“Ven, Espíritu Santo […], líbranos de convertirnos en una Iglesia de museo, hermosa pero muda, con mucho pasado y poco futuro”, rezó el Papa Francisco hoy en la primera sesión de trabajos del Sínodo en el Vaticano (9-10 de octubre).
El líder de la Iglesia Católica explicó las oportunidades y los riesgos del camino sinodal, en el cual, señaló, el Espíritu Santo es el protagonista: “Ven en medio nuestro”… para que “no terminemos por reducirlo todo a discusiones estériles”, rezó el Papa antes de la apertura de los trabajos en el Aula Nuova del Sínodo, en el Vaticano.
En su discurso, el Papa identificó el “formalismo”, el “intelectualismo” y la “inmovilidad” como los tres grandes riesgos que podrían descarrilar el inédito proceso sinodal que durará dos años.
Asimismo, recordó que el sínodo no debe convertirse en un "parlamento", pues es necesario el compromiso "indispensable" de todos los católicos.
A las 9:00 de esta mañana, con la presencia del Papa, comenzó un Momento de Reflexión para el inicio del Proceso Sinodal "Por una Iglesia Sinodal: Comunión, Participación y Misión" en el Aula Nuova del Sínodo, en el Vaticano.
En primer lugar, el Papa advirtió: “Reitero que el Sínodo no es un parlamento, que el Sínodo no es una investigación sobre opiniones. El Sínodo es un momento eclesial y el protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo, si no está el Espíritu, no habrá Sínodo”. Lo dijo mirando directo a esta primera asamblea sinodal y dejando de lado las hojas preparadas de su discurso.
En sus palabras, el Papa quiso, por tanto, indicar el significado de este sínodo sin precedentes que se está abriendo en toda la Iglesia católica. “Estamos llamados a la unidad, a la comunión, a la fraternidad”.
El Papa indicó el bautismo como el documento de identidad necesario para participar en el camino sinodal: “Si falta una participación real de todo el Pueblo de Dios, los discursos sobre la comunión corren el riesgo de permanecer como intenciones piadosas”.
Hemos avanzado en este aspecto, pero todavía nos cuesta, sostuvo, y en particular señaló la exclusión de los laicos y, en especial “de las mujeres, que a menudo siguen quedando al margen. ¡La participación de todos es un compromiso eclesial irrenunciable!”.
De esta manera, señaló tres riesgos que corre el camino sinodal.
El primer riesgo es el del formalismo. “Un Sínodo […]de fachada, como si nos quedáramos mirando la hermosa fachada de una iglesia, pero sin entrar nunca”.
En cambio, el Sínodo, señaló, “es un itinerario de discernimiento espiritual efectivo”. Por tanto, explicó que se necesitan “instrumentos” y “estructuras” que favorezcan “el diálogo y la interacción en el Pueblo de Dios, sobre todo entre los sacerdotes y los laicos”.
En este sentido, el Papa hizo hincapié en que,a veces, “hay un cierto elitismo en el orden sacerdotal que hace que se desligue de los laicos y que el sacerdote se convierta en el amo de la barraca y no en el pastor de toda una iglesia que avanza”.
Por ello, aseguró que el camino sinodal sirve a transformar “ciertas visiones verticalistas, distorsionadas y parciales de la Iglesia, del ministerio presbiteral, del papel de los laicos, de las responsabilidades eclesiales, de los roles de gobierno, entre otras”.
“Un segundo riesgo es el intelectualismo, convertir el Sínodo en una especie de grupo de estudio, con intervenciones cultas pero abstractas sobre los problemas de la Iglesia y los males del mundo”.
El Papa pidió que el Sínodo no sea “una suerte de hablar por hablar”, donde se actúa de manera superficial y mundana, terminando por caer otra vez en las habituales y estériles clasificaciones ideológicas y partidistas, y alejándose de la realidad del Pueblo.
Por último, indicó el riesgo que puede surgir de la tentación del inmovilismo, quedarse quietos, sin hacer nada. “Es mejor no cambiar, puesto que «siempre se ha hecho así». Quienes se mueven en este horizonte, aun sin darse cuenta, caen en el error de no tomar en serio el tiempo en que vivimos”.
“El riesgo es que al final se adopten soluciones viejas para problemas nuevos; un pedazo de tela nueva, que como resultado provoca una rotura más grande”.
Por eso, señaló, es importante que el camino sinodal lo sea realmente, que sea un proceso continuo; que involucre —en fases diversas y partiendo desde abajo— a las Iglesias locales, en un trabajo apasionado y encarnado, que imprima un estilo de comunión y participación marcado por la misión.
Por otro lado, el Pontífice habló de tres oportunidades. Por ende, insistió en vivir el Sínodo como una ocasión de “encuentro, escucha y reflexión”; un tiempo de gracia que, en la alegría del Evangelio.
El Sínodo es una oportunidad una Iglesia que escucha. Una Iglesia sinodal “no ocasionalmente sino estructuralmente”. Por eso, “un lugar abierto, donde todos se sientan en casa y puedan participar”.
“El Sínodo también nos ofrece una oportunidad para ser una Iglesia de la escucha, para tomarnos una pausa de nuestros ajetreos, para frenar nuestras ansias pastorales y detenernos a escuchar. Escuchar el Espíritu en la adoración y la oración, escuchar a los hermanos y hermanas acerca de las esperanzas y las crisis de la fe en las diversas partes del mundo”.
Por último, indicó, tenemos la oportunidad de ser una Iglesia de la cercanía que, no sólo con las palabras, sino con la presencia, establezca mayores lazos de amistad con la sociedad y con el mundo.
“Una Iglesia que no se separa de la vida, sino que se hace cargo de las fragilidades y las pobrezas de nuestro tiempo, curando las heridas y sanando los corazones quebrantados con el bálsamo de Dios”.
Y pidió, no olvidar el estilo de Dios que nos ayudará: “Cercanía, compasión y ternura”.
Queridos hermanos y hermanas, que este Sínodo sea un tiempo habitado por el Espíritu. Por una “Iglesia distinta”, abierta a la novedad.
Estuvieron presentes en el Aula del Sínodo 200 personas; representantes de varias iglesias locales, comunidades y grupos, entre ellos los delegados de las Reuniones Internacionales de las Conferencias Episcopales y organismos similares.
También participan los miembros de la Curia Romana, los delegados fraternos, los delegados de la vida consagrada y de los movimientos eclesiales laicos, y el Consejo de la Juventud. El lanzamiento oficial del sínodo tendrá lugar el domingo 10 de octubre con la misa celebrada en la Basílica de San Pedro.