos no hasta que sus riñones vuelvan a la normalidad. Ambos están gravemente infectados (…). Por supuesto, el bebé debe ser extraído de inmediato”. Esto me indignó. “¿A qué se refiere con por supuesto? Esto no es por supuesto en absoluto. Al contrario, está absolutamente fuera de discusión: somos católicos, ¿sabe?”. Ahora el médico parecía seriamente preocupado. “El bebé no nacerá vivo; eso puedo asegurárselo”.

Maria procedió de la única manera que sabía: con oración ferviente. Rezó: “Querida Santísima Madre, ayúdame. No dejes que le pase nada al bebé”.

Cuando llegó el momento del parto, la familia se unió en oración:

“La familia se reunió en el salón para recitar el rosario en voz alta. Luego cantaron himnos. Luego rezaron de nuevo”. Después del parto, ¡llegó el bebé! “Tuve que apretar muy fuerte la mano de Georg y el tiempo pareció detenerse. Entonces escuché un extraño y pequeño chillido (…). En ese momento, en la planta de abajo empezó a cantar todo un coro: ‘¡Ahora demos gracias al Señor!’ (…) ‘¡Porque es un niño!’ (…). Las predicciones del médico, por hermosa fortuna, resultaron ser erróneas, y Johannes promete ser un chico estadounidense sano”.

Y aquí es donde Maria ofrece aliento a las madres futuras, con su relato del momento en que supo de la clínica abortiva líder en Estados Unidos:

Muchos años después supe de casualidad de la planificación familiar y de los anticonceptivos para prevenir niños no deseados. Debo decir que Johannes no fue exactamente planificado para ese preciso momento y, en lo que respecta a si era querido, habría dicho encantada muchas veces: “Oh, por favor, ¿no tendrías la amabilidad de esperar seis meses nada más?” (…) Si hay que hacer alguna planificación, ¿por qué no dejar que Él la haga? Al volver la vista atrás, sé que Él escogió el único momento apropiado para la llegada de Johannes.

La familia Von Trapp llegaría a cosechar un tremendo éxito musical con muchas giras en Estados Unidos y en el extranjero. Con el tiempo, compraron una granja en Stowe, Vermont, y construyeron su hogar con sus propias manos. Ciertamente escalaron todas las montañas de un mundo turbulento y abrieron cada camino en circunstancias de incertidumbre. Con su imperecedero amor mutuo, la familia Von Trapp había encontrado de verdad sus sueños.

Sea cual sea la falta cometida, grande o pequeña, aunque se acumulen nubes en el horizonte, oscuras y amenazadoras, el amor lo superará todo. 

— Maria Augusta von Trapp

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