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El viernes pasado, en una manifestación que buscaba concientizar y reclamar por los casos de “gatillo fácil”, se realizaron pintadas agraviantes contra la Iglesia en la fachada de la catedral de Buenos Aires. Ninguna fuerza del orden evitó las pintadas, ni ninguna fuerza política condenó los hechos con posterioridad. Pero una organización llevará el tema a la justicia.
Se trata de la Red Respeto Religioso, que en un comunicado en el que anunció que formalizará la denuncia judicial, reprochó que “no hubo prevención, acción ni reacción de las autoridades nacionales o de la Ciudad. Tampoco declaración posterior condenatoria del atropello”. “Este odio irracional va en aumento frente a la desidia de los poderes públicos. El desinterés y silencio es alarmante”, advirtió.
El caso, que no es aislado, como resalta la Red, está ampliamente documentado por la prensa. Por lo que no sería difícil, observa, individualizar a los responsables de comportamiento delictivo y contravencional.
La red, como anunciamos en Aleteia con su lanzamiento (Nace una red para defender de los ataques a los católicos argentinos), se originó liderada por juristas y académicos para “que los ciudadanos comprometidos con la fe católica tengan cómo responder eficazmente ante un ataque o agravio a su religión”.
Es habitual que la Catedral, emplazada en plena Plaza de Mayo, sea pintada con consignas agresivas para con la Iglesia. Particularmente ocurre con actos de movimientos feministas, o de izquierda. Aunque toda muestra de odio es irracional y agresiva, llama la atención que en esta ocasión haya habido manifestantes que se expresen de esta manera, porque
tradicionalmente la Iglesia ha estado y está apoyando a las víctimas de todo tipo de delito, entre ellos, los familiares de homicidios perpetrados por la policía como los que se denunciaba en el acto.
Está tan naturalizada la agresión para con la Iglesia que casi no existen reparos a la hora de insultarla, como queda de manifiesto. Una denuncia judicial, permitirá, como advierte la Red Respeto Religioso, mover al Estado a tomar conciencia de la gravedad de la situación y el crecimiento a la intolerancia religiosa.
Hace cerca de 20 años este tipo de ataques vienen naturalizándose e incluso han dejado de llamar la atención. Con motivo de la marcha del orgullo gay en noviembre de 2003, unas pintadas injuriosas contra la Catedral habían despertado unánimes repudios y muestras de solidaridad de parte de distintas religiones y entidades, desde la Liga Mundial Islámica a la entidad judía B’ Nai B’rith Argentina. Con el tiempo, las pintadas continuaron, pero no así los repudios a la intolerancia religiosa.
Como es habitual los últimos años, además de la Catedral los vándalos pintaron el Cabildo, histórico edificio en el que se conformó el primer gobierno patrio, emblema de las tradiciones y raíces culturales con las que se conformó el país ubicado justo enfrente del templo. “No alcanza con reparar -a expensas de los impuestos cada vez más altos a los contribuyentes- los prejuicios materiales”, advierten en la Red. “El agravio es también espiritual a la comunidad creyente y para muchos ciudadanos”, juzgan.