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El centro “Los Ángeles del Tukuko” brinda a los indígenas atención espiritual, en salud y educación. Fray Nelson no quiere defraudarlos ni abandonarlos.
“Le doy gracias al Señor por haberme permitido la gracia de vivir entre estas montañas hermosas que tanto quiero, entre los Yukpas y los Barís que son para mí hermanos, amigos, compañeros y cristianos”, dice fray Nelson Sandoval, cuando se le pregunta sobre su opción de vida misionera y el servicio que realiza en las comunidades indígenas.
Se trata de un religioso capuchino que por tercera vez trabaja en el Centro Misional Los Ángeles del Tukuko, en la Sierra de Perijá, Venezuela. Desde febrero de 2008, hasta el presente, es responsable del centro y párroco de la comunidad allí asentada.
Fray Nelson, como es conocido, ingresó a la orden franciscana capuchina, en noviembre de 1988. Hizo la primera profesión religiosa el 11 de septiembre de 1995, en la solemnidad de Nuestra Señora de Coromoto, patrona de Venezuela y la profesión perpetua el 11 de septiembre de 1999. Una devoción coromotana que no oculta.
El día 20 de agosto visitó Terakibu, una de las comunidades más alejadas del centro misionero para llevarles un poco de esperanza. Junto a voluntarios de la Cáritas parroquial brindó atención médica a niños, jóvenes y adultos. También realizaron una olla comunitaria, y compartieron expresiones culturales aborígenes.
Aquí puedes ver imágenes de fray Nelson, los voluntarios de Cáritas y la misión:
La experiencia la compartió en un grupo del Consejo Misionero Nacional (COMINA) de Venezuela. Su testimonio no pasó desapercibido. Tras ser contactado por Aleteia, ha querido dar a conocer parte de su experiencia. El testimonio de fray Nelson Sandoval motiva a optar y asumir una vida misionera que se alegra con las cosas sencillas.
“Siempre he escuchado decir: “la vida misionera es difícil”, “la vida misionera es muy sacrificada”. Y yo siempre me preguntaba: ¿qué es lo difícil de la vida misionera, si yo vivo tan feliz y sin complicaciones?”, escribió en el WhatSapp del COMINA.
“Pero esas afirmaciones tienen un dejo de verdad, y ayer me tocó experimentar en carne propia, “lo difícil de la vida misionera”, acota de su experiencia el fraile nacido en San José de Perijá, estado Zulia, el 30 de octubre de 1970.
Terakibu es la primera de las comunidades de la parte alta de la cuenca del río Tukuko. “Fui con el equipo de la Cáritas parroquial de la misión, hicimos una jornada nutricional y una olla con la comunidad”, expresó el capuchino.
“Para llegar hasta allá, el camino es el río, que estaba un poco crecido y la corriente era muy fuerte. Al tercer pase del río me ofrecieron una mula, y ahí empezaron mis calamidades”, relata de la más reciente de sus experiencias sierra adentro.
Describió algunos de los padecimientos recibidos en esta travesía: “me caí de la mula, luego la corriente del río me arrastró, en la comunidad le metí la cabeza a un palo del techo de una casa, cuando bajábamos tropecé con una piedra y caí de boca al río, al llegar de nuevo a la misión, tenía una vejiga (ampolla) en un dedo del pie”.
“Nunca, en tantos años, me había sucedido nada igual”, explica el fraile. “Pero todos esos incidentes pierden significancia, con la felicidad experimentada al llegar a la comunidad y ver la alegría de la gente por nuestra visita”.
Luego resaltó la hospitalidad, la generosidad y la alegría por parte de los Yukpas:
"Una de las cosas que nunca deja de sorprenderme de los Yukpas es su hospitalidad, siempre reciben a sus visitantes cantando y bailando; y su generosidad, nadie se va de una comunidad sin siquiera un guineo. Nos dieron tantos plátanos, topochos y guineos que hicieron falta tres sacos, para poder traer todo eso”, añadió.
"Debo decir, que esas son dificultades físicas, y que las verdaderas dificultades son la persecución, la guerra, y eso no lo hemos experimentado en nuestra misión”, expresó.
Fray Nelson Sandoval ha trabajado hasta en tres ocasiones en el centro misional Los Ángeles del Tukuko. En los últimos años, su trabajo no solo ha estado vinculado a la evangelización, también a la promoción humana con fundamento en el trabajo social desarrollado junto a los jefes de las comunidades para garantizar los alimentos, atención sanitaria y mejores condiciones de vida para los indígenas Yukpas y Barís.
El centro misionero Los Ángeles del Tukuko fue fundado por fray Cesáreo de Armellada y fray Primitivo de Nogarejas, ambos capuchinos, el 2 de octubre de 1945. Era la fiesta de los Ángeles Custodios, de allí le viene el nombre. En ese mismo lugar, fray Nelson Sandoval fue ordenado sacerdote el 5 de agosto del año 2000.
En la oración que publicó en el grupo de COMINA, el fraile agradeció a Dios por el encuentro con los que considera sus hermanos indígenas. “Ellos son la razón de mi vocación misionera y mi motivación; que ellos me lleven siempre a tu presencia y que yo nunca los defraude abandonándolos y apartándome de su lado”, finalizó.