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Gabriel Delgado Álvarez... sacerdote de Cádiz fue peón de albañil en Algeciras –cuando aún era seminarista-, obrero en los Astilleros, dirigente de la USO, coadjutor en la parroquia de San Francisco Javier de Cádiz y director de las Asociaciones Cardjin, Tartessos y Tierra de todos.
Buscó ayudar a todos. Los gaditanos en situación de vulnerabilidad le buscaban y también, a partir de los años 90, cuando empiezan las oleadas de inmigrantes eran los “sin papeles” (malditas palabra) los que le buscaban. Gabriel convirtió Tartessos en un centro de acogida a los nuevos parias de la tierra y celebraba, semanalmente, la misa en los campos de Vejer y de Conil de la Frontera.
Creó los Círculos del Silencio en homenaje a los muertos en el Estrecho. Una acción mensual para orar por los hermanos nuestros que arriesgan sus vidas por tener un futuro mejor.
Fue un sacerdote con pastoral de frontera. Un hombre de acogida, de apoyo y de respeto y un hombre de testimonio. Dice de él, su amigo José Antonio Hernández Guerrero:
Le lloran católicos y no católicos, creyentes y no creyentes. Gaditanos y foráneos. Todos lloran su pérdida, pero a la vez todos ofrecen una inmensa gratitud por su testimonio.