El papa Francisco alertó hoy sobre la "voz de sirenas" de los "fundamentalistas", así como el apóstol Pablo alertó a los primeros cristianos de la Galacia, que llamó sin medias tintas "ignorantes" por escuchar a esos predicadores (cf. Lectura: Gal 3,1-3).
En este sentido, advirtió sobre el riesgo de caer en “el formalismo, que lleva a la hipocresía”.
Lo hizo esta mañana, 1 de septiembre de 2021, en la audiencia general que se ha celebrado en el Aula Pablo VI, donde el Papa Francisco se ha reunido con grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.
El Papa recordó la predicación de la semana pasada sobre la hipocresía, advirtió sobre el formalismo que hace renegar la dignidad recibida a través de la fe en Cristo.
Los términos con los que el apóstol se dirige a los gálatas no son de cortesía, explicó. Remarcó que Pablo estaba enojado con ellos y en dos ocasiones les llama “insensatos”.
“No lo hace porque no sean inteligentes, sino porque, casi sin darse cuenta, corren el riesgo de perder la fe en Cristo que han acogido con tanto entusiasmo. Son insensatos porque no se dan cuenta que el peligro es el de perder el tesoro valioso, la belleza de la novedad de Cristo.
San Pablo "provoca a esos cristianos para recordar el primer anuncio realizado por él, con el cuál les ha ofrecido la posibilidad de adquirir una libertad hasta ese momento inesperada".
El Pontífice ilustra que el intento de Pablo es poner en un aprieto a los cristianos para que "no se dejen encantar por la voz de las sirenas que quieren llevarlos a una religiosidad basada únicamente en la observancia escrupulosa de preceptos".
El Papa ilustró que los nuevos predicadores confundían a la gente profesando “preceptos” para aspirar a la perfección, olvidando la gratuidad de la “salvación” de Cristo.
Por tanto, recordó que la llegada a la fe de esa comunidad era iniciativa de Dios, no de los hombres. "El Espíritu Santo había sido el protagonista de su experiencia; ponerlo ahora en segundo plano para dar la primacía a las propias obras sería de insensatos".
La santidad proviene del Espiritu Santo y de la gratuidad. Esto nos justifica, dijo el Papa.
Por ello, preguntó: ¿El amor de Cristo crucificado y resucitado permanece en el centro de nuestra vida cotidiana como fuente de salvación, o nos conformamos con alguna formalidad religiosa para tener la conciencia tranquila?
El Papa aseguró que lo efímero llama a menudo a la puerta de nuestras jornadas, pero es una triste ilusión, que nos hace caer en la superficialidad e impide discernir sobre qué vale la pena vivir realmente.
Por tanto, invitó a mantener firme la certeza de que, también cuando tenemos la tentación de alejarnos, Dios sigue otorgando sus bendiciones.
“Siempre, en la historia, incluso hoy, suceden cosas que se parecen a lo que les pasó a los gálatas.
Hoy viene alguien a calentarnos los oídos y nos dice: 'la santidad está en estos preceptos, en estas cosas, tienen que hacer esto y esto' y te llevan a una religiosidad rígida, una rigidez que te quita esa libertad en el espíritu que nos da la redención de Cristo”.
El Papa reiteró que detrás de la rigidez que proponen esos predicadores se esconden cosas malas, pues no está el Espíritu de Dios.
Por ello, afirmó que estudiar la Carta a los gálatas, ayuda a no escuchar esas propuestas fundamentalistas que no hacen crecer en la vida espiritual.
“Es lo que el apóstol reitera a los gálatas recordando que el Padre es «el que os otorga, pues, el Espíritu y obra milagros entre vosotros» (3,5)”. “Habla al presente– “otorga”, “obra” – no al pasado”.
“Porque, no obstante todas las dificultades que nosotros podemos poner a sus acciones, Dios no nos abandona sino que permanece con nosotros con su amor misericordioso. "
El Papa expresó que Dios siempre está cerca con su bondad, pues es como el Padre que sube a la terraza para ver si el hijo regresa a casa.
“Pidamos la sabiduría de darnos cuenta siempre de esta realidad”.
Pidamos "alejar a los fundamentalistas que proponen una vida de ascetismo artificial, alejada de la resurrección de Cristo. El ascetismo es necesario, pero un ascetismo sabio, no artificial. Gracias”.
La Audiencia General concluyó con el canto del Pater Noster y la Bendición Apostólica.