Monseñor Juan Antonio Reig Pla, obispo de la diócesis española de Alcalá de Henares, celebró el bautismo de 14 niños salvados del aborto gracias a la acción divulgativa y solidaria de los miembros de la asociación Escuela de Rescatadores Juan Pablo II.
Esta es una iniciativa llevada a cabo por voluntarios católicos que ayudan a las mujeres embarazadas en dificultad. Los voluntarios ayudan a que ellas puedan conocer objetivamente las alternativas que están a su alcance. También evitan que las mujeres sean manipuladas por la militancia pro-aborto para eliminar a sus hijos que van a nacer porque creen que esto sería la única opción viable.
Una de las embarazadas que recibió esta preciosa ayuda es Marta, cuya tercera hija acaba de cumplir 10 meses. Cuando Marta quedó embarazada, en medio de la pandemia, mucha gente le “aconsejó” que se hiciera un aborto.
Providencialmente, sin embargo, se confundió con los números de teléfono y terminó llamando a la Asociación de Rescatadores. Luego de horas de conversación, decidió reunirse en persona con un miembro de la asociación y comenzó a llorar, reconociendo cuánto le quitaba la paz la idea del aborto.
En la noche del bautizo de su pequeña, ella siguió reafirmando lo feliz que estaba por elegir la vida.
Ana es otra de las embarazadas que vivió y superó un drama similar. Decidió abortar a su quinto hijo a los 5 meses de embarazo, pero también se echó atrás gracias al apoyo que recibió de los Rescatadores. Sin embargo, los numerosos problemas diarios la mantuvieron indecisa durante varios años hasta que decidió bautizar a su hija.
Ana reconoce que es una “persona difícil”, pero agrega que aprendió a consultar “al de arriba” antes de tomar sus decisiones.
Un tercer caso reportado por la asociación es el de Mariana, quien conoció a un rescatador mientras se dirigía a la clínica para realizar un aborto. Solo le tomó 10 minutos de conversación para que ella decidiera no entrar más a ese lugar. Sin embargo, cuando le dijo a su pareja que había renunciado a tener un aborto, vino una nueva y dura prueba: él simplemente la abandonó. Su propia hermana tampoco quería ayudarla.
Mariana estaba desempleada y sin nadie, excepto los rescatistas. “El embarazo fue difícil en todos los sentidos, pero los rescatistas me apoyaron mucho”, dijo.
Cuando nació el bebé, Mariana le puso el nombre del salvador que lo había salvado de un aborto: Pablo Santiago. La decisión del bautismo, tanto para su hijo como para ella, vendría aún más tarde, cuando visitó un santuario de Nuestra Señora de Schoenstatt y, por primera vez, asistió a una ceremonia de Primera Comunión. Hoy tiene un trabajo, amigos y un hijo, y se esfuerza por ser testigo de su historia todo el tiempo.