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“Tengamos la fiesta en paz”: ¿Y cómo se logra esa paz en la pareja?

TENGAMOS
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Miriam Esteban Benito - publicado el 15/12/21
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La película de Juan Manuel Cotelo es más que recomendable. Nos recuerda grandes verdades entre risas, alguna lágrima y música

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Este fin de semana fui al cine con mi familia para ver la recién estrenada película de Juan Manuel Cotelo “Tengamos la fiesta en paz”. Con un tono muy alegre, fresco y esperanzador, en ella se refuerza la importancia de la familia y la necesidad de cuidar el matrimonio.

Hace un mes, Pablo Motos, el presentador de un programa televisivo de entretenimiento familiar muy conocido en España, El Hormiguero, hablaba de la vida en pareja. La sección del programa comenzaba con unas palabras del filósofo José Antonio Marina: “No es lo mismo querer a una persona que querer vivir con esa persona". En la opinión del presentador, esa es la razón de la alta tasa de divorcios en España, que llega a alcanzar los doce divorcios a la hora: "Nos engañamos creyendo que es lo mismo".

Pablo Motos también recalcó que "no es lo mismo un calentón, un enamoramiento o una pasión que diez años de convivencia, con todo lo que eso supone de jarro de agua fría". Además, afirmó que "la convivencia no es sólo quererse, es sobre todo soportarse. Y para soportarse lo más importante es ser compatibles”.

Una constatación: somos muy limitados

“Tengamos la fiesta en paz” desmonta este planteamiento, mostrando el plus de la convivencia dentro del matrimonio cristiano, que es sacramental. En la película se hace patente que el matrimonio para un creyente es una vocación sobrenatural. De lo contrario nada sería posible porque somos muy limitados. Pues los que nos casamos delante de Dios y de la Iglesia estamos continuamente convocados a santificar y cuidar nuestra unión, también y más aún cuando parece que las cosas no van bien. Aquí entra en juego la decisión libre de nuestro corazón de querer al otro en la totalidad de su persona. No estoy con esa persona porque me hace feliz, estoy con esa persona porque quiero que sea feliz.

En definitiva, el amor no es ser o no compatible. Ni se reduce a soportarse o querer vivir para siempre con la otra persona, como exponía Pablo Motos.

La persona que ama de verdad no desea tan sólo su propio bien, ni hace pruebas previas para ver si esa relación le compensará. Además, el guion de nuestra vida tampoco lo escribimos nosotros. Y lo que imaginamos sobre nuestro futuro muchas veces es distinto de lo que será en realidad. Quien ama verdaderamente es fiel al deseo desinteresado del bien del otro. El amor anhela aquello que es bueno para el otro, no para uno mismo. Y el amor es paciente.

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El mundo nos vende la idea de que el amor nos tiene que hacer felices, tiene que cumplir nuestras expectativas y por eso nos empuja a corroborar que la pareja cumple nuestro supuesto guion. ¡Qué estrés, por favor! ¿Y si no damos la talla? ¿Cuántos meses hay para la devolución? Justamente, la conciencia de no poder ser artífices al cien por cien de la felicidad del otro nos abre a dejar entrar un Tercero en la vida de pareja.

Él me hará feliz a través del otro y yo seré su instrumento para que el otro sea feliz. ¡Qué tranquilidad tener a Dios en nuestro matrimonio! Estamos llamados a caminar juntos hacia la felicidad, siendo Él mismo la Vía.

Y esto lo tiene muy claro Juan Manuel Cotelo. Por eso, como regalo de Navidad familiar adelantado, os animo a pasar un rato agradable con vuestra pareja y vuestros hijos de todas las edades disfrutando de una película en la que se ríe, se llora y se reflexiona. ¡Tengamos la fiesta en paz!

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