El 13 de octubre de 1917, miles de personas presenciaron una visión milagrosa cerca de Fátima, Portugal. Según un periódico local,
"Ante los ojos asombrados de la multitud, cuyo aspecto era bíblico mientras estaban de pie con la cabeza descubierta, buscando ansiosamente el cielo, el sol tembló; hizo repentinos movimientos increíbles fuera de todas las leyes cósmicas: el sol 'bailaba' según a la expresión típica del pueblo".
Esta experiencia fue confirmada tanto por creyentes como por no creyentes. El evento había sido predicho por Nuestra Señora de Fátima a tres niños pastores. El Vaticano confirmó la autenticidad del milagro y el sitio se ha convertido en una fuente de numerosas curaciones y milagros desde entonces.
Cinco meses antes, el 13 de mayo de 1917, el mismo día en que los tres niños pastores comenzaron a tener visiones de Nuestra Señora, Mons. Eugenio Pacelli fue consagrado arzobispo en la Capilla Sixtina.
Pacelli más tarde sería elegido para el papado y se convertiría en el Papa Pío XII el 2 de marzo de 1939.
Tenía un profundo amor por la Virgen María y consagraría el mundo al Inmaculado Corazón de María en 1942, en honor al 25 aniversario de las apariciones de Fátima.
En 1950, el Papa Pío XII estaba considerando la proclamación del dogma de la asunción de María al cielo. Mientras estaba en medio de una oración en los jardines del Vaticano, Pío XII vio algo milagroso llamar su atención.
Según Zenit, el Papa Pío XII escribió una nota manuscrita donde dice: "He visto el 'milagro del sol', esta es la pura verdad". Luego pasó a describir con más detalle lo que vio.
Vio este fenómeno en cuatro ocasiones distintas. Y estaba convencido de que era una señal favorable de Dios que debía declarar el dogma de la Asunción de María.
Pío XII conocía bien los acontecimientos de Fátima y conversó con una de las videntes, la Hermana Lucía, quien le confió el "tercer secreto".
Pío XII murió el 9 de octubre de 1958 y fue enterrado unos días después, el 13 de octubre de 1958, aniversario del “milagro del sol” en Fátima.
Tanto las visiones de Pío XII como las vistas en Fátima cumplieron su propósito de fortalecer la fe de las personas; y traerles un rayo de esperanza en un mundo envuelto en tinieblas.