La fe del por entonces senador John F. Kennedy fue notoriamente controvertida durante las elecciones de 1960. El intelectualismo liberal criticaba a Kennedy por las visiones de la Iglesia sobre los métodos anticonceptivos y la economía, mientras que los anticuados fundamentalistas atacaban al papado y el culto católico.
Frente a este telón de fondo, y durante su campaña por la presidencia en 1960, John F. Kennedy dio un gran discurso en Houston, Texas. Ante cientos de ministros protestantes, resumió su perspectiva sobre su fe católica, la fe en un cargo público y la naturaleza de la religión en Estados Unidos en general.
En el discurso, Kennedy pronunció unas ya famosas palabras: “No soy el candidato católico a la presidencia. Soy el candidato del Partido Demócrata que resulta que también es católico. No hablo por la Iglesia en temas públicos y la Iglesia no habla por mí”. En el mismo discurso, prometió gobernar de acuerdo con “lo que mi consciencia me dicta que es el interés nacional”. Rechazó con vehemencia toda idea de que fuera a ser influido por cualquier autoridad católica o guiado por su fe religiosa en cuestiones de política pública.
Todo esto hace mucho más interesante que Kennedy fuera también el primer presidente católico —y tan solo el tercer presidente en funciones en la historia de EE.UU.— en reunirse con el Papa.